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Día de las Madres en penales de Oaxaca; sin festejo y sin libertad

Foto(s): Cortesía
Julio León

Mujeres a las que les cortaron las alas, madres internas en el Reclusorio Femenil de Tanivet del Estado de Oaxaca, que viven con el temor de que les quiten a sus hijo.

 

Temerosas, cuentan los días en que sus hijos tienen que ser separados, sin embargo, tienen la fe y esperanza de que algún día saldrán de la cárcel, donde la juventud de cada una de ellas, es devorada por cuatro paredes.

 

 

Jennifer es una joven que por un error ha estado durante cuatro años tras las rejas.

 

 

Recordó que “cuando tenía 15 años me salí de mi casa y conocí a una pandilla de cholos; me fui con ellos a pesar de que mi madre me buscaba desesperada, lo cual no me importó", lamenta la joven.

 

 

Con los cholos conoció y probó las drogas, el alcohol y dos o tres veces robó. A los 17 años conoció al papá de su hijo, quien andana en malos pasos.

 

 

Y es que, su pareja se dedicaba a la venta de drogas, a robar, “yo estaba ahí y fui cómplice de algunas cosas que hizo.

 

 

 

 

 

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Junto con su hijo, Jennifer espera tener un mejor futuro

 

 

Cae en prisión

 

 

Jennifer tenía siete meses de embarazo cuando la detuvieron.

 

 

El día de su detención, Jennifer y la banda de cholos fueron a una fiesta a Zimatlán de Álvarez, “no quería participar porque estaba embarazada y ya me quería alejar de esto, sin embargo, ellos tomaron licor y de repente dijeron que asaltarían  un autobús de los llamados Halcón”.

 

 

A pesar de no haber participado en dicho asalto, en los momentos en que elementos de la Policía Estatal detuvieron a los cholos, barrieron con ella. “Me llevaron a Ciudad Judicial y ahora estoy aquí en Tanivet, con mi hijo de cuatro años y la verdad me las he visto duras en todo ese lapso de tiempo”.

 

 

Al parecer, por la Ley Federal que existe, ella podrá tener a su hijo hasta los seis años de edad, “sin embargo, la Ley Estatal señala que hasta los tres años, ese es uno de mis temores más grandes, el separarme de él, porque digo no sé cómo va a estar allá afuera, sé que está mi madre, que también lo ama y lo cuida como yo, pero no es lo mismo, porque tengo miedo que le vayan a pegar en el kinder”.

 

 

Otro de sus temores es el de que su padre se lo quité, “con él ya no tengo nada que ver, y dos o tres veces como que me quiso amenazar, en el aspecto de que tenía que estar con él, porque de lo contrario me lo quitaría”.

 

 

El caso de Jennifer se encuentra aún en proceso, y está esperando su sentencia, la cual puede ser de 15 a 30 años.

 

 

Para ella, al igual que otras internas, es horrible el encontrarse en ese lugar. “tengo la esperanza en Dios de que voy a salir de aquí, no sé, tal vez en un año, debo esperar la resolución de que me voy  o si no, echarle ganas”.

 

 

Arrepentida

 

 

Aconsejó  a las jóvenes, que les hagan caso a sus padres, “a veces decimos que  no nos quieren porque nos llaman la atención, pero no, si lo hacen es por algo, porque quieren nuestro bienestar, ellos saben las cosas malas que nos pueden pasar, sin embargo, uno como joven no ve eso y nos queremos comer al mundo, pero no es así, hay que pensar antes de actuar”.

 

 

Susana tiene seis hijos; y también es abuela

 

 

Susana, es otra de las internas, madre de seis hijos y seis años en prisión.

 

 

Recordó que “era dirigente de comerciantes, y cuando llegué a un status, me pusieron el pie y me acusaron de varios delitos, los cuales, gracias a Dios los he ganado, estoy en la lucha por obtener mi libertad por el de homicidio y de comprobar mi inocencia, primero Dios, saldré”.

 

 

“Es difícil estar en este lugar, más cuando tienes hijos, porque pierdes toda tu visibilidad, tu enfoque; al caer aquí, todo se me vino abajo, mi hija mayor se embarazó, ya soy abuela; siempre como madres de familia llevamos más que nada el criar a nuestros hijos, amarlos, quererlos y estar dispuestas a ayudarles en  el momento en que ellos nos necesitan, pero cuando no está uno, todo se desequilibra”, dijo.

 

 

Cuatro de sus hijos se encuentran en una casa hogar donde los atienden, “fue difícil para ellos el estar ahí, porque estaban acostumbrados conmigo; gracias a Dios, aquí tuve otro hijo, el cual está conmigo, tiene tres años de edad, lo cual me ayudó mucho porque me siento más madre,  él me da fuerzas, para cada que me levante, piense en ellos, que no me caiga”.

 

 

Aseguró que durante el tiempo que ha estado internada ha perdido muchas cosas, “ dice el viejo dicho, que los amigos se ven en la cárcel y en la cama, y así es, porque los que están allá afuera, son ficticios, ya que cuando te ven en problemas, se van; aquí te das cuenta de lo que realmente es la familia”.

 

 

Apoyo incondicional de la familia

 

 

Susana, está agradecida con su esposo, el cual se estado con ella en cada momento que lo ha necesitado, “y mis hijos, porque han tenido la fortaleza para esperar el tiempo necesario,  para que su madre salga”.

 

 

Indicó que existe mucha gente inocente que se encuentra internada en ese penal, “pero Dios hace justicia, tal vez, los jueces sentencian, pero el ser supremo hace justicia, por lo que tengo fe, ya que gracias a él, los delitos que me imputaron se han ido cayendo  poco a poco, el último delito que me queda es el de un homicidio, que no cometí y es el por el que aún estoy aquí”.

 

 

Para ella, quien experimenta y sale de dicho lugar, sale fortalecida, porque en el mismo se aprende a apreciar un espejo, una ropa negra, una fruta.

 

 

El tiempo que ha estado internada ha sido para reflexión, además que ha aprendido a realizar muchas cosas más, de las cuales, al estar en libertad, no valoraba, como es el trabajo artesanal que muchas de las personas disminuyen su valor.

 

 

Para ellas, el celebrar el Día de la Madre en el reclusorio es algo bonito, pero a la vez feo, lo primero, al tener a su hijo junto con ellas, pero también triste porque no pueden estar afuera con sus madres, por lo que, ahí se fueron a dar cuenta que afuera lo tienen todo y lo dejaron ir, “aquí se da uno cuenta de las cosas que uno aprecia, y sin embargo, las pierde”.

 

 

Coincidieron en señalar que se han adaptado al lugar, “no nos acostumbramos, pero si nos involucramos al tipo de rutina que tenemos que hacer acá adentro”.

 

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