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El inquietante caso de Peter Dupas, el destripador australiano

detenido
Foto(s): Cortesía
Redacción

Peter Norris Dupas nació el 6 de julio de 1953 en la ciudad australiana de Sidney, aunque creció en Melbourne, donde su familia se mudó siendo un crío. Su infancia fue relativamente normal, como la de cualquier otro niño de su edad, sin problemas de cariño, atención o maltrato. Podríamos decir que los Dupas eran bastante corrientes. La única diferencia: tanto los padres como los hermanos de Peter eran muy mayores cuando él nació, así que lo criaron entre algodones y como si fuese unigénito.

Poco más se sabe del muchacho hasta que con quince años cometió su primer asalto en octubre de 1968. Peter fue a visitar a su vecina y, de pronto, cogió un cuchillo de la cocina y empezó a apuñalarla en la cara, el cuello y las manos. Afortunadamente, la mujer pudo repeler el ataque y solo sufrió heridas leves. Una vez arrestado, el adolescente no supo explicar por qué lo había hecho. Se le impuso una libertad condicional de 18 meses y fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico Larundel para su evaluación. Al cabo de dos semanas, fue dado de alta y tratado como un paciente externo.

Al año siguiente, alguien irrumpió en la morgue del Hospital de Austin para mutilar y seccionar los cuerpos de dos ancianas. Las heridas infligidas serían coincidentes años después a las encontradas en los cadáveres de las víctimas de Peter Dupas, aunque por entonces nadie logró identificar al autor del allanamiento.

Sin embargo, los antecedentes que el violador fue acumulando hasta 1974 trazaron un perfil muy claro sobre su posible futuro criminal. El detective Ian Armstrong ya lo avisó en noviembre de 1973 tras entrevistarse con él en la comisaría de Nunawading por otro presunto asalto sexual.

Aquel hombre de apariencia débil y obediente cuando se enfrentaba a la autoridad, pasaba a ser un cruel depredador sexual al acecho de una nueva presa a la que atacar cuando no lo vigilaban. Así, entre julio de 1974 y febrero de 1985, Peter Dupas recibió dos sentencias condenatorias: la primera, de nueve años de prisión por el ataque y violación de una mujer a la que asaltó en su propia cuando estaba con su bebé; la segunda, de otros cinco años por otros cuatro ataques cometidos dos meses después de ser puesto en libertad.

El juez de la primera condena describió los hechos como “una de las peores violaciones que se podrían imaginar” (ató a la víctima y la amenazó con dañar a su bebé si se resistía), y, en cuanto a la segunda, el psiquiatra que lo analizó en prisión, el Dr. Allen Bartolomé, señaló que Dupas era “potencialmente peligroso”, tenía “un problema psicosexual grave” y la continua negación de su actividad delictiva dificulta “enormemente el tratamiento”.

Comienza la cacería

El 13 de febrero de 1985, el cuerpo de Helen McMahon, de 47 años, apareció desnudo y mutilado en la playa de Rye. Su asesino la violó previamente antes de acuchillarla y cercenar los senos. Un mes después, y ya con Dupas en libertad condicional, este atacó sexualmente a una mujer de 21 años en una playa de Blairgowrie. La víctima logró identificarlo y Peter fue detenido.

El tribunal condenó al depredador a una nueva pena de doce años de prisión y fue trasladado a la cárcel de Pentridge, en Melbourne, donde entabló una relación sentimental con Grace McConnell, una de las enfermeras, con la que se casó en 1987 dentro del recinto penitenciario de Castlemaine Gaol.

Según su esposa, 16 años mayor que él, no aceptó casarse con el violador por amor sino “por un sentido de la responsabilidad, para ayudarlo a convertirse en un miembro útil de la comunidad”. Se trataba de una relación “madre e hijo” y sin apenas relaciones sexuales. Un matrimonio que terminó a mediados de los noventa y sin que Grace conociera la gravedad de los delitos que su marido estaba cometiendo a sus espaldas.

Tras siete años entre rejas, Peter salió en libertad en 1992 sin intención alguna de reinsertarse en la sociedad, sino con el firme deseo de seguir cumpliendo sus sádicas fantasías sexuales. Su modus operandi era similar en todos los casos: vestido con capucha y armado con un cuchillo, esposas y cinta adhesiva, sorprendía a sus víctimas por detrás, las noqueaba, amordazaba y ataba, después las violaba brutalmente y, solo en algunos casos, procedió a arrebatarles la vida.

Entre 1994 y 1996 regresó a prisión por un nuevo asalto sexual y, una vez libre, se mudó al Valle de Pascoe, un suburbio de Melbourne, desde donde trató de pasar desapercibido para evitar problemas con sus agentes de la condicional.

Sin embargo, el 4 de octubre de 1997 cometió un nuevo asesinato: el de la prostituta Margaret Maher, de 40 años, a la que violó, golpeó y apuñaló hasta la muerte, además de cortarle los senos. El cadáver fue encontrado bajo una caja de cartón al lado de la basura y, próximo a él, un guante de lana negra con restos de ADN de Dupas.

El 1 de noviembre de 1997, el cementerio de Fawkner fue testigo de otro crimen cruento, el de Mersina Halvagis, de 25 años. La joven había acudido a la tumba de su abuela cuando repentinamente fue atacada por la espalda. Peter Dupas la vejó sexualmente y la apuñaló casi noventa veces, además de cercenar los senos.

Al terminar, el depredador regresó a su domicilio, que distaba a tan solo unos pocos metros del camposanto. Aquel lugar se convertiría en su fetiche: durante semanas, varias mujeres fueron acechadas por un desconocido, aunque ninguna se atrevió jamás a denunciar hasta que, años más tarde, se destaparon los crímenes del ‘destripador de Melbourne’. De hecho, cuando saltó el escándalo, dos testigos recordaron haber visto a un individuo con gafas de sol merodeando entre las tumbas.

Nicole Patterson fue la última víctima de Peter Dupas, asesinada el 18 de abril de 1999 en su consulta de Northcote. El asesino pidió cita con la psicoterapeuta después de ver su anuncio en el periódico local. La mujer recibió 27 puñaladas en el pecho y la espalda, y, al igual que las anteriores víctimas, sufrió una cruenta agresión sexual y la mutilación de ambos pechos.

Durante la inspección ocular en busca de pruebas, la policía encontró en el cadáver pequeños trozos de cinta de PVC amarilla, pero no localizaron ni el bolso ni su documentación.

Las pesquisas policiales revelaron que la mañana del asesinato la psicoterapeuta tenía una cita con un nuevo paciente, un tal Malcolm. Junto al nombre, Nicole había apuntado un número de teléfono, sin embargo, el titular en realidad se llamaba Harry y era un estudiante universitario en La Trobe, al que días antes un desconocido le había ofrecido un puesto de trabajo.

Los detectives empezaron a tirar del hilo hasta vincular al individuo anónimo con el responsable del asesinato de la psicoterapeuta. Así fue cómo el 22 de abril de 1999, la policía detuvo a un malherido Peter Dupas en el Hotel Excelsior de Thomastown por un delito de asesinato en primer grado.

Maldad en estado puro

Durante el interrogatorio, el criminal trató de justificar los arañazos que tenía en la cara y las manos, pero era evidente que aquello lo delataba. Y más aún cuando los investigadores registraron su domicilio y se toparon con su ropa manchada de sangre, la misma cinta de PVC amarilla encontrada en el cuerpo de Nicole, un pasamontañas, un recorte de prensa con el anuncio de la psicoterapeuta y varios más con noticias de otros asesinatos.

El 22 de agosto de 2000, el jurado encontró culpable a Peter Dupas por el asesinato de Nicole Patteron y el tribunal lo condenó a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. 

Mientras ya estaba cumpliendo cadena perpetua, los detectives del caso de Margaret Maher se percataron de las similitudes con el de Nicole Patterson -las mutilaciones de los senos, una firma “sorprendentemente similar”- y procedieron a cotejar el ADN del preso con las muestras recogidas en la escena del crimen. Coincidían.

Este depredador “malvado, psicópata, astuto y repulsivo”, como calificó la hermana de Nicole a Peter Dupas tras el veredicto de culpabilidad, recibió una segunda condena perpetua por el asesinato de Margaret Maher. Era el 16 de agosto de 2004. 

Tras esta segunda condena a cadena perpetua, el 9 de agosto de 2007 el tribunal le impuso una tercera por el asesinato de Mersina Halvagis. En todos los casos, el preso trató de recurrir las sentencias por irregularidades en el proceso. Sin embargo, los recursos fueron desestimados. Además, durante este último juicio también salieron a la luz otros dos asesinatos más sin resolver, pero a día de hoy la justicia sigue sin encontrar pruebas sólidas que relacionen a Dupas con estas víctimas.

Actualmente, el ‘destripador de Melbourne’ cumple condena en la prisión de máxima seguridad de Port Phillip, en Laverton, donde los funcionarios que lo tratan a diario aseguran que es un preso modelo y que destaca por su buen comportamiento. Esta estratagema es similar en este tipo de depredadores: el peligro aparece en cuanto lo liberan y se convierte en un “monstruo” peligroso.

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