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Magia de los faroles de carrizo en Oaxaca, tradición contra modernidad

farol-oaxaca
Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Lo único que se había propuesto Rosa Laura López Ramírez era elaborar su propia catrina de dos metros para atraer más clientela a su cenaduría, pero en ese intento descubrió una habilidad que le da trabajo todo el año.

Con la fuerza de sus dedos, una tira de carrizo puede curvarse y ser anudada con hilo encerado para formar un círculo, acción que repite hasta formar una esfera que forra de papel celofán después de colocarle un pedazo de carrizo que además de sostener la figura, será la base de la vela.

 

 

“El carrizo es suave y a la vez duro. Hay que buscar el grosor exacto para manipularlo hasta lograr un aro”, ya que haciendo éstos “se le puede dar forma a un toro, a un guajolote o a un avión”, pero en estas fechas que preceden a las posadas y la Navidad la figura más solicitada es la estrella de cinco o de seis picos.

 

 

Jugar con el carrizo

Rosa Laura es una mujer de 40 años, quien desde la adolescencia disfruta de cantar, una actividad que le ha permitido tener ingresos económicos.

Hasta antes de la pandemia sus incursiones musicales las intercalaba con la venta de antojitos regionales en Reyes, Etla, municipio donde vive.

 

 

“Se me ocurrió hacer una catrina, nadie me enseñó, fue ir jugando con el carrizo hasta tener la estructura, luego hubo que decorarla” y poco a poco comenzó a hacerlas cada año para comercializarlas.

Con el freno que puso la COVID-19 a la mayoría de actividades, Rosa Laura cerró su cenaduría y fue centrándose en las manualidades.

“Trabajar el carrizo me permitió descubrir qué me gusta hacer y qué quiero seguir haciendo”, dice segura de que cantar es la otra actividad que le apasiona.

“Llevo 26 años en la música, pero mi voz ya se está acabando y no me puedo desvelar como antes, siento feo desprenderme de la cantada, lo disfruto mucho, me desestresa”, así que las manualidades con carrizo se ha convertido en la pasión que le ocupa más tiempo.

 

 

“En este 2023 he trabajado todo el año, pero con diferentes cosas porque todo el año se venden las artesanías con carrizo”, que lo mismo pueden ser caballitos para mezcal, que canastas para adornar con flores o marmotas.

El aprendizaje de Rosa Laura ha sido autodidacta, desde mirar algo y experimentar, con un intento y otro, hasta que lo logra.

Ni bien comienza el día, sin importar si es fin de semana, se dedica a juntar y forrar tiras de carrizo para que sus creaciones estén listas, “más si hay pedidos” el trabajo se prolonga hasta el día siguiente.

 

 

Creatividad

El carrizo (Phragmites australis, Cav., Trin. ex Steud) es una planta silvestre muy similar a la caña que se propaga fácilmente de manera natural cerca de ríos, arroyos o donde existe suficiente humedad.

Los tallos secos tienen infinidad de utilidades, desde ser la materia prima de cercas, techos, canastas, juguetes o artículos ornamentales como la base de los faroles.

 

 

Aprender a distinguir la madurez idónea en que debe cortar un carrizo, es la primera expertise necesaria para trabajarlo, para después dejarlo secar por unos días. Ahí es cuando Rosa Laura empieza a limpiarlo con ayuda de un cuchillo curvo.

Dependiendo de lo que vaya a elaborar y el tamaño, el paso siguiente es cortar el carrizo por tramos, con ayuda de una sierra caladora.  Después de definir el ancho de cada tira, vuelve a utilizar el cuchillo de punta curva y la fuerza de sus manos, siempre dividiéndolo por la mitad, las veces que “el carrizo se deje”.

De un sólo carrizo, trozado en diez tiras de diferentes tamaños, Rosa Laura da forma a un avión y hasta le sobra material.

 

 

Antes de que llegara diciembre, los pedidos se empezaron a enfocar en faroles, ya sea para utilizar en las posadas con una vela al centro, o para colgar como adorno navideño.

En medio de la competencia desleal que implican los adornos elaborados a granel, Rosa Laura sabe que hay un nicho de mercado que elige pagar el trabajo artesanal de quienes moldean el carrizo.

Un tiliche en una marmota de dos metros, canastas para calendas con la figura que le pida, centros de mesa o cualquier pieza de carrizo que le pidan, Rosa Laura está dispuesta a hacerla.

“Con ver algo, lo intento hacer, hasta que lo logro”, dice segura de que el suyo es un mercado muy competido, pero elaborar cosas distintas siempre hará la diferencia.

 

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