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Respira polvo el Franz Mayer

Foto(s): Cortesía
Redacción

CIUDAD DE MÉXICO.- El tapaboca, la mascarilla o el cuenco de la mano sobre la nariz son estampa cotidiana entre los vecinos de la Calle Valerio Trujano, en el Centro Histórico. No es "contingencia ambiental" la que emboza a las vendedoras de dulces, a los custodios de los edificios o a los pasajeros del Turibús: es el polvo que ha dejado la inconclusa repavimentación de esta calle.


La polvareda asedia también el acervo del Museo Franz Mayer, sobre todo la colección de tapetes, mobiliario, cuadros y esculturas antiguas.


Mauricio Mondragón, encargado del aire acondicionado del recinto, barre tal cantidad de polvo que llena dos botes con capacidad de 20 litros en un periodo de dos o tres días, dice.


¿Cuántos llenaban antes? "No se sacaban botes de polvo", responde durante un recorrido por la azotea, cuyo color rojo producto del impermeable se torna gris.


Los filtros de aire, que se cambiaban cada seis meses, se reponen una vez al mes porque se saturan.


Héctor Rivero Borrell, director del museo, advierte que, mientras más se desempolvan las obras de la colección para mantenerlas limpias, mayor es su deterioro.


"El mejor de los escenarios es cuando a una pieza no la tocas; si cada semana aspiras un tapiz -no de manera directa, porque causas daños irreversibles- menos perdura. No es lo recomendable para prolongar al máximo la vida de una pieza por más que la intervención esté a cargo de profesionales", insiste.


El mobiliario o las esculturas que se atendían semanalmente con un aceite especial, ahora requieren un tratamiento diario.


"Podrías decir: Cómo es posible que el polvo vuele y caiga al claustro del museo: Está pasando. Todo está talqueado por este polvo, que es muy fino; con el tránsito de coches y camiones se levanta".
Los trabajos comenzaron antes de concluir 2015 con la apertura de una zanja, aparentemente a cargo de la CFE. Luego se retiró la carpeta asfáltica de Trujano en una obra comandada por la Delegación Cuauhtémoc, que frenó por falta de presupuesto, según comentaron los trabajadores del sitio al personal de vigilancia del museo. Pero no está claro quiénes son los responsables, precisa Rivero Borrell.
Constató la ausencia de mantas, carteles o cualquier aviso en Trujano sobre las obras, que impedían hasta hace poco el acceso público al estacionamiento del museo.


Desde hace unas tres semanas se abandonaron los trabajos, mientras las cifras de visitantes del recinto reportan un declive.


La muestra Silla mexicana, Diseño e identidad debería recibir, precisa el director, 20 mil visitantes al mes, pero reporta 12 mil. "La gente ve esto y parece zona de bombardeo", lamenta, enviará una carta a las autoridades para buscar una solución.

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