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Conmemoran deceso de Toledo y 2a intervención francesa, en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

Rodrigo Velásquez Torres

A mi padre, por su cumpleaños.

Este pasado lunes se conmemoró una de las fechas más importantes en la historia del Estado de Oaxaca, marcada por dos sucesos separados por 152 años de diferencia, pero unidos por características singulares. El primero de ellos ocurrió en 1866 durante la segunda intervención francesa: la batalla de Juchitán, hecho de armas glorioso que preparó la derrota de los ejércitos invasores que pretendían arrebatar la soberanía de la nación; el segundo es el fallecimiento, en 2019, de uno de los artistas más influyentes en el arte contemporáneo: Francisco Toledo, originario de la Heroica Ciudad de Juchitán.

De la epopeya heroica del pueblo juchiteco dejó constancia el Coronel de Infantería don Aurelio Martínez en su libro “Historia de la intervención francesa en el Estado de Oaxaca”, en el que narra los combates de Juchitán, Miahuatlán, Carbonera y la toma de Oaxaca contra los invasores franceses y austriacos, historias que seguramente Francisco Toledo escuchó durante su infancia en Juchitán junto con los relatos que su abuelo Benjamín, zapatero de Ixtepec, le contaba durante sus salidas campestres, quizá por el histórico pozo Peralta.

Las historias narradas por su abuelo nutrieron la imaginación del niño Francisco, habitándola con seres fantásticos que se entremezclaban con todo tipo de animales y personajes legendarios.

Por el flanco, la victoria de Juchitán demostró al mundo cómo un puñado de hombres mal armados, sin conocimientos bélicos superiores, respaldados y estimulados por las heroicas mujeres juchitecas, pusieron en fuga a un ejército mucho más experimentado y armado, impidiendo que el Imperio obtuviera el control del Istmo de Tehuantepec y con ello el paso franco desde el Golfo de México al Pacífico, un triunfo glorioso que le valió el denominativo de Heroica a la ciudad y del que son testigos los cañones arrebatados al ejército invasor  que reciben a quien entra a Juchitán. Lo curioso es que casi un siglo después, un juchiteco tomaba por sorpresa París y Europa utilizando el arte como instrumento de conquista; su nombre: Francisco Toledo.

La estancia de Toledo en París le sirvió al entonces joven artista a rodearse de lo más vanguardista del arte mundial, en donde fue reconocido como un artista singular, especialmente celebrado, por su «desarrollo de lo mítico» y su «sentido sagrado de la vida», según escribió André Pierre de Mandiargues en 1964. Seguramente los críticos y coleccionistas europeos encontraron en los trazos de Toledo algo distinto al resto de las propuestas que entonces surgían y los deslumbró, pues el éxito se vio reflejado en las múltiples exposiciones tanto en galerías y museos en las que participó a través de toda Europa, respaldado por el galerista Antonio Souza.

Como dato anecdótico, existe una tradición cultural bélica francesa que consiste en denominar calles, cerros, puentes, etcétera con el nombre de batallas en que su ejército haya vencido; así, existen en la capital francesa el Pabellón de Puebla, en la ladera del cerro Puebla, pero no es así con Juchitán, Miahuatlán, La Noria, La Carbonera, pues en sendas batallas fueron vencidas sus fuerzas.

Así pues, la batalla de Juchitán y el fallecimiento de Francisco Toledo comparten la misma fecha, una coincidencia de esas que le gustan al destino y que unen sucesos en el tiempo; vale la pena recordarlo.

 

Contacto y réplica:

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"La batalla de Juchitán y el fallecimiento de Francisco Toledo comparten la misma fecha, una coincidencia de esas que le gustan al destino y que unen sucesos en el tiempo; vale la pena recordarlo".

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