REYES ETLA, Oax.-Los ojos de Alberta Cruz se pierden en la inmensidad del cielo que rodea al cerro donde decenas esperan para entrar al templo. Es el quinto viernes de Cuaresma y como cada año, ella, quien recientemente cumplió 82 años, arribó desde Xoxocotlán a Reyes Etla, con su familia para agradecer al Señor de las Peñas los favores prestados.
Al tiempo de soltar un suspiro al viento que sopla con fuerza, recuerda que tenía apenas 14 años cuando conoció la imagen milagrosa de la que se hizo devota. En ese entonces, la llegada al cerro donde los etecos resguardan al Cristo en una construcción que data del siglo XVI, se hacía en burro.
Las bestias tardaban varias horas en llegar, pero ese no era impedimento para que cientos, quizás miles de feligreses acudieran a colgar un “milagrito” en el manto de la imagen y pedir salud, dinero, amor y abundancia. Años después, cuando la modernidad alcanzó a Oaxaca, el ferrocarril trasladaba a los católicos a las inmediaciones de la Villa de Etla, pero a la ermita, se llegaba caminando.
“Teníamos que salir de Xoxo a las 4 de la mañana para llegar al templo más o menos cinco horas después. Después de bajar del tren, había que subir los cerros, pero cada paso valía la pena. Después teníamos que esperar en la fila para poder pasar al templo, pero eso no importaba... Lo más importante es recibir la bendición”, dice la octogenaria apoyada del bastón que este viernes la sostuvo para subir la accidentada, pero hoy breve vereda.
Y lamenta: “hoy muchos menos los que vienen. La fe se ha convertido en algo que sólo procuramos los viejos, venimos a veces con nuestros hijos y familia por que es algo que les inculcamos pero, los jóvenes casi no se ven por aquí”.
Ella y su familia han visto a las generaciones más jóvenes perder la fe. Atribuyen la poca asistencia de generaciones más recientes al templo a los cambios de religión, al exceso de trabajo, a la falta de confianza en que “Dios puede hacer salir el sol, hasta en los días de tormenta”.
Alberta espera su turno para pasar a dejar un par de veladoras que compró, cada una por cinco pesos a los vendedores que han invadido la explanada del templo con motivo de la festividad. Las piezas de parafina se ofrecen con pequeños ramilletes de flores al Cristo que apareció hace décadas en un montículo de cantera.
Los creyentes aseguran que el Señor de las Peñas cura cualquier dolencia, por ello, en el templo se realizan “rituales” en los que las personas se frotan ramas de pirul y albahaca para hacerse una limpia.
Aunque las visitas han disminuido, los feligreses forman largas filas para poder entrar al templo y hacer presente alguna necesidad. La celebración anual da la oportunidad a comerciantes de repuntar su economía y aunque los jóvenes se resisten a participar en actos de fe, padres de familia con sus hijos intentan sembrar la devoción al Cristo de las Peñas, entre los más pequeños.
La festividad
La celebración en honor del Señor de las Peñas culmina el próximo domingo, con una misa que se llevará a cabo en el templo de Reyes Etla, que será oficiada por el obispo de Tehuantepec, amenizada por la orquesta Esperanza Azteca, en donde participan 220 niños del pueblo
Actividad comercial desplaza a la fe
La venta de productos que van desde servicios de telefonía hasta alimentos dejaría una derrama económica de 6 millones de pesos, según autoridades del lugar
Dónde es
Reyes Etla se localiza a unos 4 kilómetros de la capital oaxaqueña
LA HISTORIA CUENTA...
La historia transmitida de generación en generación relata que fue en unas peñas donde Dios descansó el séptimo día, después de terminar la Creación, ahí su huella quedó estampada e indicó el lugar donde se erigió un templo en el que una imagen describe el hallazgo
