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Hermenegildo, 50 años de chirimitero

Foto(s): Cortesía
Redacción

Oaxaca.- Matinal lunes fresco y soleado, que se topó con irritación ciudadana: “¡Paren de estar chingando, cabrones! ¿Qué no ven que afectan al pueblo? ¡Vayan a fregar al gobierno o los de su casa!”.


El grito por todos lados, hombres y mujeres de la tercera edad principalmente, que se armaron de valor para cruzar los bloqueos de la Sección 22 del SNTE.


En el interior del recinto, fiesta pero también peticiones:


“No está bien lo que hacen los maestros; lo único que hace la gente es venir a la fiesta. No es malo eso, ¿porqué dañan nuestras fiestas? ¿Qué no se dan cuenta que ellos mismos se hacen daño”?


Eso cuestiona don Hermenegildo Contreras Cruz, campesino de San Sebastián Ocotlán, que está a punto de llegar a la media década de participar en las guelaguetzas como chirimitero.


Y tiene una particularidad, él mismo elabora sus propias flautas, de madera o barro, e incluso les pone letreros especiales de cada año, o las hace de figuras religiosas.


El hombre de más de seis décadas inició con su primer Bani Stui Gulal –representación zapoteca cuyas ediciones ya no se llevan a cabo-- allá por 1969; un años antes participó en la grabación de un disco sobre música autóctona, con el maestro Julio López Sánchez.


“Llevo 46 años participando en el grupo de chirimías --hombres vestidos de manta blanca y huaraches con tambores y flautas que encabezan y anuncian el inicio de las fiestas en los pueblos--; ya tengo mi propio grupo de ocho personas, incluyendo mi hijo y mis nietos”, dice.


El hombre se dedica a las actividades agropecuarias pero también a la elaboración de artesanías de totomoxtle, por el cual forma parte de la exposición y libro “Los 100 grandes maestros del arte popular”, editado el año pasado.


Es la cabeza de los chirimiteros que abrieron ayer, como cada año y cada Lunes del Cerro, las fiestas de la Guelaguetza; ha ido a muchas ciudades del país a acompañar a delegaciones, principalmente de las Chinas oaxaqueñas.


Relata que la Chirimía es un pedazo de madera perforada con cinco o seis orificios que los ancestros ocupaban en la época prehispánica para anunciar las fiestas. Ahora interpretan con ese instrumento desde un Dios nunca muere” hasta un las Mañanitas, pero con práctica y experiencia.


De las acciones magisteriales dice:


“Es triste para ellos; están dañando el mismo población; ellos también se dañan porque entre más mal esté el país y el estado, ellos también van a estar mal".


“Si el dinero llegara a los pueblos, si se vendieran sus artesanías, yo aseguro que ellos le van a dar un trato mejor a los maestros, pero como ahora en los pueblos, auque no lo dicen, sí sienten que el maestro está haciendo mal. Ya debería terminar el problema, ojalá que entiendan todos que deben ser conscientes de no dañar a la gente, que esté todo más tranquilo”, dice el indígena zapoteca.


Lamentos por todos lados por las acciones magisteriales. Mujeres y hombres de la tercera edad, como adultos mayores, con una serie de complicaciones para poder cruzar los bloqueos.


Muchos más fueron apoyados por patrullas de las policías Vial y Estatal en el interior del circuito del cerro del Fortín para llegar al auditorio. Irritación por doquier.


“Pinches, ni parecen maestros. Ni parecen de Oaxaca, porque en lugar de amar su tierra, su gente y sus costumbres, la dañan”… masculla otro hombre mientras cruza con temor la barrera magisterial.

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