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“Ciudadano”

Foto(s): Cortesía
Redacción

En la primera parte se mostró el documento del 8 de marzo de 1861, donde el presidente Benito Juárez por medio de Jesús González Ortega, su Secretario de Estado y del Despacho de Guerra y Marina, emitió la circular dirigida, entre otros, al Gobernador de Oaxaca, Ramón Cajiga (1860-1863), en la que mandó a que se llamara a las personas con el título de ciudadano, lo que perdura hasta la fecha en el ámbito de gobierno pero solamente en el lenguaje escrito.
Para contextualizar este hecho, hablamos de los conceptos de siervo, súbdito y ciudadano, en Europa y como con la llegada de Colón en 1492, nos convertimos en colonia de la corona española y por lo tanto en súbditos de ella.  Hablamos también del paso de súbdito a ciudadano y de la Constitución de Cádiz, promulgada en España el 19 de marzo de 1812, la cual es la base de mayoría de las constituciones de los estados americanos, incluida la nuestra. En dicha constitución se llamó “ciudadanos” incluso a los súbditos allende del mar, incluyendo a las castas y a los indígenas de los territorios de América con base en el principio de igualdad. La constitución de Cádiz cambio la dinámica social y la relación entre gobernante y gobernados, estos últimos, como súbditos “callaban y obedecían”, como ciudadanos podían exigir respeto a sus derechos.
Ahora vamos a ver algunos antecedentes de la palabra “ciudadano”. La revolución francesa fue un movimiento político, social, económico y militar, que surgió en Francia en 1789 con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional y finalizó en 1799 con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte. Esta revolución marcó el derrumbe de la monarquía absolutista, el establecimiento de un gobierno republicano democrático y es considerada el comienzo de una nueva época histórica llamada La Época Contemporánea; además difundió por el mundo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, así como el de la soberanía popular y los Derechos del Hombre.
El 26 de agosto de 1789 la Asamblea Nacional Constituyente francesa aprobó los “Derechos del Hombre y del ciudadano”, y declaró que los hombres "nacen libres e iguales” y sus derechos son universales, naturales, inalienables y sagrados.


La revolución lingüística
Desde el mismo comienzo de la Revolución francesa aparece un nuevo lenguaje oral, escrito y simbólico, este último se basa en dos fuentes: la Antigüedad Clásica y la masonería. De la primera adoptaron símbolos como el fasce o haz de lictores, el gorro frigio, gestos como el del juramento con el brazo derecho extendido (Juramento del Juego de Pelota de 1792) que adquirió gran importancia y prevalece hasta la fecha en el juramento a la bandera y la protesta, y los nombres de origen romano entre otros.
De la segunda, la masonería, adoptaron el triángulo, la escuadra, el nivel, la balanza, el ojo vigilante etc.  En el lenguaje oral o escrito nace el concepto político de los términos "derecha" e "izquierda",  por el lugar que los diputados ocuparon en la Asamblea Nacional Constituyente respecto a la presidencia el 11 de septiembre de 1789,  donde "izquierda" se asoció al cambio político y social, mientras "derecha" a los que se oponían a dicho cambio.
En 1789 la Revolución  francesa abolió todos los privilegios feudales, la nobleza hereditaria y los títulos nobiliarios, este cambio social se reflejó en el lenguaje, así para referirse a una persona, fuera cual fuera el cargo que ocupara en el gobierno, el ejército, etc., se adoptó el título de “ciudadano”, tratamiento que sería dado a todos por igual.  Las palabras designan la realidad y si la realidad se modifica igual lo hace el léxico, dice Nathalie Hirschsprung en su artículo El vocabulario de la Revolución Francesa: “Se atacan tanto las palabras como los privilegios y realidades sociales que las sostienen, es decir los bienes de ciertas categorías. Nace una Francia en donde la gente está orgullosa del título de ciudadano, en donde el tuteo se impone, por lo menos en el año II (1793)”.


El 2 de diciembre de 1804, Napoleón Bonaparte se coronó a sí mismo en la catedral del Notre Dame en París, en presencia del papa Pío VII y tomó el título de Napoleón I, emperador de los franceses. Durante su gobierno cayó en desuso dirigirse a una persona llamándole ciudadano, se restauraron algunos de los títulos de nobleza y se crearon nuevos.


En cuanto a los títulos nobiliarios en México, el artículo 12 de la constitución política de 1917 reza:
“En los Estados Unidos Mexicanos no se concederán títulos de nobleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto alguno a los otorgados por cualquier otro país”. Artículo original DOF 05-02-1917.
El término Ciudadano conlleva un conjunto de derechos políticos, civiles y sociales, los cuales solo eran para los hombres. El concepto de ciudadana se demoró mucho tiempo para acuñarse y es la deuda de la Revolución Francesa para con las mujeres. Sin embargo Olympe de Gouges en 1791 publicó La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana parafraseando la Declaración de Derechos del Hombre y del ciudadano, y constituyendo uno de los primeros documentos históricos sobre la igualdad de derechos.  
Ahora bien, en Oaxaca, el contexto de la circular del 8 de marzo de 1861, corresponde al periodo llamado La Guerra de Reforma, conocida también como la Guerra de los Tres Años, la cual transcurrió desde el 17 de diciembre de 1857 hasta el 1 de enero de 1861; la etapa siguiente es la Segunda Intervención Francesa de 1862 a 1867.
Este periodo se narra así en el libro Los Gobernantes de Oaxaca, Historia (1823 1986):
“En la década que va de 1857 a 1867 se suscitaron dos acontecimientos trascendentales para la Historia de México: la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, ambas protagonizadas por uno de los hombres más célebres que ha dado Oaxaca: Benito Juárez.
La promulgación de la Constitución de 1857 había provocado graves disturbios en el país y propició la proclamación del Plan de Tacubaya, encabezado por el general Félix Zuloaga. Mediante este plan los conservadores pedían el desconocimiento de la Constitución, cuya inspiración liberal había abierto las puertas al gobierno para intervenir y controlar el desmesurado poder del clero y la milicia. El entonces presidente Ignacio Comonfort, famoso por sus ideas y actitudes moderadas, se unió a los tacubayistas, pero no pudo sostenerse en el poder. Los conservadores llevaron a la presidencia al general Zuloaga el 23 de enero de 1858, a pesar de que Benito Juárez -a quien por ser ministro de la Suprema Corte de Justicia correspondía ejercer la presidencia de la República en ausencia del titular- la había asumido días antes en Guanajuato y había restablecido el orden constitucional. A partir de entonces se desató una guerra entre los partidos conservador y liberal: la Guerra de los Tres Años, etapa más cruenta de la Guerra de Reforma.
Rápidamente los conservadores dominaron el campo de batalla, ya que contaban con ejércitos disciplinados y con generales aptos como Tomás Mejía, Leonardo Márquez y Miguel Miramón. Tenían en Oaxaca el respaldo del general conservador José María Cobos, que se disputaba el poder con los liberales José María Díaz Ordaz y Miguel Castro.
Ante el embate de los conservadores, el presidente Juárez tuvo que trasladar su gobierno primero a Guadalajara y después, tras innumerables peripecias, a Veracruz.
En julio de 1859 Juárez dictó las famosas Leyes de Reforma que establecían la nacionalización de los bienes del clero, la exclaustración de monjas y frailes, el matrimonio y el registro civil, la secularización de los cementerios y la supresión de muchas fiestas religiosas.
Con el triunfo del general Jesús González Ortega en Calpulalpan en diciembre de 1860, la causa liberal obtuvo la victoria y en enero de 1861 el presidente Juárez pudo regresar a la Capital con su gabinete”.
Dos meses después, 8 de marzo de ese mismo año, el presidente Juárez mandó a emitir la circular de la que nos ocupamos hoy. Damos un agradecimiento especial al C. Fernando Valle Ferado “Don Salimoy” por insistir en que buscáramos la circular y al C. Antolín López Ayala, funcionario del Archivo, por haberla encontrado, con lo cual podemos conmemorar con este artículo los 210 años del natalicio de C. Benito Juárez García. Los invitamos a Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado a ver este y otros testimonios documentales del Estado de Oaxaca.


 

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