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Esclerosis paraliza a La Noria

Foto(s): Cortesía
Redacción

Por sus pasillos no se escucha más el cuchicheo de los visitantes y el de los locatarios. El mercado zonal La Noria, en las orillas del centro de la ciudad, envejece y se muere lentamente, a pesar de sus 32 años de vida.


Enmudecieron las voces, las tradicionales frases de la plaza popular que incitaban al paseante a sentarse a disfrutar de un buen platillo oaxaqueño; a comprar fruta, verdura, carne fresca....


Como en ningún otro mercado, existen puestos que están abandonados desde hace más de 15 años, mientras que la mayoría de los comercios que sobrevive son atendidos por sus propietarios muchos de los locatarios rebasan la tercera edad; los hijos o nietos carecen de interés por continuar con el negocio.


 



 


Se hizo normal no vender


Desde las 7:00 horas que empiezan a abrir los locales hasta las 15:00 horas en que gran parte de los locatarios cierran, las cuentas de los ingresos del día son mínimas, casi nada en comparación a los gastos que hay que cubrir.


“Pues ahí la llevamos, ni para atrás ni para adelante”, dice doña Soledad, quien encuentra casi normal el hecho de la poca demanda de visitantes, pues no tiene otra forma de vivir.


Don Jaime González está enojado porque ni el pueblo ni las autoridades se acuerdan de La Noria. Para el carnicero todos los días son iguales: sin buenas ventas, pues casi nadie entra al lugar; con excepción de los cobradores.


Permanecer dentro de este inmueble se ha convertido para sus locatarios en la única opción para obtener dinero y por eso aguantan.


 



 


Vienen y se van


La señora Teresa tiene enfrente un local que ha permanecido cerrado desde hace casi 15 años. Al negocio le siguen dos más que, por más de una década, también han lucido sin movimiento; pese a que por pequeños periodos han sido ocupados.


“Lo que se gana aquí no alcanza para mantener una familia, para ahorrar, sólo para llevásela al día”, detalla la mujer.


“Las personas que han ocupado alguno de estos locales son jóvenes que tienen dos o tres hijos y, al no haber ventas, se desesperan y se van”, agrega.


Mientras que en el pasillo donde se ubica don Jaime los locales han estado en el olvido por casi 20 años, relata el señor quien realiza un rápido recuento mental.


“Por la situación, ya no se amerita que se ocupen”, señala el hombre con la mano hacia los locales empolvados y donde alguna vez se vendieron semillas y chiles; hotcakes y en otro losetas. Pasos más adelante, otra decena más vacíos, al igual que al doblar el pasillo.


 



 


Súpermercados, la pesadilla


Aunque para algunos la culpa que la situación económica en el mercado esté por los suelos no es de las tiendas comerciales, ni del conflicto social 2006 para la gran mayoría así lo es.


Ruth Martínez creció entre los pasillos de La Noria. Recuerda que el mercado estaba lleno de vida. Todos los locales ocupados y el bullicio era como en cualquier otra plaza.


La joven, junto con sus hermanos y que son prácticamente de los poco que han tomado el relevo para continuar con el negocio, apunta que fue a partir de la apertura de una supermercado, instalado a menos de un kilómetro de ahí, cuando las ventas comenzaron a bajar.


Desde ese entonces, dice la mujer, la afluencia de visitantes a esta plaza se redujo hasta quedar prácticamente en el abandono.


“Por eso los pocos clientes que aún tenemos tratamos de conservarlos proporcionando buen trato y ofreciendo verduras frescas”, agrega la joven.


Una de las clientes fieles es la señora Francisca, vecina del antiguo barrio de los hortelanos y quien se dice amante de comprar en su pequeño mercado. “Yo le tengo un gran amor a este lugar, lo vi nacer; por eso vengo, me gusta comprar productos frescos y, de paso, poder conversar con los locatarios”, presume.


Pero a todo esto se le añade un factor más que ha fomentado al poco progreso del mercado: la desunión entre locatarios, coinciden mercaderes.


“Si algo le pasa a uno, al comerciante de a lado le vale”, dice Ruth. La señora Paulina recalca que esta indiferencia no ha permitido que los locatarios pueden exigir en conjunto una solución a las autoridades.


“Varias veces le he expuesto a los compañero algunos problemas, y les pregunto que si ellos no padecen eso, y dicen que no, que están bien”, comenta con disgusto la comerciante, quien forma parte del mercado aún antes que se construyera el inmueble.


A oscuras, con malos olores y con lluvia dentro


La deficiencias en este lugar son múltiples, sin embargo no fueron considerados entre los mercados a los que las autoridades municipales apoyará para mejorar sus instalaciones.


La luz en el mercado es ineficiente, aún más sobre la calle que lo alberga, y en donde los asaltos se han repetido constantemente una vez que se oculta el sol.


Por algunos pasillos los malos olores surgen de las coladeras; situación que la marchante, doña Francisca, consideró importante para que la clientela huya y se vaya a las grandes tiendas comerciales a realizar sus compras.


Para pintar un espacio comercial hay que pagar al ayuntamiento por el permiso que cuesta hasta 700 pesos, también carece de agua potable y energía eléctrica en los sanitarios.


Para que funcionen los escusados hay que echar agua con una cubeta, por eso la encargada de los baños, doña “Mari”, casi todos los días debe llenar los tambos de 200 litros que se encuentran en los baños.


Pero por las mañanas, cuando llega la mujer al rededor de las 6:00 horas, deben encender una veladora para ver bien, pues no hay corriente eléctrica en el espacio de los sanitarios.


Esperan a la nueva autoridad


Después de más de 30 años sin ser atendidos por autoridades municipales y estatales, los mercaderes aún confían en que los gobiernos en los próximos meses los ayudarán.


Mejoras en sus instalaciones, reactivar la economía, promocionar el lugar y que se vuelva también en una alternativa para los turistas, es el sueño en común de los locatarios del mercado zonal La Noria.


CITA


“Aquí salimos tablas, pero no pensamos en irnos porque uno ya está viejo como para andar probando suerte en otro lugar”:


Teresa Espino, 17 años como locataria en el mercado de La Noria.


Se añeja


32 años de antigüedad


1984 inauguración


112 locales


75 funcionan


17 años cumplen algunos locales cerrados


70 mil pesos, precio de un espacio


10 mil pesos costó un local hace 15 años


3.50 pesos pago de piso

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