Debilidad visual: caminar entre sombras
Despiertas, el impulso del día a día te levanta de la cama. Palpas en la penumbra en busca de la ropa y los zapatos. Te vistes. El reloj que avanza sin descanso te dice que es hora de salir. Tomas el bastón con el que te abres paso en una ciudad de movimiento veloz, agitado, colérico a las horas y minutos.
Al nacer, tus ojos ya eran cavidades por donde las figuras pasaban borrosas, una bruma eterna que sólo permite distinguir siluetas, contrastes de sombras y luz.