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Parteras en Oaxaca, panorama desalentador: crece demanda de hospitales

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Entrar al Hospital General de Especialidades de Salina Cruz, en el Istmo de Tehuantepec, para ayudar al personal médico a atender un parto es una utopía para la partera indígena ikood Naima Villanueva Solís.

“Si me gustaría que me llamaran, pero sé que es imposible”, dice una mujer que en los últimos 13 años ha ayudado a un número indeterminado de niños y niñas a nacer en un mundo donde la mayor parte del sector médico reproduce un celo hacia las parteras que, sin acudir a universidades o practicar en hospitales, cultivan el don de la paciencia, el respeto y la escucha.

Naima, al igual que sus once hermanos y sus tres hermanas (Leonarda, Argelia y Soraida) nació en San Mateo del Mar. Su madre Virginia, quien ahora tiene 80 años, junto con Natalia y Antonia fue una de las pioneras de la partería que nació cuando la población se abrazó a la medicina tradicional como sanación del cuerpo y el alma.

En distintos momentos Naima y sus hermanas se convirtieron en parteras; ella lo hizo en el 2010, cuando volvió a San Mateo del Mar después de radicar ocho años en la ciudad de Oaxaca, con dos hijos que le sacaron de su vientre después de “acuchillarla como pescado” en un hospital, porque recorrer 287 kilómetros implicaba para ella un viaje largo y aquí en Valles Centrales no conocía a una partera.

“Me acostumbré con los doctores, si hubiera venido o vivido aquí en San Mateo, mi hijos habrían nacido en parto normal”, incluso después de una primera cesárea si “hay la atención adecuada”, porque “el cuerpo de una mujer es como un elástico que se estira”.

Cada vez menos común

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que, a finales de 2022, en México sumaban 56 millones de mujeres de 12 años y más, de las cuales el 67 por ciento (38 millones) eran madres.

Durante 2021, el 71 por ciento de los partes de las madres solteras que registraron a su hija o hijo durante fue atendido en hospitales o clínicas públicas; el 14 por ciento en el sector privado y 3 por ciento en el domicilio, con la asistencia de una partera.

La antropóloga, doctora en ciencias e integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología (CIESAS), Paola Sesia, considera que el ejercicio y acceso a la partería tradicional indígena es un derecho colectivo de los pueblos indígenas que está bajo amenaza, porque no es respetado, ni reconocido en una política pública en el campo de la salud materna.

“Siempre va a haber intentos de no permitir que las parteras puedan ejercer su oficio, deslegitimación de sus conocimientos, trabas de cómo ellas ejercen y todo eso conduce a la desaparición progresiva de la partería que significa un problema porque se están perdiendo recursos vitales, ellas han sido cruciales para la reproducción de la salud desde la vida de las comunidades, hay que apoyarlas en esa lucha de seguir ejerciendo”, expresa.

 Vulnerabilidad estructural

Paola Sesia, junto con su colega Lina Berrio, coordinaron el proyecto La situación actual de la partería en México, que comprendió en 2021 y 2022 una investigación diagnóstica de la situación de la partería indígena en México, con entrevistas a 258 parteras de seis entidades: Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Yucatán, Quintana Roo y Veracruz, la cual identificó vulnerabilidad estructural en cuando a las condiciones de vida y de trabajo de las parteras.

Otros de los hallazgos es que la gran mayoría de las parteras vive y trabaja en municipios con poco o nulo acceso a servicio de salud oportuno, resolutivo y gratuito, como en San Mateo del Mar.

Si una mujer embarazada enfrenta una complicación, tardaría al menos una hora en recorrer los 30 kilómetros que separan a ese municipio con Salina Cruz, donde se ubica el hospital público más próximo, pero la demora aumenta si no hay taxi disponible.

Eso lo sabe bien Naima cuando sus manos han sentido que en vez de la cabeza reciben los pies del bebé: “en lo que se tardan en ir a buscar un taxi, esos minutos que tardan, el bebé ya está afuera”, recuerda.

Aunque desde los 12 años acompañaba a su madre Virginia a viajes que duraban hasta dos días para atender un parto, fue hasta los 33 años, en 2010, cuando Naima comenzó a atender partos sin la compañía de otra partera y en ese tiempo no ha visto ninguna muerte materna.

“Estar en un parto es sentir el calor de la madre, de la placenta y del bebé, se siente una emoción inexplicable y cuando ves que todo está afuera, te sientes feliz de ayudar, de salir de ese miedo de que se atore la placenta y tengas que canalizar a un hospital”, describe.

Es casi imposible, pero Naima desea que su labor de las parteras sea reconocida, respetada y en algún momento ayude a complementar la atención que se brinda en los hospitales, donde las prisas de las urgencias médicas no permiten acompañar con paciencia el trabajo de parto de una mujer, sobre todo si es la primera vez en que será madre.

 

La partería en México

La partería tradicional forma parte de los sistemas de salud de los pueblos indígenas.

26 entidades del país cuentan con registro de parteras

15 mil 835 parteras tradicionales registradas en el país al año 2020.

3% de los partos de madres solteras que registraron a su hijo o hija fueron atendidos por una partera

 

“Siempre va a haber intentos de no permitir que las parteras puedan ejercer su oficio, deslegitimación de sus conocimientos, trabas de cómo ellas ejercen y todo eso conduce a la desaparición progresiva de la partería".

Paola Sesia, antropóloga

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