Pasar al contenido principal
x

Resisten al cambio climático productores de sandía en Valles Centrales

Foto(s): Emilio Morales Pacheco
Nadia Altamirano Díaz

Cuilápam de Guerrero, Oaxaca.- La sequía, calor extremo, lluvia atípica y granizo al que se enfrentó su primer cultivo de sandía, hacen que Columba, Nestor y Cenorina reafirmen que fue atinado arriesgarse a sembrar esta fruta en un terreno de mil 200 metros cuadrados, donde tradicionalmente se cultivaba el sistema milpa: maíz, frijol y calabaza.

Sin hacer cuentas del todo, porque todavía faltan otros dos cortes, Columba Silva Avendaño, agrónoma de profesión y de familia campesina, admite que no se lograron las tres toneladas planteadas como meta para su cosecha, pero conseguir al menos la mitad, la anima a volver a intentarlo.

Este cultivo, del que Oaxaca participa con el 3.1 por ciento de la producción nacional, se centra principalmente en 40 municipios donde habitan menos de mil productores.

El Atlas Agroalimentario del Estado de Oaxaca, con datos del año 2017, ubica a Oaxaca en el octavo lugar de producción nacional con 42.3 mil toneladas de sandía, poco más se una tercera parte sembrada en la Sierra Sur, el Istmo, la Costa y Sierra Norte, sin figurar los Valles Centrales

Sacar provecho del clima

No necesitan ser las 12:00 del día para que el sol caiga a plomo en la parcela. La radiación hace que la temperatura en el ambiente empiece a elevarse. Si se quiere trabajar la tierra, debe empezarse a más tardar a las 7:00 horas y terminar como máximo a las 11:00 horas.

“Ya no se puede trabajar hasta más tarde por el calor que se siente”, expresa Columba, protegida con una camisa de manga larga y un sombrero de palma, pero en vez de quejarse de esa sensación térmica que por momentos se vuelve insoportable, su familia decidió sacarle provecho.

“Los productores pueden diversificar, aprovechar esto del cambio climático, aunque es riesgoso, pero después de la milpa pueden sembrar su sandía”, dice con emoción Columba, antes de explicar que para que esta primera cosecha estuviera lista el 27 de mayo, sembraron casi tres meses atrás, el pasado 8 de marzo.

Superar las dudas

Cenorina Avendaño González, madre de Columba, recuerda bien cuando su hija y su yerno Nestor comenzaron a sembrar mil 600 plántulas de sandía, las vio tan pequeñas que no imaginó que al poco tiempo su tallo se arrastraría por la tierra y alcanzaría a medir hasta tres metros, a manera de una enredadera rastrera poblada de hojas.

“Me sorprendí, porque al principio a la plántula la vi muy chiquita y dije:¿cómo va a ser para crecer tanto? Ya, cuando tenía unos quince días ya la vi que se desarrolló muy bonita y empezó a crecer y a crecer. Vine a ayudar a fertilizar, a deshierbar y después vimos que echó su florecita, pero la primera que está junto a la raíz, esa no funcionaba todavía, es la de la mitad de la guía donde se desarrolla la sandía”, relata.

Entre las hileras de camas acolchadas que facilitan el riego por goteo y protege a la planta de la maleza, Nestor y Columba buscan una sandía de gran tamaño. Además de tocarla, escuchan que de su interior emane un sonido hueco que les asegura que está lista para comer.

Si al cortar una sandía el pedúnculo secreta una sustancia roja como si llorara, Columba y Nestor lo interpretan como señal de que es que es una buena sandía. Basta rebanar la sandía, que truena al paso del cuchillo, para comprobar que si está jugosa es porque recibió suficiente agua.

Prepararse para la siguiente siembra

Nestor Allende López, quien como su esposa es ingeniero agrónomo, no demerita lo logrado en esta primera siembra de sandía. Además del margen de ganancia, por más mínima que resulte, para él lo más valioso es el aprendizaje de aprender en qué tiempo sembrar para evitar que el agua de lluvia pudra la sandía.

“Si llueve hay que venir a darles la vuelta para que no se echen a perder y entre más sandías tengamos, es más pesado”, por lo que ahora están considerando sembrar nuevamente en septiembre u octubre para tener fruta a fin de año que comercializarán ellos mismos.

Ninguno elige asumirse como víctimas del cambio climático, pero es Cenorina, cuya filosofía repta a ella desde la tierra que le da de comer, quien no tiene duda que mientras la maleza crezca, hay buena señal: “Nace la hierba porque la tierra es fértil”.

La sandía

Originaria de África.

Por su colores, es símbolo de identidad cultural.

Su alto contenido de nutrientes contribuye a la prevención de diabetes, ataques cardíacos, infecciones, fiebre, deshidratación, obesidad y otros problemas de salud.

Oaxaca produce anualmente 42.3 mil toneladas de sandía.

La producción estatal representa el 3.1% de la nacional.

40 municipios cultivan esta fruta.

La Sierra Sur aporta 15.4 mil toneladas, el 36.4% de la producción estatal.

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.