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Un río cultural maravilloso

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

MONTERREY, NL.- En sus calles se mezclan el aroma del mar, el repique de pandero, los acordes de guitarra y el sabor del agua de coco; hacia un lado, los cerros verdes pintan un paisaje natural único, y hacia el otro, el océano marca el ritmo de una ciudad que se toma el tiempo de contemplar su propia belleza.


Antigua capital brasileña y principal tarjeta postal del país, Río de Janeiro está en los ojos mundiales al convertirse en la primera ciudad sudamericana en albergar los Juegos Olímpicos, que arrancarán el 5 de agosto en el icónico Estadio Maracaná.


Deportistas y visitas de todo el mundo durante la justa deportiva conocerán esta urbe que, más allá de ser un popular destino turístico, es un polo cultural latinoamericano, cuna de manifestaciones artísticas particulares.


Desde el autor decimonónico Machado de Assis hasta el pilar de la bossa nova Vinícius de Moraes, grandes figuras cariocas -es decir, oriundos de Río- reflejan en su obra la belleza de la vida cotidiana en este sitio, conocido en Brasil como la "Cidade maravilhosa".


La inspiración carioca


En una de sus canciones más famosas, "Corcovado", Antonio Carlos Jobim, describe la vista desde su ventana, donde se impone el célebre Cristo Redentor.


Esta escena, señala el catedrático José Javier Villarreal, refleja una inspiración clave de los poetas cariocas: la contemplación de la calle desde el espacio personal interior, sobre todo en poetas como Armando Freitas Filho y Ferreira Gullar.


"Una característica de los poetas de Río es que ven hacia afuera, pero desde el interior, y quizá esto se deba al fenómeno, que en México es menos común, de vivir en departamentos", explica.


"Es una perspectiva donde el poeta tiene la ciudad a sus pies, una forma de ver la ciudad de arriba hacia abajo que es muy particular a Río".


Por ello, un elemento recurrente en la literatura carioca, añade, es la presencia del balcón y la terraza, espacio donde el poeta observa su entorno y percibe cómo éste, igual que él, se transforma gradualmente.


Como ejemplo, el poema "Todo cielo es anónimo", de Freitas Filho, traducido por Villarreal, demuestra el acto de contemplar y meditar desde el balcón.


"Todo cielo es anónimo/ aunque las tarjetas postales/ intenten localizarlo", se lee en un fragmento. "Éste de aquí está sobre las olas/ dibujadas, piedra a piedra,/ en la avenida costera".


Incluso "La Chica de Ipanema", de Vinícius de Moraes, una de las canciones más conocidas a nivel mundial, es fruto de una inspiración parecida, de una observación no desde un departamento, sino en un bar, donde contempla el paso de una bella mujer rumbo al mar.


Samba: del menosprecio al orgullo


Si una de las características más reconocidas de los cariocas es su alegría y vivacidad, ésta se exalta cuando se acompaña con ritmo de samba.


El tradicional género musical tiene orígenes africanos, y si bien en otros estados del país, como Bahía o Pernambuco, surgieron danzas parecidas, es en Río de Janeiro donde nace su versión moderna.


En su libro El siglo de la canción, el músico e investigador Luiz Tatit señala que el movimiento corporal, aportado por la raíz africana, es una presencia constante en el arte sonoro brasileño.


"La danza, el ritmo y la melodía dieron calibre a la música popular y servía de ancla a los vuelos estéticos de la música erudita", detalla en el texto.


Aunque el samba hoy en día es uno de los máximos orgullos de Brasil, ejemplificado en su famoso Carnaval, el racismo del país, último de América en abolir la esclavitud, en 1888, hacía que en sus principios fuera considerado inferior, explica el promotor cultural Abel Figueroa.


"Igual que el jazz, el samba era considerado música de pobre por ser principalmente de negros, pero después se fue adaptando y se volvió parte esencial de su identidad nacional", detalla el especialista en música popular brasileña.


Si bien el samba es conocido a nivel mundial, otro género de igual importancia cultural, menos conocido fuera de Brasil, es el choro, estilo de música principalmente tocado con alientos, cuerdas y percusiones que exalta el virtuosismo de sus ejecutantes, añade.


El retrato de la violencia


No es necesario caminar mucho por las calles de Río de Janeiro para percibir grandes contrastes; en el panorama urbano se mezclan lujosos complejos departamentales y asentamientos irregulares.


Esta desigualdad es otro elemento cotidiano de la ciudad, lo que lleva a que un elemento fundamental de la vida en ella sea el miedo constante al robo, al asalto y a la violencia, explica el profesor de portugués Clayton Nascimento.


"Es un sentimiento extraño caminar por las calles de Río, al mismo tiempo sientes la felicidad de estar en un lugar tan bello y el temor de ser víctima de robo", detalla el licenciado en crítica literaria.


Como ejemplo artístico de esto, indica, está el libro Ciudad de Dios de Paulo Lins, luego adaptado al cine por Fernando Meirelles. Se inspira principalmente en la cultura de violencia de la urbe, mostrando de forma tridimensional el entorno de una favela, o barrio marginado brasileño.


"Retrata la criminalización de un barrio, pero también lo multifacética que es su población, y esta obra luego inspiró otras historias, como (el filme) 'Tropa de élite', que se inspiran en la actividad criminal como cotidiano", explica.


Otro caso es la obra del cuentista y novelista Rubem Machado, cuyos textos reflejan el día a día violento de la urbe, con temas como tráfico de drogas, prostitución y marginación.


Esta situación hace de Río una ciudad retadora para vivir en ella, cuenta Mariza Vale, carioca que desde hace dos años y medio vive en Monterrey.


Si bien no extraña ese miedo de andar en la calle, lo que más despierta la nostalgia, admite, es esa belleza que prevalece ante los problemas, la posibilidad de caminar dos cuadras para pasar la tarde en la playa de Copacabana y sentirse en un paraíso tropical.


"Los cariocas dicen mucho que viven donde todos los demás van de vacaciones", dice sonriente, "la hermosura natural y urbana de Río te hace ver que realmente es una ciudad maravillosa, que Dios existe, y que él es brasileño".

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