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La minusvalía del Yo, enmascarada en empoderamiento

violencia
Foto(s): Cortesía
Redacción

Hace no mucho escuché una frase que algunas mujeres dicen cuando viven inmersas en una relación de pareja que les depara más infelicidad que alegrías: “Le voy a demostrar que puedo”.

Ceguera ante el maltrato

Existen relaciones de pareja donde una de las partes vive violencia y no se percata de ello, pues por algún motivo (mecanismo psíquico) pareciera que la entidad llamada Yo, queda inhabilitada en su función de autoconservación. Por regla general son las mujeres quienes quedan a merced de la pareja. Antaño eran los hombres quienes ejercían dicha violencia; hoy, con la posibilidad de mantener relaciones entre los mismos sexos, baste decir “de la pareja”.

En el argot psicoanalítico, llamamos “Analizar” a la actividad que paciente y analista ejecutan en lo que llamamos el dispositivo clínico, pero dicho término no expresa en toda la dimensión la tarea que se ejecuta. Una de las tareas —de los primeras y básicas— es llevar al o a la paciente a tomar consciencia de las exteriorizaciones de los procesos psíquicos que se llevan a cabo en su diario acontecer, los cuales se expresan principalmente en conductas y afectos.

La expresión que comenté al inicio, por regla tiene un contexto generalizado, o al menos el más común es cuando la mujer vive maltrato, donde la pareja la trata de “tonta”, “floja” o con calificativos más agresivos. El procedimiento creado por Sigmund Freud nos brinda los recursos pertinentes para intervenir en ese tipo de fenómenos, donde las más de las veces la mujer ni siquiera ha tomado consciencia de la violencia que vive. Habré de mencionar que tales avatares en la relación de pareja no son, en primera instancia, los que llevan a la mujer a buscar tratamiento, sino que estos van emergiendo conforme la paciente habla de aquello que la trajo a terapia.

La injusticia

Algunos hombres se autorizan a tratar a sus parejas de forma agresiva y hasta cruel. ¿Por qué una mujer permite los mencionados maltratos? ¿Por qué en lugar de huir o desestimar dichos comentarios, la mujer adopta la disposición de: “Le voy a demostrar que puedo”? Lo que se observa en estas situaciones es la sumisión en la que ha caído el Yo, pues en la expresión “le voy a demostrar” se extrae la conclusión de que la mujer se coloca en menor valía que el hombre, pues es ella quien tiene que “demostrar” algo.

El infortunio de muchas mujeres es que en esa búsqueda del empoderamiento, no se percatan de que no necesitan demostrar nada; además, de que por lo general en esas situaciones son ellas quienes sostienen a la familia y tampoco se percatan de ello. De tal manera que es la propia mujer la que termina por aplicar una segunda injusticia sobre su persona.

¿Quieres saber más?  Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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