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La travesía migrante de Jesús, niño de 7 años; viaja desde Venezuela

Migrantes
Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Jesús, tiene sólo siete años de edad. La pobreza lo desplazó de su lugar de origen. Ha cruzado seis naciones en busca de llegar a Estados Unidos. 

Como uno de los miles de niños migrantes que abandonaron su país natal, atraviesa hoy territorio mexicano con pasos que mezclan esperanza y miedo, ilusión y angustia.

"Nosotros hemos enfrentado muchos peligros. La selva es un desafío muy fuerte, así como las travesías entre pueblos. Emigrar es especialmente duro para los niños. Al menos aquí, ahora mismo, tenemos apoyo. Nos han brindado agua y comida, y estamos en mejores condiciones que en otros países, donde no hay refugio y tenemos que pasar la noche en las calles", explica Betzibé Rincón, madre de Jesús Javier Salas, originaria de Venezuela. 

Ella viaja con sus dos hijos y su esposo. Afirma haber salido de Venezuela por el régimen del presidente Nicolás Maduro, que, asegura, los mantiene en una alta vulnerabilidad económica.

Sentada en una de las sillas colocadas en el Centro de Movilidad de San Francisco Tutla habilitado como una medida humanitaria para la llegada y partida de autobuses con migrantes hacia la Ciudad de México, Betzibé descansa los pies ajados de tanto caminar. En torno a ella juguetea su hijo, un niño vivaz, sonriente y expresivo. Su sinceridad y sus sueños reflejan la inocencia propia de su edad.

¿Cómo te ha ido en el viaje?

Me ha ido bien en el viaje. Me ha dado un poquito de miedo, pero ha sido divertido. 

¿Qué es lo que más te ha divertido y qué lo que más te ha dado miedo?

Lo que más me ha divertido es cuando voy en el autobús. Me relajo. Es lo que me hace divertir. Y los miedos -explica bajando la voz como si fuera a contar un secreto- es cuando dicen: viene alguien peligroso… que si chocó algo… que mataron a alguien; eso es lo que más me ha dado miedo.

 ¿Y qué haces cuanto te da miedo?, ¿cierras los ojitos?

Yo no cierro los ojitos, le pido a Dios solamente. En la selva le pedí a Dios que saliéramos de ahí. Duramos cuatro días caminando- relata con la tranquilidad de pensar que eso fue lo peor del viaje. 

Jesús caminó todo ese largo trayecto, lidiando con el lodo, los peligros acechantes, el hambre y el agotamiento que casi lo llevaron al desmayo. "Tuvo fiebre, vómito y diarrea. Yo traía medicamentos que compre en Colombia y pude darle algo para que se sintiera mejor", añade Betzibé.

Cuando Jesús sea mayor, tiene dos sueños: trabajar como periodista y convertirse en futbolista. Sus sueños y su valentía dan testimonio de su resiliencia.

La razón detrás de su travesía es el gobierno de Maduro en Venezuela. "No teníamos suficiente para comer ni para darles educación a nuestros hijos. El trabajo no rinde, y lo que te pagan es una miseria, apenas suficiente para comprar una mantequilla o una harina. No podíamos alimentarnos adecuadamente", lamenta Betzibé.

Ella trabajaba como cajera y ganaba 20 dólares a la semana, pero ese dinero se desvanecía en pasajes para regresar a casa y en la compra de alimentos. Con dos hijos a su carga, tuvo que vender todas sus posesiones para emprender la búsqueda de un futuro mejor. "Con la ayuda de Dios, llegaremos a Estados Unidos", afirma con determinación.

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