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Jovencitas matan a la madre de una de ellas por oponerse a relación

Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Agencias

El 22 de junio de 1954, en un tranquilo parque de Nueva Zelanda, dos quinceañeras golpearon a la madre de una de ellas hasta causarle la muerte.

El juicio constituyó uno de los acontecimientos más presenciados del país.

El paseo mortal

El día fatídico la quinceañera Pauline Parker salió a dar un paseo por la tarde en compañía de su madre y una compañera, Juliet Hulme, por los alrededores de la comunidad de Christchurch, en Nueva Zelanda.

Juliet se adelantó y entonces Pauline sujetó con fuerza el arma improvisada que guardaba en su bolsillo –un ladrillo metido dentro de un calcetín-.

En un momento determinado, Pauline se colocó detrás de su madre, sacó el arma y descargó un fuerte golpe sobre la cabeza de ella.

La víctima cayó al suelo sin conocimiento y Pauline continuó descargando golpes sobre ella, mientras Juliet volvía en forma precipitada para ayudarla.

Relaciones lesbianas

Pauline Parker tenía 16 años y Juliet Hulme, 15; ambas eran alumnas de la Escuela Superior Femenina de Christchurch. Hacían una rara pareja: Juliet era alta, delgada y rubia; Pauline baja, morena y regordeta.

En el colegio eran inseparables, pues habían descubierto el talento que ambas tenían para la fantasía. Estaban convencidas de que eran únicas y de que estaban destinadas a empresas mayores.

Ambas escribían novelas, poesía y llevaban un diario. Una de sus ilusiones era la de convertirse en famosas escritoras. Para conseguir su objetivo, habían decidido huir a los Estados Unidos.

De aquella amistad surgió una relación sexual que llevó al crimen. En los años 50 la estricta sociedad de Christchurch no estaba preparada para reconocer relaciones lesbianas.

Padres deciden separarlas

Cuando los padres se dieron cuenta de sus inclinaciones sexuales, se alarmaron y decidieron separarlas.

La familia de Juliet decidió apartarla de su amiga y trasladarse con ella a Sudáfrica para visitar a unos parientes. La madre de Pauline y su padrastro se mostraron satisfechos con la idea de terminar aquella relación entre las niñas.

Aquella satisfacción estaba aminorada por un cierto sentimiento de culpa, de modo que Pauline obtuvo permiso para pasar 10 días con Juliet antes de que ésta emprendiera el viaje a Sudáfrica.

Los preparativos del homicidio

En este periodo previo al viaje, las muchachas concretaron los detalles definitivos del plan ideado para matar a la señora Parker.

El 28 de abril de aquel año Pauline manifestaba en su diario el creciente odio que hervía en su interior en contra de su madre.

La razón primera del crimen fue que, cuando se planeó el viaje a Sudáfrica de Juliet y su padre, las niñas propusieron que Pauline los acompañara. En seguida comprendieron que la señora Parker y el resto de la familia se oponían a la idea.

El 21 de junio Pauline declaraba: «La próxima vez que escriba mi madre habrá muerto. ¡Qué extraño sentimiento de placer!»

Después de pasar diez días en casa de Juliet, las chicas volvieron a la de Pauline. Era la mañana del día señalado para el crimen.

La revelación del crimen

Durante la comida, antes de salir a pasear con la señora Parker por la zona de Cashmere Hills, las muchachas reían y bromeaban.

Después del crimen, Pauline y Juliet se pusieron histéricas. Entraron cubiertas de sangre en el salón de té de Agnes Ritchie, cerca de Victoria Park. «Mamá está terriblemente malherida», gritaba Pauline.

Cuando la Policía localizó el cuerpo de la señora Parker descubrió que tenía 45 heridas en la cabeza, y otras muchas en las manos. A su lado apareció un ladrillo cubierto de sangre.

Pauline y Juliet aseguraban que la señora Parker yacía herida como resultado de haber caído por un declive de la colina. Las heridas de la cabeza se las habían producido ellas mismas al intentar trasladarla.

Los policías no les convenció aquella declaración. Advirtieron a Pauline que estaba bajo sospecha del asesinato de su madre.

El 24 de junio Pauline Parker y Juliet Hulme fueron acusadas del asesinato de la señora Honora Parker.

El juicio de las homicidas

El juicio se inició en Christchurch el 23 de agosto de 1954. Las pruebas más concluyentes se obtuvieron de los diarios, donde las chicas hacían múltiples declaraciones sobre su proyectado crimen.

Al comenzar el juicio, el fiscal leyó una declaración de Juliet. En ella manifestaba que Pauline deseaba ir a Sudáfrica con ella, pero que creía que su madre no lo iba a permitir. Decidieron hablar con ella durante el paseo por Cashmere Hills. Sin embargo, Juliet admitió que ya habían decidido llevar el ladrillo envuelto dentro del calcetín.

«Yo no sabía lo que iba a ocurrir cuando salimos hacia el parque”, decía Juliet en su declaración. «Pensé que la señora Parker se iba a asustar cuando viera el ladrillo y que daría permiso a Pauline para hacer el viaje conmigo». Después del primer golpe comprendí que no teníamos más remedio que matarla. Yo estaba aterrada e histérica».

El tribunal, a raíz de su declaración, trató de comprobar si las jóvenes estaban en su sano juicio, ya que el 24 de agosto la defensa presentó un recurso basado en enfermedad mental.

El psiquiatra, a preguntas de la defensa, manifestó ante el tribunal que había un «trastorno en el orden moral» de ambas muchachas. Describió su comportamiento como una forma de paranoia, un estado de frustración, de un aspecto conocido como «locura recíproca».

El abogado de la defensa insistió en que las jóvenes eran enfermas mentales que no eran responsables de sus actos.

Al día siguiente, el doctor R. W. Medlicott, superintendente médico del Hospital Psiquiátrico de Ashburn Hall, afirmó que ambas acusadas podían ser consideradas enfermas y que, aunque conocían la ley, no podían comprender la maldad de sus actos.

El doctor Francis Bennet, otro perito de la defensa, declaró que después del asesinato Juliet le había dicho que no sentía remordimientos al respecto.

El fiscal solicitó la presencia de tres peritos, doctores en medicina, que rechazaron la hipótesis de locura.

Declaradas culpables

El 29 de agosto de 1954 Pauline y Juliet fueron declaradas culpables del asesinato de la señora Parker.

El juez Adams las condenó a prisión hasta obtener el beneplácito de Su Majestad, la única sentencia que podía dictarse en Nueva Zelanda legalmente para convictos menores de 18 años por un crimen castigado con la muerte. 

El 1 de septiembre el ministro de justicia decretó que Pauline y Juliet cumplieran sus condenas en diferentes instituciones. Juliet ingresó en la prisión de Auckland y Pauline en Borstal, al norte de Wellington. El mayor castigo que ambas podían sufrir era el de permanecer separadas.

Juliet pasó su condena escribiendo, tejiendo y estudiando idiomas. Pauline continuó sus estudios para graduarse en una Escuela Superior en 1953.

Ambas mujeres recibieron tratamiento psiquiátrico en la prisión. La inutilidad de mantener prisioneras a aquellas dos mujeres por un crimen cometido en su juventud, fue la razón de peso que les permitió obtener su libertad solamente cuatro años después.

 

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