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Si un libro aburre, fracasa: Antonio Ortuño

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- El escritor Antonio Ortuño abomina lo que llama "literatura industrial" para jóvenes, sagas como Los juegos del hambre, pero confiesa su devoción por Mark Twain. El rastro, su incursión en la narrativa juvenil, aborda el tema del secuestro en una trama plena de acción.


"Por más magnífico uso del lenguaje que tenga, por más profundo que cave en el alma, si una novela te aburre, fracasa", resume el escritor jalisciense. "Me interesaba poner en juego y ver hasta dónde funciona con los lectores jóvenes una prosa rápida, que también intenta ser aguda".


Su intención, dice, no es transmitir valores ni dar clases de moral; lo suyo es ofrecer narrativamente una apuesta distinta. "No siento que deba hacer una saga de dragones para que me lean".


El rastro (FCE) remite a desapariciones, violencia e impunidad, entremezcladas con una historia de amor. "Traté de combinar la dinámica de la literatura de aventuras con una atmósfera que no es fantástica, sino que tiene que ver con lo que sucede en México", explica el autor de La fila india y Méjico.


Luis, el narrador, cuenta un hecho sucedido cuando tenía 16 años: el rapto de su amigo Paulo en Casas Chicas y las peripecias que acarreó su búsqueda junto a Sofía, la hermana del secuestrado. En paralelo, relata una segunda historia: cómo conoció a la muchacha en Zapopan y ambos persiguieron al malvado Ojo de Vidrio. 


La novela narra un suceso del pasado para acentuar, indica, que ni el secuestro ni la impunidad son fenómenos recientes en México. Es un libro que intentó escribir con 19 años, precisa, pero al final quedó guardado en el cajón. "Ahora lo reescribí completamente".


El narrador funciona un poco como Watson en las novelas de Sherlock Holmes, explica; su voz permite conocer a su cómplice de aventuras, Sofía, quien lo supera en inteligencia, astucia y valor. "Quería explorar una relación sentimental y física entre adolescentes que no obedeciera a la idea de la muchacha tímida y el príncipe azul".


Ortuño se recuerda a los 14 años leyendo a Conan el Bárbaro y a Borges, y asomándose a Foucault. Por eso, cree que hace falta repensar la "etiqueta" de literatura juvenil y dejar de asumir como inevitables las decisiones del mercado editorial.


Al tiempo que trabaja en su nueva novela, el escritor se declara feliz con su reciente joya: una batería Pearl color sangre para tocar punk rock con sus amigos. "Es mi equivalente a la crisis de los 40", bromea. "Uso gafas desde hace meses, ya me quedé huérfano, voy rapado porque soy muy pelón; espero que no me pasen peores cosas".

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