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Hacienda del Rosario, joya de la Mixteca, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

SAN MATEO ETLATONGO.- Los pequeños ojos negros de doña Rogelia López Gómez se humedecen al recorrer la hacienda de El Rosario donde vivió su niñez y juventud acompañando a su madre, la última persona encargada de custodiar el inmueble construido en el siglo XVII por la orden de los dominicos.


Durante más de dos siglos la hacienda de El Rosario convirtió al pueblo de Etlatongo en el centro productor de harina de trigo más importante de la región Mixteca y un concurrido centro comercial donde se mercaba maíz, frijol, pan, entre otros productos de la zona.


En lo que fue el patio central del casco de la hacienda doña Rogelia señala que, en torno al portal, se ubicaban los cuartos donde se almacenada todo lo que se producía en la hacienda: harina de trigo, maíz, fruta, frijol, etcétera.


“Estaba muy bonito, había molino de nixtamal, tenía un jardín grande, había molino de trigo, mucha gente venía aquí a hacer plaza; en los patios exteriores había capulinares, duraznales, membrillales, todo estaba muy bonito; los terrenos de fuera servían para amarrar los caballos y mulas”.



En su época dorada la hacienda tenía más de 90 hectáreas para cultivar granos y crianza de ganado. FOTO: Mario Jiménez

“LA CASA ERA MUY BONITA”


A sus 77 años de edad, los recuerdos se agolpan en la pequeña cabeza cubierta de canas al describir la casa grande, los patios empedrados, la cocina y hasta la pequeña capilla interna, donde se ofrecían servicios religiosos.


“Mi mamá fue la última responsable de cuidar la casa y, como no había luz, le daban un garrafón de petróleo y su candil para que se quedara ardiendo toda la noche; a mi mamá le pagaban, poco pero le pagaban”.


Entre las gruesas columnas y arcos adornados con hojas de laurel, así como muros derruidos, rememora que los barandales estaban llenos de flores e, incluso, había una terraza para disfrute de los dueños.


“Al final el señor Vicente Juárez se quedó con la hacienda, ¿cuánto pagó y a quién? No sabemos, ya no vimos, pero un día vino y vendió los bancos del molino de harina, las vigas de los techos, la herrería de balcones y toda la maquinaria de los talleres y el molino de nixtamal. Incluso, dicen que encontraron dinero, pero eso se dice, mi mamá y yo ya no vimos si supimos nada; eso fue en 1968 y, desde entonces, está abandonada”.



Los testimonios de la grandeza de la hacienda se encuentran por doquier. FOTO: Mario Jiménez

LA OBRA DOMINICA


El señor Francisco Montes López, quien también vivió en la hacienda, señala que la construcción data de 1820, de acuerdo a testimonios históricos, y fue propiedad de la orden religiosa de Santo Domingo de Guzmán.


“Por eso se observan todavía las gruesas columnas, los arcos y decoración casi eclesial con hojas de laurel y mantos; estamos entonces ante una obra civil de gran importancia en lo que hoy se denomina La Ruta Dominica”.


Añade que en 1859 la aplicación de las leyes de Reformas y desamortización de los bienes de la Iglesia ocasionó que los frailes se vieran obligados a ceder la hacienda a sus arrendatarios y éstos comprarla al gobierno mexicano.


De acuerdo José María Cobos, autor del Diccionario Geográfico, Histórico y Bibliográfico de los Estados Unidos Mexicanos, en 1891 la hacienda de El Rosario se componía de dos molinos, una casa habitación con varias piezas de terrado, un gavillero, tres piezas donde se ubican los molinos y un portal que mira al sur.



Don Francisco Montes López rememoró que la hacienda tenía el molino de trigo más importante de la región Mixteca. FOTO: Mario Jiménez

Para 1910, el propietario era Juan Oteyza Larralde y la hacienda fue importante en el inicio de la Revolución Mexicana por su impacto en la economía de la región. Carrancistas, zapatistas y demás grupos se abastecían de alimentos en la misma y, por tanto, no saqueaban al pueblo de Etlatongo.


“Aquí venían a abastecerse los grupos revolucionarios y pedían alimento para humanos y animales, quien soportó todo esta sangría fue la hacienda de El Rosario y, por ello, no saquearon al pueblo, incluso querían quemar los edificios públicos”.


A pesar de ello, en 1913 la hacienda está reconocida como una finca importante en el distrito de Nochixtlán y, en 1925, María Manuela Antuñado Ortíz, viuda de Oteyza, aparece como propietaria hasta 1927, cuando aún tenía una extensión de 98 hectáreas. Después la heredó Mario Oteyza de Cedillo y luego pasó a manos de María de la Paz Oteyza Antuñano.


Para 1960 aparece como dueño Ramón R. del Río, vendedor de máquinas de coser Singer, quien se enamoró de Rosarito, oriunda de Nochixtlán y se la llevó a vivir a la hacienda; para al final aparecer un apoderado legal de Ramón, el señor Genaro Cantú, quien supuestamente le vendió a Vicente Juárez.


EL PROYECTO

El presidente municipal, Miguel Ángel Carrizosa, informa que con el propósito de rescatar la ex hacienda, que tiene una enorme importancia histórica en la comunidad, decidieron elaborar un proyecto para destinar el inmueble a casa de la cultura y museo comunitario.

“Hace unos tres meses arqueólogos de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, encontraron granos de maíz prehistóricos, así como cerámica y algunos otros objetos, que fueron resguardados en Cuilapám de Guerrero, entonces tenemos la intención de abrir un museo para traer esas piezas para Etlatongo”.

Comenta que ya apareció un supuesto dueño de la hacienda, pero no trae documento oficial que avale la propiedad. “En una ocasión vino, pero nada más hacía la finta con que traía un documento de compra-venta, por eso las autoridades municipales, ejidales y comunales decidimos cerrar el acceso al lugar”.

Confía en que las autoridades apoyen el proyecto, “porque ya tenemos una idea muy clara de lo que puede hacerse en el casco de la hacienda y la asociación civil Unidos Hagamos Tequio (UNHETE), que dirigen Gregorio Adolfo Rodríguez Noguera y Javier Arrieta Vásquez, nos está apoyando con los proyectos arquitectónicos, pues el lugar ocupa un lugar importante en la historia de Etlatongo y todo el valle de Nochixtlán”.


Autoridades municipales, agrarias e integrantes de la sociedad civil UNHETE, que dirigen Gregorio Adolfo Rodríguez Noguera y Javier Arrieta Vásquez,  trabajan para rescatar el inmueble. FOTO: Mario Jiménez

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