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Tiltepec, Oaxaca, el día que la tierra se rajó

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

AGENCIA MUNICIPAL DE SANTA MARÍA TILTEPEC, TOTONTEPEC, Villa de Morelos. -Lejos de la parafernalia informativa del Istmo de Tehuantepec, en este lugar 950 mujeres, hombres y niños ven desmoronarse las lomas en las que asentó el pueblo y, con ello, su mísero patrimonio y hasta sus vidas, sin contar con la atención de autoridades estatales o federales.


Los cerros sepultan las viviendas y cultivos paulatinamente y la reubicación del poblado es urgente, toda vez que corre el riesgo de quedar sepultado.


A coro los ancianos, mujeres y hombres reclaman: “si nos tenemos que ir a otro lugar, que nos digan, porque el lodo y la tierras está destruyendo nuestras casas y tenemos miedo de que una noche se nos caigan encima”.


“Esto es todo lo que hemos hechos en la vida, es nuestro patrimonio, pero si tenemos que irnos para salvar la vida pues nos vamos, pero queremos que los gobierno estatal y federal nos apoyen como lo están haciendo en el Istmo, porque aquí nada más nos han dado unas láminas galvanizadas y ya; no sabemos si nos van a tocar las tarjetas que entregó el presidente Enrique Peña Nieto”, se escucha de casa en casa todas de adobe, invariablemente con heridas profundas en el barro.



Un gigantesco deslave a un costados del destrozado camino abierto en terrazas. FOTO: Mario Jiménez

LAS GRIETAS


El secretario de la agencia, Víctor García, comenta que desde que tembló, el 7 de septiembre, surgieron innumerables grietas en las lomas y "después vinieron las lluvias por lo que el agua se filtró y comenzaron los deslaves". La parte más afectada es el centro de la población, donde habita el mayor número de familias.


“En los terrenos donde se asientas las viviendas hay muchas grietas que forman hoyos profundos y poco a poco se van hundiendo, también se dañaron los terrenos de cultivo de maíz y aguacate; tenemos cinco días sin agua potable y las personas deben ir al arroyo que se encuentra en la entrada del pueblo para acarrear, en cántaros o botes de plástico, el líquido; el sistema de drenaje colapsó; algunas partes se quedaron sin energía eléctrica y nosotros tuvimos que improvisar la reconexión”.


Mientras recorre con los reporteros los caminos del pueblo llenos de un barro amarillo, chicloso y resbaladizo, añade que del sismo hasta hoy ha habido un desplazamiento de 10 metros de la zona que era plana hacia abajo, pero los deslaves continúan. “En el camino de acceso surgieron también grietas que ahora son derrumbes grandes”.


Manifiesta que muchas personas se han ido con sus familiares a vivir a otras comunidades y otras pasan la noche en un albergue que improvisaron en la escuela primaria. “El DIF nos dio unas casas de campañas y ésas son las que estamos utilizando”.



Aun sin lluvia, el suelo poroso de Tiltepec se viene abajo. FOTO: Mario Jiménez

-¿Ya vino Protección Civil?


-Ya vinieron y quedaron que iban a mandar a geólogos porque no tienen ellos especialistas, pero el problema es que mientras esperamos las lomas se siguen desgajando. Son entre 200 y 300 familias que corren riesgo de perder sus viviendas y hasta la vida, tan solo en la parte de la Casa de Comisión. Ellos dictaminaron preliminarmente que en este lomerío la tierra es muy floja y por ello se está viniendo abajo.


Con pesar, señala que la situación no es para que reciban recursos a fin de reconstruir sus casas, “lo único que queda es reubicar el pueblo, pero no tenemos hasta el momento una respuesta clara del gobierno sobre lo que procede; el problema también es que nos responsabilizan a nosotros como autoridades municipales para sacar a las personas de las viviendas, pero no tenemos ni siquiera un albergue temporal en forma”.


TEMPLO Y SECUNDARIA, EN EL AIRE


Dice que el templo católico y la secundaria comunitaria quedaron prácticamente en el aire por el deslave de la loma. “Por esa razón los estudiantes están sin clase”


LOS CULTIVOS



Las mujeres y niños deben acudir al río por agua para tomar ante el colapso de la red municipal  y otras actividades cotidianas. FOTO: Mario Jiménez

Desde la loma Tonan, el señor Martiniano Montes López cuenta que acudió después de la lluvia fue a ver su terreno donde cultivaba maíz, “pero toda mi milpa se fue, pues”.


“La milpa ya estaba sazón, pero ya no puedo ni ir porque todo se fue y hay mucho peligro por el terreno resbaladizo y la pendiente; la tierra se agrietó con el terremoto y el agua está hundiendo todo”.


Añade que los deslaves también se están llevando los sembradíos de aguacate hass que hace poco empezaron a sembrar.


Mientras observa las maniobras de sus paisanos para cortar los árboles que pueden venirse abajo con los deslaves y provocar mayores daños, lamenta que no reciban el mismo trato que los damnificados del Istmo de Tehuantepec.


“Nosotros igual, somos oaxaqueños, por qué entonces no vienen para ver las casas que se cayeron, a mí se me cayó un cuarto; no es justo, digo yo, que solo se atienda allá; sí sabemos que hay muchos damnificados, pero qué, nosotros no contamos”.



El cataclismo y la desesperanza. FOTO: Mario Jiménez

La grieta y la tierra que se hunde


En la loma Nax Kaojm, los hermanos Morales Morales expresan su temor por las grietas que se han formado en el terreno en donde se ubican las viviendas de la familia. Raymundo, señala con preocupación: somos cinco familiares que vivimos juntos acá y tenemos miedo.


“El terreno está muy afectado, miren como se está partiendo la tierra; ya tapamos con piedra, tierra, ya pusimos plástico en los hoyos que se hacen pero no quiere parar el deslave; es el agua la que se filtra y hunde la tierra, por eso se está yendo poco a poco”.


Su hermana Elvira le interrumpe para manifestar que ya no pueden dormir tranquilos por el peligro que representa que un alud caiga sobre su casa y sepulte a las familias. “Nosotros no tenemos terreno, más que aquí y toda la vida la hemos vivido aquí. Con mucho sacrificios se han hecho las casas”.


Otro de los consanguíneos toma entonces la palabra y añade que ya tumbaron un cuarto, “pero otro ya se quiere ir, ya no hay remedio, se está yendo la loma; este cuarto apenas se rajó por culpa de las grietas, vean el piso de cemento cómo lo reventó y la pared pues ya está quebrada”.


“¡Ya está todo jodido! Ya no se puede vivir, por eso nos salimos para otro cuarto, pero todo se está viniendo para abajo”.



Una grieta, el aviso de la naturaleza. FOTO: Mario Jiménez

Elvira retoma la palabra para exigir la ayuda de las autoridades. “Necesitamos reubicarnos, ya hablamos con la autoridad porque ya no se puede vivir aquí, si construimos acá va a suceder lo mismo, ya de plano todo el cerro se va a caer. Los pisos de las casas ya bajaron unos cincuenta centímetros y día a día se caen más”.


Otro hermano urge el apoyo. “Queremos que el apoyo sea pronto, porque si sigue lloviendo el cerro se nos va a caer encima, la autoridad nos pide que nos salgamos de las casas pero ¿a dónde vamos a ir? No tenemos un lugar seguro, ni tenemos dónde ir a quedarnos. Protección Civil vino y nos dijo que nos saliéramos, pero no tenemos un lugar”.


-¿Hay que volver a empezar?


-Ese es el problema, necesitamos apoyo para volver a construir una casita; éste es todo nuestro patrimonio, el trabajo de toda la vida; son casas de adobe, es cierto, y pareciera que no es mucho, pero para nosotros es el patrimonio de nuestra familia.


Todos aseveran que han recibido despensas. “En eso no nos quejamos, pero lo fundamental es la reubicación y eso no avanza; nosotros también somos Oaxaca, no nada más el Istmo”.



La desgracia se cierne sobre la agencia municipal y nadie acude en su ayuda. FOTO: Mario Jiménez

DOÑA ANSELMA AGONIZA


Sobre un camastro hecho con tablas, sin colchón, doña María Anselma Martínez Pascual, de 98 años, languidece. En medio de las intensas lluvias su hijo Máximo Morales Agustín, tuvo que cargarla y llevarla a un cuarto de su casa para asistirla, porque su vivienda desapareció bajo el lodo. Desde ese día la señora ha permanecido en el duro lecho, emitiendo pequeños quejidos.


“Ahorita está enferma, yo creo que de tanta preocupación que tuvo desde el temblor”, comenta el campesino en el frío y húmedo cuarto de adobe donde la mujer yace, sin ninguna atención médica”.


-¿Qué tiene?


-Pues está enferma.


Inmóvil, los pequeños labios rodeados de arrugas permanentemente emiten un quejido bajo, apenas perceptible. Casi un susurro.


“Yo la tuve que traer aquí, que es casa de mi hijo porque él se tuvo que ir a ver a su suegra ya que también su casa se va a caer”.



Doña Anselma Martínez Pascual agoniza sobre una cama de tablas. FOTO: Mario Jiménez

Después Máximo y su esposa Elodia Mazas muestran la profundas hendeduras que los sismos y lluvias han dejado en la vivienda, donde prácticamente agoniza la anciana.


“El piso se partió todo, miren, esta rajada se va derecho hasta el techo; ahí se ve partido; todo está partido; la pared de la cocina se cayó y ahora mi esposo compuso una parte, reacomodó los adobes y tuvimos que poner una lona porque el agua entra por todos lados y reblandece todo, incluso el agua se filtra por la pared”.


Máximo muestra también la casa de su hermano Elí, quien vive con su esposa y tres niños en una casa de abobe húmeda, con piso de tierra de donde brota agua y los muros están a punto de venirse abajo.

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