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Evitar contagios animaría a escuelas a abrir, afirma profestora

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Nadia Altamirano Díaz

La sensación que sintió al volver a dar clases a un pequeño grupo de segundo semestre de preparatoria fue muy similar a la de su primera vez frente a grupo: nervios, felicidad y emoción: la diferencia que encuentra la profesora Claudia Vásquez Pacheco es que en este retorno no todos sus compañeros pudieron volver y para evitar contagios de COVID-19 el contacto físico es limitado, además de que cada quien debe llevar sus alimentos desde casa.

“Son sentimientos de emoción  y alegría al encontrarme con compañeros y saludarles de lejitos o chocar puños, como máximo, pero también sentí tristeza porque hubo pérdidas”, relata Claudia, docente del turno vespertino de la Escuela Preparatoria Federal por Cooperación Licenciado César Linton Rodríguez en el puerto de Salina Cruz, en el Istmo de Tehuantepec.

Originalmente, ese centro educativo se llamaba Preparatoria del Istmo, pero su nombre cambió para honrar al compositor de la canción de Salina Cruz y exedil.

Al ser una escuela “semiparticular” la matrícula de esta institución es menor que la de un bachillerato público, lo que facilitó el regreso presencial a partir del pasado martes. En la semana que está por comenzar las clases en aula serán lunes y martes, y de manera virtual de miércoles a viernes.

“El tener a tu alumno en frente para dialogar genera un sentimiento agradable, porque a través de la pantalla todo mundo es diferente”, comparte con emoción Claudia, quien por su formación de comunicóloga imparte clases de literatura, historia de México, ciencias de la comunicación, taller de lectura y redacción.

Los trámites y cursos en la modalidad a distancia requirieron que el personal docente acudiera a la escuela, “pero no a dar clases y a mí me hacía falta ver a mis alumnos, conocer sus vivencias que comparten, era una convivencia amena en la que te podías abrazar y no tan rígida como la de ahora en la que tenemos que respetar las medidas de prevención; los tiempos para comer se redujeron y deben ser alimentos de casa”, relata.

Concluye: “Las vacunas dan la confianza para regresar, el encierro afecta la salud emocional. Mis alumnos estaban emocionados, nerviosos, ansiosos y felices de estar en clase y quieren asistir todos los días, pero esperamos que todo marche bien y cumplamos, para que sigamos, y al ver que no hay contagios, otras escuelas se animen a intentarlo”.

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