Rodrigo Velásquez Torres
El lunes pasado se conmemoró un aniversario más (el 37avo para ser más exacto) de la inscripción de Monte Albán y el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO comenzando con ello una época en la que Oaxaca aparece en todos los catálogos de dicha organización con lo cual, la zona arqueológica y la ciudad estuvieron se hicieron presentes en el imaginario colectivo mundial.
La lista de ciudades patrimonio es en realidad un catálogo para visitar alrededor del mundo, si tienes el dinero que te permita hacerlo. Se podría decir que es un menú para gentrificador a nivel mundial. Ahora bien, una vez que las zonas han sido inscritas como patrimonio, estas se tienen que someter a constantes evaluaciones por parte del organismo evaluador de las mismas para poder seguir apareciendo en los catálogos.
Oaxaca y la zona arqueológica de Monte Alban se encuentran en la zona de riesgo de desaparecer de la lista debido a las constantes fallas y violaciones al código evaluador por parte de la UNESCO, pues la mancha urbana poco a poco ha ido comiéndose el polígono de Monte Albán, además que los conflictos urbanos y la poca conciencia social de la ciudadanía (dañando el patrimonio arquitectónico, tirando basura y un largo etcétera) en la que ha vivido la ciudad de Oaxaca en los últimos años han venido mermando la belleza de la ciudad.
Con esto en mente se puede explicar el proyecto que se está llevando a cabo, el cual consiste en pintar las fachadas de la zona colindante con Monte Alban para darle una mejor imagen visual a la zona. Si bien el esfuerzo es loable para levantar la imagen urbana, también es cierto que las necesidades más apremiantes de la zona son otras y estas aún no han sido satisfechas.
La iniciativa de pintar ha sido acompañada por la imagen de algunos políticos locales quienes, en un alarde de protagonismo propios de la época, se proponen como los principales benefactores de las causas sociales, organizando foros de pláticas, caminatas (donde saludan ancianos, besan a niñas y niños, y caminan para la foto). La campaña de la pinta de fachadas en una zona donde todas las paredes tienen marcas de pandillas se convierte en solo una fachada para recorrer las colonias en búsqueda de simpatizantes para el proceso del próximo año.
Cabe hacer mención que lo que se está haciendo en el cerro del San Juanito es un proyecto que se asemeja mucho a lo que tienen en Guanajuato, Querétaro o en Valparaiso, lugares también dentro de la zona de Patrimonio de la UNESCO. Son lugares que, si bien los colores dan un realce a la vista desde lejos, al adentrarte en sus callejones y callejuelas se va uno dando cuenta de la realidad de las situación: basura tirada, gente en las calles, olores fétidos, etcétera.
El proyecto de rescate de la zona de patrimonio arqueológico es más un parche para cumplir con los requisitos mínimos de la agenda de la UNESCO que una solución integral a las necesidades más apremiantes a las necesidades de los habitantes de las colonias de la zona y les urge terminarlo, puesto que el próximo año es la revisión de la organización y existe el riesgo de ser expulsados de la lista.
Si bien el esfuerzo es loable para levantar la imagen urbana, también es cierto que las necesidades más apremiantes de la zona son otras y estas aún no han sido satisfechas.
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