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Estudiantes de Oaxaca, a merced del hampa

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

La osadía de caminar solo por la calle para alcanzar el autobús que lo llevaría a su casa, en San Antonio de la Cal, llevó a Ignacio a ser asaltado. Un hombre lo tomó de los brazos mientras un segundo lo amenazaba con una navaja.


Entre los dos delincuentes arrebataron y revisaron la mochila, lo único que se llevaron fueron 20 pesos, “por fortuna no traía celular”, explica la víctima.


Como Ignacio, que estudia en la escuela secundaria general Moisés Sáenz Garza, ubicada a un costado del templo de Guadalupe y el Paseo Juárez El Llano, Juan Carlos también fue víctima de un robo.


Un descuido en el perímetro de su escuela a la hora de la salida, hizo que en 30 segundos su mochila desapareciera, “Fue unas dos semanas antes de salir de vacaciones de fin de año y ahí tenía todos mis trabajos”, recuerda con la decepción de verse obligado a repetir todos trabajos escolares para ser evaluado.


Ni mamá ni su papá decidieron presentarse ante las autoridades para denunciar el ilícito, pero optaron por notificar y dialogar con el director de la secundaria, Marcos José García, quien externa su preocupación por la vulnerabilidad y riesgo que enfrentan los adolescentes que asisten al plantel ante la delincuencia.


Desprotegidos


“Estamos a merced del hampa”, dice con la decepción de que otras escuelas privadas reciben vigilancia de la policía porque “ahí estudian hijos de funcionarios” y ahí no se atiende la petición de vigilancia permanente o la instalación de una caseta de policía.


Ante el robo reciente a una estudiante del Cbtis 26 insistiria ante las autoridades que se registre una mayor presencia policíaca, lo cual ayuda a inhibir los delitos, pero considera que “lo demás lo tenemos que hacer nosotros, cuidarnos, no pasar por lugares solitarios”.


Denunciar los hechos, sabe, sirve de muy poco. “El proceso judicial largo. El valor del objeto no corresponde al tiempo que se invierte para interponer la denuncia y al maleante va a salir un día después, no hay credibilidad de que va a pasar algo”, reconoce con absoluta decepción.


La única salida viable es enseñar a adolescentes a no oponer resistencia en un robo y evitar que les lastimen, aunque el susto “nadie se los quita si cualquier maleante los apaña".


Superar riesgos


Eso lo saben bien Ximena, Juan Carlos y Azim. A cada uno y en momentos diferentes hombres les han seguido al salir de la escuela para tomar el autobús que les lleve a su casa.


"Corremos mucho riesgo porque aunque estamos un poquito grandes aún estamos niños, si me asaltan me pueden hacer algo como que me maten o nos secuestren", exprea Ximena con la claridad de los riesgos que corre a diario.


Por eso, cada que sale de su escuela se va directo a la parada del autobús y, al llegar a la Reforma Agraria, camina por las calles donde hay gente que la conoce.

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