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Carrera contra el COVID-19

Foto(s): Cortesía
Julio León

La atleta Livia Hernández se pone el traje de guerrera. Pero ahora no es para terminar un maratón sino para luchar contra el COVID-19 (coronavirus).

 

“Cuando llegas a casa con los pies cansados y exhausta del trabajo, no hay nada más confortable que el abrazo de un hijo, y ahora no poder hacerlo de la misma forma es doloroso, parte el alma. Pero es la profesión que elegimos y nuestra tarea está en aportar para salvar vidas”.

 

 

Son las palabras desde el corazón de la especialista en pediatría y encargada de diagnosticar si se trata o no de un caso sospechoso o infección de COVID-19 (coronavirus) en el área de Triage, que es la primera línea de contacto y clasificación de los pacientes, en el Hospital de la Niñez Oaxaqueña.

 

 

Los niños, por lo general, no son factor de riesgo, pero existe posibilidad, por lo cual se preparan para hacer frente al virus que ha colapsado al mundo.

 

 

Además de ello, como médico, Livia estaría apoyando en dicho hospital o en otro más en caso de ser requerida.

 

 

Y es que en días pasados ya les fue consultado si estarían dispuestos a apoyar en otros centros hospitalarios donde se requiera de mayor personal y ella deja en claro que sí estaría en la disposición, “para eso estudiamos”, asienta con determinación pero con esa inevitable mezcla de sentimientos.

 

 

Livia está consciente de que, de inicio, en caso de tener contacto con un caso confirmado, tendría que dejar de ver a sus dos pequeños hijos por un largo tiempo.

 

 

“No podría llegar a casa así, tendría que aislarme o incluso existe la posibilidad de que nos recluten en el mismo hospital”.

 

 

EL RIESGO DE CONTAGIARSE

 

 

Por cierto, los médicos del Hospital de la Niñez Oaxaqueña son considerados por otros colegas como “afortunados” porque ya cuentan con el equipo profesional adecuado de protección contra el coronavirus, ya que éste les fue donado por la Fundación Alfredo Harp Helú.

 

 

Sin embargo, cabe destacar que aun cuando cuentan con dicho equipo -el cual, por supuesto esperan que no sea necesario utilizar-, en caso de no retirarlo correctamente, de no tomar las medidas de higiene apropiadas, podrían infectarse.

 

 

Por tal motivo, deben lavarse las manos enseguida de quitarse cada una de estas prendas del equipo, el cual, explicó, consiste en:

 

 

Bata quirúrgica desechable, dos pares de guantes, botas desechables, cubre bocas N95, googles y careta, y encima de toda ello va el traje EPI (de color blanco).

 

 

Se trata de una indumentaria que no puede ser retirada constantemente, por lo que antes de ingresar al trabajo deben llegar bien hidratados porque no pueden comer ni tampoco ir al baño, esto, por un espacio mínimo de seis horas.

 

 

Livia comparte que, a pesar de las carencias, en el Hospital de la Niñez ha existido mucha disposición y responsabilidad en capacitarse y prepararse para combatir el virus.

 

 

De existir un paciente que presente los síntomas del Covid-19 por Livia Hernández en el Triage, es enviado a casa pero si ya presenta un estado grave, debe ser hospitalizado.

 

 

“AYUNO” DE DEPORTE

 

 

Fuera del hospital, también es difícil llevar su vida normal para la doctora Livia, ya que no puede correr las largas distancias a las que está acostumbrada.

 

 

Admite que, por el momento, hay cierta frustración al no haber tampoco carreras atléticas.

 

 

Por cierto, Livia registraba ya un importante avance en su preparación rumbo al Maratón de Puerto Vallarta que se efectuaría el 26 de abril y que ya fue suspendido.

 

 

INCERTIDUMBRE, PERO…

 

 

La incertidumbre es casi latente para los médicos o enfermeras. Sí, hay miedo, pero eligieron una especialidad que exige vocación.

 

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