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Sin Año Nuevo ni rosca de Reyes en el Hospital Civil de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

La nostalgia que se mezcla con el cansancio, el desgaste económico y el anhelo de que su hermana Catalina pueda abandonar el piso de medicina interna del Hospital General doctor Aurelio Valdivieso hace que Alejandra Gaytán Cruz dilate sus pupilas cuando habla. Sus palabras se llenan de tristeza, la única certeza que tiene es que esta noche volverá a dormir en el piso de la sala de espera, como lo fue el lunes, sin cena de fin de año ni abrazos familiares y como será el domingo, sin rosca de Reyes.


Emiliano, el padre de ambas mujeres originarias de San Isidro Buenavista, perteneciente al municipio de Santa María Peñoles, veló en Año Nuevo el sueño de Catalina, inconsciente desde el 22 de noviembre que ingresó al área de terapia intensiva por una sepsis puerperal que hizo que sus niveles de hemoglobina bajaran hasta 1.3.


El 6 de noviembre pasado Catalina dio a luz a su primer hijo en su casa, como también lo hizo hace 16 años Alejandra, porque no hay centro de salud ni médico que asista los nacimientos.


“Pensaba que todo iba a salir bien, pero a los once días le empezó la hemorragia, ahí nomás quedó, pero hasta que se quedó bien muerta la mandaron al hospital”, recuerda.


Esa hemorragia trajo secuelas, una enfermedad vascular cerebral que ameritó una neurocirugía que para los médicos la convierte en un milagro de vida. Podría abandonar el hospital en unas semanas, pero con secuelas y después de superar la traqueotomía y empezar a respirar por sí misma.


Sin poder irse


Como Alejandra, el 95 por ciento de los 21 pacientes del área de medicina interna llevan semanas e incluso meses esperando mejorías para conseguir un diagnóstico que evitaría que reciban el 2019 hospitalizados por una neumonía, tuberculosis, problemas renales crónicos, sospecha de cáncer y posible influenza. Ellos, al igual que sus familiares, pasaron Navidad, Fin de Año y pasaran Reyes en el hospital.


2019, nada cambió, las mismas penurias


A la angustia de esperar mejorías en la salud de un familiar cercano durante el último día de 2018 y los primeros días de 2019, el médico internista Ismael Antonio García suma la lejanía de la familia, ya que la mayoría viene de comunidad alejadas, carece de ropa para cambiarse, cobijas para abrigarse lo suficiente, comida y un espacio digno para dormir o asearse.


“Tener un familiar grave es dilucidar entre las carencias económicas y lo sentimental, es muy doloroso, son pacientes cuya estancia es incierta y tienen el desgaste acumulado de uno, dos o hasta tres meses”, expresa el especialista mientras revisa el historial clínico del esposo de Lila Díaz.


El paciente ingresó desde el 10 de diciembre y pasar la Navidad en cama ha sido “lo peor” que ha enfrentado a sus 65 años y que le hace desear curarse de la hemorragia de tubo digestivo que se complicó con una neumonía y la aparición reciente de un problema en la columna lumbar que se conoce como espondilodiscitis.


“Estuvo muy triste, pero Dios le dio otra oportunidad, él estuvo muy grave, va lentamente mejorando”, dice entre resignación y consuelo Lila Díaz, quien pasó la última noche de 2018 acompañando a su esposo, sin hacer nada especial porque en un hospital “no se puede”.


Sobrecupo


Tomar su mano, hablarle sin recibir respuesta o simplemente observarle es de las pocas cosas que en estos nueve días ha podido hacer Fausto Canseco por su cuñado Evaristo, residente temporal de la cama número 18 del área de urgencias, esa que tiene capacidad para 19 pacientes, pero que llega a funcionar hasta con 35.


La noticia de la envestida de un vehículo mientras Evaristo intentaba cruzas la carretera federal 175 antes de la Noche Buena hizo que toda la familia agilizara la cena de Navidad y viajara desde San Juan Juquila Vijanos, en Villa Alta, para esperar que el tres por ciento de probabilidades de sobrevivencia se multipliquen.


La mala noticia


Como en los sucesos fatales, para la familia de Evaristo “todo fue así, de repente”. La fractura severa de cráneo ha tenido sedado a Evaristo, pero poco a poco le han quitado medicamentos para analizar cómo responde y lo que menos quiere su familia es recibir otra mala noticia en los primeros días de 2019.


“Esperanzas de vida no le dan, estamos con el tiempo nada más”, dice Fausto sin atreverse a pronunciar el dolor de la ausencia física que los llene de luto cuando quisieran poder festejar el inicio de un nuevo año.


Salud, un tesoro


“Todo mundo quisiera estar en su casa, con los familiares”, admite el médico residente de primer año de medicina de urgencias, Blas Acevedo Ramírez, quien ve las complicaciones de pacientes que permanecen en una cama de esa área más de las 24 horas de estancia promedio,


Lo peor para un familiar de un paciente que pasa unas horas, la noche o más de un día en el hospital es “la angustia de no saber cómo evoluciona la salud”, dice María Ortiz, para quien el frío o el desvelo por su sobrino Jonathan ha sido lo de menos.


En la víspera a él lo asaltaron y lo hirieron con una navaja en la cabeza y en el cuello, pero consiguió que lo dieran de alta e irse a casa a superar “una noticia repentina e insesperada”


Los nacimientos, accidentes de tránsito, quemaduras o descompensaciones en personas diabéticas hace que el ingreso de nuevos pacientes al hospital de mayor concentración en la entidad no se detenga ni un día.

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