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¿Pueden existir los zombies en la vida real? Esto dice la ciencia

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Agencias

Los zombis, gracias a sus continuas apariciones en películas y series de terror o ciencia ficción, se han convertido prácticamente en iconos de la cultura popular, pero, ¿qué pasaría si científicamente fuera posible su existencia? ¿Hay zombies en el reino animal? 

Definición de “zombie”

Primero tenemos que definir el término. Y aquí ya nos encontramos con el primer problema, pues en cada serie o película presentan los zombies de una forma distinta.

Sea como sea, un zombie es una criatura (generalmente humana) que, después de morir al ser mordido por otro zombie, resucita. Pero resucita siendo un ser que ha perdido toda la humanidad, que normalmente se encuentra en estado de descomposición, que deambula sin rumbo y que vive por y para devorar a otros seres humanos. Esto es, a grandes rasgos, un zombie. Y aquí llega la pregunta: ¿Es biológicamente posible?

Motivos por los que los zombies no podrían existir

Si consideramos un zombie como una criatura muerta con “vida”, éstos no podrían existir nunca.

Cuando morimos, nuestras células también mueren. Y cuando las células mueren, termina la vida básicamente porque se detiene el metabolismo celular y, por lo tanto, perdemos la capacidad de, por un lado, conseguir energía y consumirla y, por otro lado, consumir materia pero también generarla.

Cuando esto ocurre, no disponemos de combustible para mantener en funcionamiento los sistemas vitales ni podemos generar materia orgánica para renovar nuestros órganos y tejidos. Y al no poder hacer esto, nos convertimos simplemente en un “saco” de materia.

Y aquí nos encontramos con los dos primeros problemas. Por una parte, es imposible que un ser muerto pueda desplazarse, básicamente porque las células muertas no podrían generar la energía necesaria para propiciar las contracciones de las fibras musculares para la locomoción.

Y, por otra parte, en la naturaleza, la resurrección es imposible. No hay ningún virus que, al desplazarse al sistema nervioso, pueda provocar la vuelta a la vida. Cuando se produce la muerte celular, no hay vuelta atrás.

Además, si los "zombies" son criaturas muertas, significa que no disponen de sistema inmunitario. Por lo tanto, al no disponer de ninguna célula inmune, estarían totalmente expuestos al ataque de bacterias, virus y hongos, los cuales no tendrían ningún impedimento a la hora de devorar los órganos y tejidos de la criatura.

Un zombie en medio de la naturaleza sería como un filete dejado al sol. Pasados unos días, no quedaría nada. Cuando la materia orgánica muere, los microorganismos descomponedores terminan con ella rápidamente.

Además, en lo que se refiere a sus huesos, hay que tener en cuenta que el sistema óseo está también formado por células. Y que cuando estas mueren, los huesos se hacen cada vez más quebradizos. Un zombie simplemente no podría aguantarse en pie, su columna vertebral colapsaría y cualquier golpe provocaría una rotura total de los huesos.

De igual modo, las células del sistema nervioso también mueren, por lo que no habría ninguna manera de captar estímulos. En otras palabras: los zombies no verían, no olerían, no escucharían… Incluso si los tocaras no podrían sentir nada, pues tampoco tendrían sentido del tacto.

Pero si quitáramos este concepto de “muerto” y mantuviéramos las otras características, ¿los zombies podrían existir?

Aunque nos sorprenda, el tema de que las mordeduras te conviertan en una criatura así y que haya algo que tome el control de tu mente para que te conviertas en un ser totalmente distinto, es perfectamente posible. Y es más, ya sucede en la naturaleza.

Motivos por los que los zombies sí podrían existir

Si eliminamos el concepto de “muerto” y nos quedamos con una criatura viva pero que algo que se transmite por una mordedura lo convierte en un ser inhumano que no controla sus actos y que tiene tendencia a la violencia y al canibalismo, cuidado, porque no es para nada inverosímil.

Podemos decir que lo que contagia el “ser zombie” podría ser un virus que se transmite a través de las mordeduras.

Esto es perfectamente creíble. La rabia es un claro ejemplo de ello. Se trata de una enfermedad vírica que se transmite a los humanos a través de la mordedura de distintos animales, generalmente perros, murciélagos y mapaches y que tiene una letalidad del 99%.

Y ahora seguramente pienses: “Pero la rabia no se contagia entre humanos”. Y tienes razón. Entonces, ¿no hay enfermedades que nos podamos contagiar las personas si nos mordemos? Por supuesto. De hecho, las mordeduras humanas pueden contagiar (aunque sea poco probable) enfermedades como la hepatitis e incluso el virus del VIH.

Así que, en este aspecto, no hay problemas. Hay muchas enfermedades que se transmiten por contacto sanguíneo a través de mordeduras, por lo que perfectamente podría contagiarse el virus “zombie”. Y aquí es donde llegamos al siguiente concepto, quizás el más peliagudo.

Ahora tendríamos que analizar la idea de que un virus (decimos virus porque es lo que suelen decir en las películas) llegara al cerebro, tomara el control de tu sistema nervioso y te convirtiera en una criatura inhumana sedienta de sangre. Parece imposible ¿verdad? Pues no lo es. Porque hay un ejemplo de esto en la naturaleza.

La hormiga "zombie"

Existen unas hormigas que viven en los árboles de la selva de Tailandia con la mala suerte de convivir con una especie de hongo conocida como “Ophiocordyceps”. Este hongo, cuando se reproduce, libera esporas, las cuales viajan por el aire. 

Durante este viaje, una de estas hormigas puede tener la mala fortuna de toparse con ellas e ingerirlas accidentalmente. Y en este momento empieza algo que parece salido de la ciencia ficción.

Las esporas del hongo son capaces de, una vez dentro de la hormiga, desplazarse hasta su sistema nervioso central. Y una vez ahí, toman el control de su comportamiento. Al principio, la hormiga sigue con su vida normal, pero a medida que el hongo crece y se desarrolla, libera una serie de sustancias químicas que interfieren en su sistema nervioso de una manera que la hormiga ya no controla nada de su conducta.

La hormiga se ha convertido en un zombie. Y es que cuando llega este punto, la hormiga empieza a deambular sin dirección (como hacen los zombies de las películas) y tiene una serie de convulsiones que provocan que caiga de los árboles. Esto es lo que quiere el hongo.

El suelo es más húmedo y fresco, por lo que es mejor para su crecimiento. Llegados a este punto, el hongo ordena a la hormiga que se aferre a una hoja. Cuando lo ha hecho, el hongo mata a la hormiga y empieza a desarrollarse para generar esporas que vuelvan a infectar a otra hormiga. Entonces, ¿existen zombies en la naturaleza? Sí. 

Por lo tanto, tanto la transmisión de una enfermedad zombie a través de las mordeduras entre personas como la existencia de patógenos que toman el control del sistema nervioso central es perfectamente creíble. Y en este sentido, los zombies sí son algo posible.

 

 

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