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El sacrificio de un padre

Foto(s): Cortesía
Tomás Martínez

Con el compromiso de servir a la ciudadanía, los policías y bomberos han dedicado más tiempo a su trabajo que a su familia, sacrificio que vale la pena al saber que son un ejemplo para sus hijos.


"Mi papá es miembro del Heroico Cuerpo de Bomberos"


Hace más de 20 años, ella era la más pequeña de la familia. Recuerda que desde su etapa preescolar, hasta la primaria y un poco más, siempre solía presumir con sus amigos algo que la llenaba de orgullo: “Mi papá es bombero”.
Así es como transcurrió la infancia de la hija menor de Fernando Castillo Galindo, bombero primero en la subestación zona sur, actualmente con 25 años de servicio ininterrumpido, y quien además es papá de otros dos hijos.


En una pequeña entrevista, en el marco del Día del Padre, el Vulcano aseguró que la necesidad por mantener a su familia lo hizo llegar a la institución. Le profesión le gustó desde el primer momento y decidió continuar a pesar de los peligros que el oficio conlleva.


Recordó que cuando sus primeros dos hijos tenían cuatro y dos años de edad, él acudió a un incendio que se registró en el antiguo supermercado Gigante, en la colonia Reforma: “Fue una noche en la cual, junto con otro compañero, nos dirigimos a la parte de arriba del edificio a sofocar el incendio. Sin embargo, de abajo empezaron a echar más agua y con más presión, por lo que todo ese humo y aire caliente subió hacia donde nos encontrábamos. Empecé a sofocarme y sentí mucha ansiedad por respirar aire fresco. Por poco me privo por la falta de aire, pero gracias a Dios logré salir sin ningún problema”.



 


Decálogo de honor


A la entrada de la estación ubicada cerca de Plaza Oaxaca, muy cerca de los dormitorios se puede leer el siguiente decálogo:


"Dios, cuando soy llamado al deber doquiera que las llamas muestren su ira, dame la fuerza para salvar una vida, cualquiera que sea su edad.


Ayúdame a abrazar a un niño pequeño antes de que sea demasiado tarde, o a salvar a un anciano del horror de ese destino.


Permíteme estar alerta y escuchar el grito más débil; rápida y eficientemente extinguir el fuego.


Quiero llenar mi vocación y dar lo mejor de mí para cuidar a cada uno de mis vecinos, y proteger su propiedad.


Y si, de acuerdo a mi destino, pierdo la vida, por favor bendice con tu mano protectora a mi esposa y mis hijos…"


Sacrificio, voluntad y acción


Y es que, aunque Castillo Galindo describe su profesión como cualquiera otra, los riesgos son inminentes y su familia lo sabe.


“Cuando mis hijos fueron creciendo, fueron asimilando un poco más mi trabajo; pero yo procuraba contarles cosas que no les causaran pánico y que no los asustaran. Únicamente les contaba lo bien que me había ido”, compartió.


Aseguró que años atrás, en la escuela era muy raro que hicieran festivales por el Día del Padre, pero las pocas veces que hubo la oportunidad, ahí estuvo presente cuando su trabajo así lo permitió.
Sostuvo que, como personal de bomberos, saben que no pueden llevarse problemas a sus casa, y al contrario, deben disfrutar a la familia que tienen, para cargar fuerzas y salir a trabajar otra vez.


“Como bombero, esto me ayudó a enseñarle disciplina a mis hijos, a guiarlos por un buen camino y a alejarlos de todos los problemas que pudiera haber. Como todo padre que quiere mucho a sus hijos, siempre los trato de guiar por el camino del bien”, resaltó.


Compartió que para sus hijos, su trabajo es bueno, pues no cualquiera lo tiene. Lo respetan y siempre le dicen que se cuide mucho, a lo que él responde que trabajará con todas las medidas de precaución que pueda haber.
“Para todos aquellos que tenemos la dicha y la felicidad de tener hijos, es importante quererlos y protegerlos desde que son pequeños. Ser papá es algo que yo no cambiaría por nada, el verlos crecer y verlos ahora como adultos es lo mejor que me pudo pasar”, finalizó.


"El poco tiempo libre, para mis hijos"


Durante 22 años con ocho meses, Salomón Matías Sánchez ha portado un uniforme con el cual no sólo se ha ganado el respeto de la ciudadanía, sino de su esposa e hijos, a quienes les dedica el "tiempo que le queda libre".
El comandante Delfín, como lo conocen sus compañeros, precisa: "Un buen tiempo estamos en el trabajo y el rato libre en casa para estar con la esposa y los hijos".


Entrevistado en su vivienda ubicada en una colonia Popular, desde donde puede admirar la ciudad de Oaxaca, Matías Sánchez escucha las canciones de Rigo Tovar y agrega: "A ellos (esposa e hijos), les gusta que sea policía; se han acostumbrado a vivir así y están contentos".
Su familia está contenta con el trabajo de Salomón y se lo han demostrado.


"En el poco tiempo que tengo para ellos, les he dicho que tengan respeto por las personas, que sean buenos ciudadanos, les he inculcado los valores", agregó.


-Usted ha dicho algo muy importante, "el poco tiempo", ¿le han pedido más?
-Sí, me han dicho siempre mi esposa y mis hijos, que quisieran que uno estuviera más tiempo con ellos, pero a veces en el trabajo es necesario sacrificarse y dar un poco más, porque de ahí se lleva el sustento a la casa.



 


Sueño cumplido


El primero de octubre de 1993, Salomón logró su anhelo de ser miembro de la Policía Municipal de la ciudad de Oaxaca. Trabajando como obrero, veía a los policías y pensaba que por su condición física podría integrar la corporación policíaca.
"Yo corría, hacía ejercicios, aprendí artes marciales y pensé que podía someter a los delincuentes y por eso ingresé a la policía", dijo.


Ingresó como policía raso, pero con su preparación logró llegar a desempeñar el cargo de supervisor general.


"En ese tiempo era estar pendientes las 24 horas, estar todos los días, el 95% de tiempo en la corporación y el resto con la familia".


Como anécdota recordó que en una ocasión salió con su esposa y sus tres hijos a comer una pizza, pero la cual tuvo que dejar. Una llamada telefónica para reunir a 100 elementos y apoyar en un operativo urgente a la Policía Estatal fue la causa por la cual dejó a su familia y se fue a trabajar en un día domingo.
Lo mismo ocurre en las clausuras, donde sólo llega un rato a la comida y se va a trabajar.
 


Alta responsabilidad


"La familia siente la ausencia, a veces te lo reprochan, pero al final entienden que tienes que trabajar, que tienes que dedicarle tiempo a tu trabajo y demostrar a la ciudadanía que tienen el apoyo de la policía", sostuvo.
Sus dos hijos mayores, de 20 y 18 años, no se han interesado por ingresar a alguna corporación policíaca;  el mayor ha decidido trabajar, el segundo sigue estudiando y la última cursa la secundaria.


A sus hijos les ha inculcado los valores para que cuando crezcan sean buenos ciudadanos; a sus compañeros policías, los motiva a dar todo por la corporación y servir a la ciudadanía, y a los padres ser un buen ejemplo para sus hijos.
 


Preparó a sus hios "para ser buenos"


Taurino López, comandante en la policía municipal de Oaxaca de Juárez, precisó que el ser policía es una satisfacción, pero una más grande, que sus dos hijos sean personas de bien. A ellos los ha forjado para ser honestos, rectos y trabajadores.
El jefe policíaco precisó que inició con muchas carencias, pero las pudo superar; primero, al ingresar al Ejército Mexicano a los 17 años de edad, el 18 de agosto de 1975, en el 54 batallón de infantería en Puerto Escondido.


Padre de Tomás, quien siguió sus consejos y ahora es comandante en la Agencia Estatal de Investigaciones, y de Taurino, dedicado primero a la policía y después al periodismo; mencionó que al salir de su comunidad, San Pedro Jicayán, Jamiltepec, su deseo era superarse.
Tras cuatro años de estar en Puerto Escondido, fue promovido a soldado archivista en el cuartel general de la 28 zona militar, con sede en Santa María Ixcotel, Santa Lucía del Camino y fue cuando tenía poco tiempo para su familia, pero el poco tiempo que le dedicaba, era de calidad.
Con muchas carencias, el jefe policíaco empezó a rentar un domicilio para vivir con su familia.



 


Valores de padre


El 16 agosto de 1988 causó baja del Ejército Mexicano  y empezó a laborar como comisario en la Secretaría de Seguridad Pública.


Su vocación por ser policía se hizo realidad el 16 enero de 1992, al ingresar a la policía municipal de la ciudad de Oaxaca, donde empezó a escalar poco a poco, con dedicación y esfuerzo, hasta llegar a supervisor general de la policía de proximidad social, de la Comisión de Seguridad Pública, Vial y Protección Civil Municipal de Oaxaca de Juárez.


A sus 58 años de edad, el comandante Taurino aún sigue inculcando valores a sus hijos. "Uno nunca debe abandonarlos, aun cuando tengan familia, hay que estar pendientes de ellos y seguir guiándolos por el camino del bien".


“Como bombero, esto me ayudó a enseñarle disciplina a mis hijos, a guiarlos por un buen camino y a alejarlos de todos los problemas que pudiera haber. Como todo padre que quiere mucho a sus hijos, siempre los trato de guiar por el camino del bien”Taurino López, comandante de la policía municipal de Oaxaca de Juárez

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