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Los claroscuros del campesino en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

SAN RAYMUNDO JALPAN, Oaxaca.- Después de algunos años malos por la sequía, los campesinos de este municipio obtuvieron ahora una buena cosecha de cacahuate y jícama por las copiosas lluvias de agosto y septiembre pasados, aunque el exceso de agua causó algunos estragos en la siembra de la calabaza.


Esa bonanza se evidencia en los improvisados puestos de venta que instalan las esposas o las hijas de campesinos a la orilla de la carretera Oaxaca-Villa de Zaachila, para su comercialización durante la festividad del Día de Muertos.


Decenas de personas llegan día a día de la ciudad de Oaxaca de Juárez y de otras municipalidades cercanas a comprar los productos que pondrán como ofrenda en el altar de muertos. Desde las flores de cempasúchitl, de borla y crisantemo, el pan, el mole, el chocolate, la caña de azúcar, el cacahuate, la nuez, las jícamas, las velas, el copal y el mezcal.


"Nos ayudó y nos afectó"



Doña Griselda Pérez Rodríguez y su producción de jícama. FOTO: Román Carlos

Doña Griselda Pérez Rodríguez, esposa de un campesino, dijo que las recientes lluvias ayudaron a la producción del cacahuate y jícama, porque ambas plantas requieren de bastante agua.


“En el caso de la jícama, sirvió bastante la lluvia de este año; salió bastante y de buen tamaño la fruta, de lo contrario, habría salido más chica y más dura o hasta perderse casi toda la producción”, señaló.


No obstante, subrayó que la demasiada agua afectó la siembra de calabaza, al grado de perderse bastante producción.


“Como llovió fuerte muchos días, se pudrió mucha calabaza en el terreno”, añadió.


Destacó que la producción de nuez criolla y de papel también descendió en algo, ante la presencia de la niebla causada por las lluvias y debido a la plaga de la liria.


“De por sí, los árboles están viejos y luego la neblina perjudicó bastante porque era el momento en que estaba floreando el árbol”, indicó.



La nuez de papel y criolla se cosecha en San Raymundo Jalpan. FOTO: Román Carlos

Sin embargo, observó que la cosecha de cacahuate y jícama ha resultado suficiente para su venta en esta temporada.


“Gracias a Dios, se está vendiendo todo parejo”, finalizó.


Van bien las ventas


Otra comerciante, Lilia Martínez Contreras, explicó que la jícama sembrada por su padre tuvo una buena cosecha por las lluvias de agosto y septiembre pasados.


“Hubo bastante agua y se nos dio bien este año”, agregó.


Detalló que la sequía sucedida el año pasado perjudicó casi toda la siembra del cacahuate y jícama sembrada.


“Nos afectó bastante, casi no hubo nada de producción”, anotó.


Aunque también mencionó que la cosecha de nuez bajó bastante por la neblina y la plaga de la liria.


“En mayo empieza a florear y es cuando aparece la plaga; si no se quita antes, ya no se da”, refirió.



Un tanto escasa fue la cosecha de nuez, se quejó la señora Lilia Martínez. FOTO: Román Carlos

No obstante, resaltó que la producción de jícama y cacahuate ha servido para su venta en estos días.


“Van bien las ventas, nosotros somos las encargadas de sacar el producto, afortunadamente ahí la llevamos, porque de eso vivimos”, terminó.


El agua afectó la calabaza


Cecilia Anahí Cosme Hernández, hija también de un campesino, se manifestó igualmente complacida con la producción de jícama alcanzada este año, a consecuencia de las lluvias.


“Mi papá sembró 50 surcos y se dio bien; como llovió bien, el agua nos ayudó bastante”, señaló.


Sin embargo, observó que la copiosa lluvia también causó perjuicios a la calabaza sembrada por su padre.


“Se dio poco, porque la calabaza tiende a pudrirse”, anotó.


Lo mismo sucedió con la nuez –anotó–, porque la presencia de la neblina y la plaga de la liria hicieron disminuir la cosecha.


“Bajó bastante la producción, principalmente por la plaga, no se le ha dado el tratamiento necesario. Se le quita la liria, pero vuelve a nacer. La nuez de papel ya se da poco, la nuez criolla es la que se da un poco más”, asentó.



La calabaza que se salvó de las fuertes lluvias. FOTO: Román Carlos

El Altar de Muertos


Los días de muertos, el 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, se viven en Oaxaca entre olores de flores de cempasúchil y cresta de gallo, cañas, jícamas, mandarinas, cacahuates, chocolate, mole, mezcal, cerveza, copal, montañas de pan de muerto y altares.


El arreglo del altar es cuestión familiar, pretexto excepcional para reunir a los integrantes de la familia y agasajar a los que ya se fueron con lo que disfrutaban más en vida. Las señoras se encargan de escoger las flores más frescas y bellas, el pan de mejor calidad, el mole que el difunto degustaba con más fervor y apetito.


La familia coloca una mesa en algún sitio del hogar, se forma un arco con cañas, portal del inframundo por donde regresarán en este día tan especial los difuntos, y que también sirve como marco para colocar fotos, colgar fruta, imágenes religiosas y cruces o crucifijos.


Algunos altares tienen varios niveles donde se colocan las ofrendas, las velas, la comida, las bebidas y la vasija para el copal que se sitúa en el séptimo nivel y que purifica y al mismo tiempo, guía al difunto en su regreso a la tierra.

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