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El Aquiles de Carlos Fuentes

Foto(s): Cortesía
Redacción

CIUDAD DE MÉXICO.- "Pocos libros le costaron a Carlos Fuentes tantos años, borradores y recomienzos", advierte el crítico literario Julio Ortega en su prólogo a la novela póstuma del escritor, Aquiles o El guerrillero y el asesino.


Encargado del rescate y edición de la obra, fecha el interés literario de Fuentes por su protagonista, el ex guerrillero y político colombiano Carlos Pizarro, desde su asesinato, el 26 de abril de 1990, cuando es abatido en pleno vuelo de Bogotá a Barranquilla por la ráfaga de ametralladora de un joven sicario.


Quería contar la historia del comandante de la guerrilla del M-19, ejecutado 49 días después de dejar la lucha armada para convertirse en candidato presidencial del grupo de centro-izquierda Alianza Democrática M-19. "Su intención era escribir una novela con una profunda raíz en la realidad, por eso nunca la dio por concluida", considera Ramón Córdoba, editor de la obra de Fuentes en Alfaguara.
Aquiles o El guerrillero y el asesino es una novela sin enigma, aclara. La muerte del héroe es contada en las primeras páginas. Un narrador testigo refiere la impresión que le produce ese hombre de "perfil perfecto y ojos de santo fallido" -escribe Fuentes- antes de caer bajo las balas.


Después se suceden personajes que permiten, como el Premio Cervantes declaró, "cantar la cólera del Aquiles colombiano". "Las fuentes son muchas", dice Ortega en entrevista, "y todas le dan resonancia y sentido trágico a la historia, gracias a la imaginación de lo real".


Fuentes reescribe la historia de Pizarro, anota el investigador peruano, acompañando a su personaje herido, y sigue los pasos del niño que se convertirá en su asesino.


"Supongo que lo llama Aquiles porque en la saga homérica se trata de un héroe vulnerable", explica. "Tanto Aquiles como Pizarro mueren porque son, al final, más humanos que míticos".


Son capítulos breves, sin digresiones, adelanta Córdoba, que suman -incluido el prólogo- 196 páginas. La muerte del sicario, Gerardo Gutiérrez, liquidado por un escolta del político, cierra la narración.


Aún se desconoce quiénes ordenaron el crimen de Pizarro, del que se culpó tanto al narcotraficante Pablo Escobar como al paramilitar Carlos Castaño. Fuentes no opta por una versión. Si lo hubiese hecho, alerta Ortega, la novela sería dominada por la crónica.


"A Fuentes siempre le interesó la política como matriz de personajes trágicos, a veces inhumanos. Se trata de una indagación sobre la naturaleza del poder", precisa sobre la obra, en la que Córdoba encuentra ecos de Adán en Edén, La voluntad y la fortuna e, incluso, La muerte de Artemio Cruz.


Es una historia donde los lectores reconocerán la "garra" de Fuentes, subraya el editor: "Una muy buena novela".


La búsqueda


Fuentes buscó largamente a Pizarro en el lenguaje, escribe Ortega. Primero en los recortes de la prensa internacional, después en conversaciones con amigos colombianos como Gabriel García Márquez y Belisario Betancur, y en pláticas con los familiares del político.


"Se documentó exhaustivamente, escribió distintas versiones, reorganizó materiales, corrigió y reescribió partes completas de la obra y seguía haciéndolo cuando le llegó la muerte", recuerda la viuda del escritor, Silvia Lemus, en un texto que acompaña la publicación de la novela, una coedición de Alfaguara y el FCE cuyos primeros ejemplares estarán listos el 15 de mayo, fecha del cuarto aniversario luctuoso de Fuentes.


"Debió solucionar varios problemas técnicos", explica Ortega. "Si optaba por el formato de crónica, bastaba con los hechos. La escritura misma le fue imponiendo una versión más narrativa. O sea, la libertad para hacer de los hechos una historia que tuviera sentido más allá de los hechos".


No es fácil, reconoce, descifrar las intenciones de un autor que deja un inédito. Aquiles o El guerrillero y el asesino surge de dos manuscritos redactados por Fuentes con su inseparable Olivetti, fragmentos, notas y páginas escritas a mano.


Fuentes no llegó a revisar, consigna en el prólogo, la última versión de la novela, que contenía anotaciones marcando el traslado de secciones de uno a otro manuscrito. El crítico literario siguió estas indicaciones al elaborar la versión definitiva.


El escritor leyó en 2003 en Tampico fragmentos de la obra, también al año siguiente en Roma, y en 2007 en Guadalajara. Llegó a estar incluso programada en el plan editorial, afirma Córdoba.


"No quiso entregar el manuscrito a sus editores mientras el conflicto armado más antiguo de América Latina no llegara a su fin", escribe Lemus: "La publicación de Aquiles coincide ahora con la que parece ser la última negociación entre la guerrilla y el Gobierno colombiano: la hora de la verdad, el fin de las cuentas pendientes, el comienzo de la paz".


El Aquiles de Fuentes, su Pizarro, es una figura heroica y trágica, que representa los dilemas de Colombia, asegura Ortega. "No se trata de que tenga razón o sea un mártir, sino de cómo la vida política de un país puede estar alegorizada en la vida breve y conmovedora de un héroe inmolado en su propia fe".

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