En el mercado los tamales, en el templo la bendición del niño Dios, así entre sabores y fe, los capitalinos celebraron el día de la Candelaria. Una fiesta envuelta en el sincretismo de dos culturas.
Del canasto, el aroma sinigual de los tamales atrae un tumulto. Jhon y un grupo de turistas de Estados Unidos hacen fila frente a las tamaleras del mercado 20 de Noviembre. “La fiesta es para todos”, señalan los organizadores extendiendo el totomoxtle que envuelve el platillo tradicional.
Sobre el pasillo principal del mercado fundado en 1882, corren los de raja, de mole, de amarillo y frijol. Les siguen los atoles bien calientes, mientras que un mariachi canta a pulmón abierto “La Ley del Monte”.
Los gestos de quienes degustan los tamales los dicen todo: paladar satisfecho y barriga llena.
Es el décimo año en que los comerciantes del lugar se organizan para obsequiar 2 mil 500 tamales a toda aquella persona que llega al mercado.
“Lo que queremos es decirles a nuestros marchantes, a nuestros visitantes, (es) que los mercados seguimos vivos, pero además hay que destacar que el turismo viene a Oaxaca atraído por nuestras tradiciones”, explica Ricardo Leyva, coordinador estatal de la Coordinadora de Artesanos y comerciantes del estado de Oaxaca Nueva Generación.
La fiesta de sabor contínua mientras que a unas cuadras, justo en la catedral metropolitana, la feligresía católica satura de fe.
Bendición
Victoria Martinez Esquivel lleva 43 años ininterrumpidos de llevar a bendecir a su niño Dios, lo hace porque ha sembrado en su corazón una fe inquebrantable que la impulsan a ir con su andar trastabillado. “Para mí ya es difícil salir pero vengo con mi niñito con mucha fe”.
Chasquidos de veladoras iluminan un rinconcito del templo. Rostros reflexivos, solemnes y ceremoniosos reflejan aquella creencia personal que da esperanza, que descarga los pesares con la confianza de que todo mejorará.
La celebración del día de la candelaria es una celebración compuesta por elementos de dos culturas. Por un lado, la europea expresada en la fe católica y por otro la prehispánica reflejada en la repartición de tamales, un alimento ofrenda para las antiguas culturas.
