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Historia en la selva

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

VILLAHERMOSA, Tabasco 1-Oct .- Legado del poeta Carlos Pellicer Cámara, quien nació en la capital tabasqueña, el Parque Museo La Venta tiene 58 años arrancando expresiones de asombro entre los amantes de la historia y otros viajeros.


Al aire libre, presume una gran colección de piezas de la cultura Olmeca, entre ellas las famosas cabezas colosales, exhibidas bajo la sombra de ceibas, cacaos, cedros y otros árboles que crecen en la región. También es posible apreciar algo de la fauna local, como los coatís, que corren sueltos por el lugar, hasta monos aulladores y un jaguar en cautiverio. Al año, el museo recibe unos 20 mil visitantes.


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Belleza guerrera


Labrada en basalto -piedra volcánica y porosa-, esta cabeza Olmeca de 19 toneladas de peso retrata a un personaje gobernante con estrabismo y dientes mutilados, algunos rasgos que esta cultura asociaba con la belleza.


Fue hallada en la zona arqueológica de La Venta, a mediados del siglo 20, por el arqueólogo estadounidense Matthew W. Stirling. Debido a la seriedad de su expresión fue llamada "Viejo Guerrero", cuenta el guía Carlos Zapata. Sus rasgos faciales se asemejan a los de otras cabezas colosales, sin embargo, esta se distingue por la iconografía del águila en su casco, cuyo atributos: agilidad para volar en la selva, percibir los movimientos de su presa y su visibilidad nocturna, podrían describir al personaje.


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Singular altar


Esta pieza Olmeca, también hallada en La Venta, es conocida como "Altar a los niños". Se trata de una escultura que, como otros altares o tronos olmecas, representa a un personaje saliendo de una cueva o acceso al inframundo, aquí cargando a un niño en brazos.


Dicha acción, narra Zapata, guía del museo, se ha interpretado como una suerte de bautismo o presentación del pequeño con los gobernantes. A los costados, en relieve, también se observan otras escenas de adultos cargando niños. Comparte con otros monumento de La Venta la iconografía de cruces y marcas que representan rostros de jaguar.


La función de este altar, de acuerdo con investigadores, pudo se astronómica y estar relacionada con la trayectoria del sol.


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Finos detalles


"Los olmecas fueron los primeros en trabajar la escultura exenta utilizando grandes bloques de basalto", destaca la ficha técnica del museo junto a esta pieza conocida como "El Gobernante".


La escultura, que pertenece al periodo Olmeca preclásico (que va del 700 al 400 a.C.), representa a un personaje sentado con las piernas cruzadas, como en flor de loto. Posiblemente se trata de un dignatario importante por el atuendo que porta: su capa está finamente detallada, lleva un pectoral en el pecho con forma de cruz y un tocado sobre la cabeza.


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En busca


Esta pieza refiere a los astrónomos, explica el guía del museo Carlos Zapata. El monumento 56, mejor conocido como "Mono mirando al cielo", da cuenta de la obsesión por medir el tiempo. Es probable que la escultura originalmente estuviera empotrada de forma horizontal como parte de algún edificio importante en La Venta.


Fue esculpido en piedra andesita, aprovechando la forma natural de la columna.

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