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"Caritas" de pan de muerto, tradición oaxaqueña que sobrevive durante pandemia

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

La pandemia de la COVID-19 despojó al Día de Muertos de ese ambiente festivo y a la economía local le restó vivacidad. Ese negro panorama no ensimisma a Julio Cortés García, quien se niega a dejar morir la tradición de hacer y colorear las caritas de harina que convierten al pan de yema en pan de muerto.


“Es la carita lo que representa el rostro del difunto y el pan su cuerpo”, expresa un hombre a quien cuatro décadas le han dado la habilidad para moldear sal, harina, limón y manteca de cerdo.



Si el año pasado comercializó 200 millares de diminutas caritas, ahora sólo alistó 50 millares que adornarán los panes más pequeños, esos que la tradición dicta son para las almas de los angelitos, para alimentar con su aroma el espíritu de recién nacidos, bebés, niñas o niños. 


Aprender desde la infancia


De las caritas del número uno en esta temporada solía elaborar hasta 500 millones, pero ahora sólo dispondrá de 100 millares; de los tamaños que siguen, el dos y el tres, en vez de 200 millares, únicamente tendrá 80 millares, “nada más”.


Conforme pasa la conmemoración del inicio de la Independencia, el local que Julio tiene en uno de los pasillos del Mercado Margarita Maza, en lo que se conoce como la Central de Abasto de la ciudad de Oaxaca, la mercancía cambia. Entre chapulines sazonados y copal, las caritas se exhiben para atraer a quienes elaboran pan.



Esta vendimia la heredó  de su mamá Justina Victoria, “desde que estábamos chicos, se comenzaban a elaborar las caritas para que en septiembre ya  estuvieran disponibles”.


Es precisamente en la infancia cuando se aprende a elaborar las caritas que se hacen de harina, sal, limón y manteca de cerdo, una mezcla que se coloca en moldes para que los rayos del sol sean el medio de cocción, no necesitan entrar al horno de pan porque no se come, son un elemento decorativo.


Esta pandemia que interrumpió las clases presenciales hace que las familias que emplea Julio acudan con sus hijos o hijas, quienes también ayudan a colorear las caritas más pequeñas, las del número cero, de apenas dos centímetros.


“Siempre se empieza cuatro o cinco meses antes, este año fue igual, pero se hizo poquito porque hay muchos rumores de que no va a haber plaza de muertos”, expresa con resignación.


Esa depresión en la economía repercute en sus ventas, pero también en los empleos que genera. Si el año pasado empleó a 18 personas para elaborar caritas para el pan de muerto, este año apenas ocho.


Compran menos


Dalila hizo un viaje de cuatro horas en transporte público desde Abejones, municipio de la Sierra Norte, y llegó a la Central de Abasto para adquirir todos los materiales que su familia necesita para elaborar el pan, principalmente las caritas.


Mientras pregunta el precio y elige los tamaños adecuados, no puede evitar compartir la nostalgia por años pasados, cuando elaborar pan de muerto representaba la oportunidad de incrementar los ingresos.


“Vamos a hacer, pero poquito, no se va a vender igual”, dice al inclinarse más por las caritas de tamaño pequeño y comprar muy pocas de 10 o 12 centímetros, aquellas que se utilizan para panes de uno o dos kilos.


Es en las caritas de mayor tamaño donde hay más variedad y posibilidades de personalizar el rostro y ocupación de la difunta o el difunto, pues “cada casa tiene sus moldes personalizados, cada quien los diseña” y cuando se comenzaron a elaborar este tipo de caritas se utilizaba el barro para darles forma y se cocían como los ladrillos rojos.


“Decíamos nosotros que se ponían a coser porque se freían en aceite para que cuando plasmara uno el corte de la carita, no se pegara, así era la curación de los moldes”, pero en estos tiempos son de plastiloka, de estaño o bronce, “más perfeccionados y la pasta se pega menos”.


Se puede elegir por una carita de una vendedora de pan, de fruta, de dulces regionales o flores, ya que será el próximo año cuando estén disponibles los nuevos diseños de Frida Kahlo y Diego Rivera.


El orgullo de adornar el pan


El coloreado comienza con el rosa para la piel, luego viene los diferentes tonos del cabello o un turbante el resplandor y los detalles de ojos, nariz y boca. El dorado es el toque final, en una mezcla de pegamento con alcohol.



“Es un orgullo el trabajo que uno hace, es una artesanía. No faltaba el cliente que preguntaba por una carita de una vendedora de pan porque a eso se dedicaba su mamá”, y así comenzó Julio hace ocho años a plasmar los oficios en las caritas de harina.


La falta de ventas por la contingencia sanitaria inevitablemente desanima a Julio, “como que se desmorona uno, se va para abajo”, pero eso no le impide abrir su local todos los días para dar vida a una tradición, aunque este año implique ir a un ritmo de venta “más despacito”.


 


Significado:


Representan la cara del o la difunta.


 


¿De qué están hechas?


Harina


Sal


Limón


Manteca de cerdo


La pasta pasa por un rodillo y la forma del rostro se marca en un molde.


Se endurecen con los rayos del sol


Se utilizan hasta siete colores distintos de pintura.


 


"Desde que estábamos chicos, se comenzaban a elaborar las caritas para que en septiembre ya  estuvieran disponibles”.


Julio, comerciante.



 


“Este año se hizo poquito porque hay muchos rumores de que no va a haber plaza de muertos”.


Julio, comerciante.



 


“Es un orgullo el trabajo que uno hace, es una artesanía. No faltaba el cliente que preguntaba por una carita de una vendedora de pan porque a eso se dedicaba su mamá”.


Julio, comerciante


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