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Tatuajes; usar la piel como lienzo para crear arte en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Una cuerda de guitarra, aguja para chaquira y una pluma de escribir fueron las herramientas de Onassis en sus inicios como tatuador. Tenía apenas 17 años cuando descubrió el gusto por esta actividad, que con el paso del tiempo se volvió su pasión: hacer de la piel un lienzo.

Su cuerpo mismo es como una hoja que habla de su vida, sus aficiones y sus inicios en el mundo de los tatuajes, adornos que por muchas décadas cargaron estigmas, mitos y tabúes.

En las piernas lleva como testigos aquellos trazos toscos que dejaban las máquinas caseras con las que se tatuaba y tatuaba a sus amigos.

“Yo siempre dibujé desde muy chavillo, luego llegaban y me decían: dibújame algo y así empecé con la bandita, con la pandilla de la cuadra. Ellos fueron mis primeros clientes, luego me fui dando a conocer con otras personas”. A lo largo de su carrera como tatuador ha hecho más de 500 de todos los tamaños y formas, desde dibujos muy artísticos hasta algunos demasiados estrambóticos, estrafalarios y completamente inusitados.

Sus primeros trazos fueron en las piernas y lo hizo con cuerdas de guitarra, aguja de chaquira, punto, por punto, por punto. “Con las cuerdas de guitarra fabricábamos máquinas con motores de DVD, estéreos, una cuchara y el tubo de una pluma. Las cuerdas de guitarra las transformábamos en agujas. Les hacíamos un ganchito y ya bajaba la cuerda de guitarra y esa era la aguja. Eso lastimaba mucho”, recuerda.

El dolor no fue un obstáculo para que Onassis continuara con su gusto, aunque la desaprobación de su familia sí lo hizo titubear pues hubo un largo lapso de separación.

Y es que por muchas décadas los tatuajes han sido asociados con el delito, lo malo o lo prohibido, sin embargo, se han sofisticado tanto que se convirtieron en verdaderas obras de arte deseadas por personas de todas las edades, profesiones y ocupaciones, así como de diversos niveles económicos.

Con Onassis se han tatuado personal médico, dedicados a la arquitectura, a la música y otras actividades, asimismo personas de más de 60 años que en su juventud desearon hacerlo, pero por distintas circunstancias no pudieron.  

Según cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), una de cada 10 personas en el país tiene un tatuaje, es decir, más de 12 millones. La misma Conapred señala que nadie puede discriminar a una persona o impedirle laborar por tener tatuajes.

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