Pasar al contenido principal
x

Denarios: Gina quería estudiar... | Última de dos partes

denarios-gina1
Foto(s): Cortesía
Redacción

Cuando Gina terminaba de hacer el aseo, ponía un camino de periódico del sillón al baño, para cuando el niño quisiera ir. Una vez completado el aseo de la casa, iba al mercado y regresaba para hacer la comida. A las dos de la tarde, ya debía tener puesta la mesa donde no podían faltar las tortillas recién compradas. En el lugar que ocupaba la maestra en la mesa, tenía que haber dos revistas. Una de Yolanda Vargas Dulché y otra del Llanero solitario o Kalimán. Pasada la hora de la comida, Gina limpiaba la cocina, y dejaba lista la merienda.

Al llegar la tarde, Gina terminaba sus labores, se preparaba para ir a la Academia de secretariado, mientras la maestra se iba a su trabajo. Así era la rutina de la muchacha. Un mes después de la llegada de Gina, nació la quinta hija de la maestra.

Un día, como cualquier otro, Gina salió con rumbo a su escuela dejando a los niños sentados en los sillones. Antes de salir, les recordaba las recomendaciones de su mamá. Entre ellas, no ensuciar la casa y no abrir la puerta a los extraños. Ella tomaba sus clases de seis a diez de la noche. Uno de esos días que Gina fue a la academia, regresó a la casa a las diez y media de la noche. Cuando entró, los niños ya estaban dormidos, al menos eso creyó ella. Pero como tenía la costumbre de entrar y corroborar que ya todos estuvieran en su cama, se acercó al niño y le sorprendió su respiración extremadamente pausada. Asustada, llevó al niño a la cama de su mamá, que aún no llegaba. Presa de la angustia, Gina dejó al niño y salió a la calle a las once de la noche para dirigirse a la Cruz Roja, que estaba ubicada a dos cuadras de la casa, para pedir ayuda, lo cual no obtuvo. Con determinación bajó a la siguiente cuadra, donde vivía un médico que daba consultas en el ISSSTE. Tocó con desesperación la puerta. El doctor abrió y al verlo le rogó que fuera a ver al niño, dándole los pormenores de cómo lo había encontrado. El doctor se conmovió y fue con ella.

El médico le dijo que él niño tenía una fuerte deshidratación. Como empezaba a subirle la temperatura, le dijo a Gina que le llevara una cubeta con agua y una toalla para refrescarle y que empezara a darle un suero que el médico le preparó. En eso llegó la maestra, que se sorprendió al ver al médico en la casa. El doctor le llamó la atención por el descuido del niño, ya que les tenía estrictamente prohibido a sus hijos tomar agua por no ensuciar la cocina. La reprendió también por dejarlos solos hasta altas horas de la noche y le dijo que agradeciera la iniciativa y valentía de Gina para salir a buscar ayuda. La maestra reconoció su descuido y el valor de su empleada. A partir de ahí, Gina se volvió parte confiable de la familia.

Al recibirse Gina de Secretaria, la maestra le consiguió trabajo en la preparatoria donde ella laboraba, dejándola seguir viviendo en su casa por varios años más. 

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.