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Lecturas para la vida: Carta para Emilia

mujer-escribiendo
Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Mónica Ortiz Sampablo

Querida Emilia:

Hace tiempo debí escribirte esta carta; entonces cursaba alguno de los años de mi formación normalista; en mi grupo sólo había dos hombres y no más de diez mujeres; ellos se adaptaban a la forma de trabajo que nosotras dictábamos. Por ese tiempo se empezaba a hablar del feminismo, aunque no era un tema que figurara en lo apremiante; sin embargo y mira que lo recuerdo muy bien, la mayoría de las maestras eran mujeres; una de ellas llegó un día hablando de ti, nos pidió que leyéramos un cuento titulado "El encaje roto"; ese texto me reveló al personaje de una cuyo poder de decisión no tenía límites, una mujer creada por una escritora que sin duda también se caracterizaba por poseer un temple avasallante.

Ahora que tengo la oportunidad de conocer un poco más de tu extensa obra, admiro el trabajo que realizaste durante años; incluso desde la posición de privilegio que tu estatus económico te adjudicaba, bien pudiste optar por dejar que el lujo y la comodidad de una vida resuelta  se adueñara de tu intelecto, pero no fue así, buscaste un lugar en los espacios que sólo los hombres podían ocupar; claro, no fuiste la única, pero sí una de las más aguerridas; te sentaste a discutir temas que solamente ellos podían discutir e hiciste temblar a más de uno. Se cuenta que retaste al mismísimo Víctor Hugo, a quien no le simpatizó tu opinión; también convertiste en blanco de críticas a Émile Zola, quien realizó un comentario terriblemente misógino al decir que tu libro "La cuestión palpitante" estaba tan bien escrito que no podía haber sido escrito por una señora, que esas páginas no habían podido escribirse en el tocador; ¡vaya afrenta!

Me complace saber más de ti, por ejemplo, que defendiste los derechos de la mujer, sobre todo el derecho a la educación de las niñas, como la principal forma para emanciparse de los hombres y de una sociedad opresora. Tu insistencia en ocupar un lugar en la Real Academia Española, no considero que fuera un acto egoísta o un triunfo personal; lo buscaste como una forma de abrir espacios para las mujeres; y aunque no te lo permitieron, nunca te diste por vencida; la prueba mayor es que tu obra sigue siendo vigente al igual que la de mujeres mexicanas que como tú viven a través de sus letras, le pese a quien le pese.

Agradezco tus frases gloriosas.

Mónica

[email protected]

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