La pandemia por coronavirus (COVID-19), llegada a Oaxaca el pasado mes de marzo, supuso un duro golpe para la vida cotidiana de todos los ciudadanos y los distintos sectores de la sociedad. Nadie imaginaba que la realidad conocida hasta ahora, cambiaría por completo.
La educación, por supuesto, se vio afectada debido a que las congregaciones masivas de gente quedaron suspendidas; por tanto, las clases presenciales en las escuelas, sin importar el nivel educativo, se acabaron.
La esperanza del fin de la pandemia se alejaba con cada día que pasaba y no se sabía con certeza cuándo se reanudarían las actividades al interior de las aulas. Esta situación llevó a las autoridades a implementar las clases a distancia, de manera virtual, por internet.
Cambio radical
Esta medida implicó, de inmediato, un cambio radical para padres de familia, estudiantes y para quienes directa o indirectamente viven de la educación, como los propietarios de papelerías o negocios en donde se venden uniformes escolares.
Ya lo avisaba una comerciante del centro de la ciudad hace un mes durante los primeros días de agosto, fechas habitualmente altas para la venta de ropa escolar. “Nos quedamos con el stock, no hay salida de mercancía, la mercancía está ahí y no hay ventas”, comentaba.
Hoy, a un mes de ‘iniciado’ el ciclo escolar, la cosa no es muy distinta para los papeleros ni para los textileros. “Pues ahora sí que cambiaron el lápiz por la tablet ¿no?, las plumas por el ipad, los cuadernos por la computadora… y nosotros, pues, no vendemos eso, vendemos lo esencial, lo que ahorita desafortunadamente, pues no se está usando mucho”, señaló Josué, propietario de una papelería en Santa Lucía del Camino.
Por otra parte, en un negocio de ropa ubicado en Camino Nacional, en donde generalmente aparecían uniformes escolares, ropa médica o de enfermería, hoy solo se ven los maniquíes exhibiendo vestidos de noche, ropa casual y hasta playeras deportivas de equipos de futbol. Los uniformes no son tan requeridos.
Clases a distancia
“Bajó mucho, fíjate; bajó mucho ahorita con esto de la pandemia. Es muy raro, porque casi no hay, que venga algún papá con su niño buscando uniforme, sobre todo porque no hay clases así en la escuela, y porque son muy pocos o casi ninguno, los maestros que piden que las clases se tomen desde casa con el uniforme puesto”, contó la señora Mayra, vendedora de ropa escolar.
Y es que bajo el esquema de la nueva normalidad, las clases escolares se han comenzado a impartir vía web o por televisión en los canales asignados para tal fin, por lo que las principales herramientas que los alumnos utilizan para su educación remota, nada tienen que ver con las habitualmente incluidas en la lista escolar de cada año.
“No, ahorita no (hubo mucha venta); antes pues sí, llegábamos a surtir hasta 100, 150 listas de útiles de los niños de aquí de la primaria, del kínder, incluso hasta de los muchachos de aquí del CBTIS, pero con esto… desde marzo nos quedamos sin la principal clientela, que son los estudiantes”, precisó Josué.
Cero inversión porque no hay ventas
Por su parte, la señora Mayra coincidió con el testimonio de la comerciante de la capital, quien hace un mes comentó a NVI Noticias, que sus ventas habían caído hasta en un 90 por ciento cuando normalmente, año con año, cada 15 de agosto aproximadamente, acababa con su mercancía por la gran demanda de uniformes que había por parte de la comunidad estudiantil.
“De plano, pues ya no se invirtió (en ropa escolar), ahorita estamos con la ropa de dama, un poco de uniformes, pero ves que tampoco, tampoco hay deportes, futbol principalmente, que es lo que más tenemos. Entonces, pues si no se va a vender, para qué le metemos ¿no? Ya el otro año será”, comentó entre risas.
Cabe señalar que aunque la entidad ya se encuentra en semáforo epidemiológico en color amarillo, las actividades que impliquen afluencia masiva de gente aún no están autorizadas, por lo que las fiestas, eventos sociales, conciertos, partidos de futbol y clases en las escuelas, esperan aviso para su reanudación.
90 % cayó la venta de uniformes escolares
Entonces, pues si no se va a vender, para qué le metemos ¿no? Ya el otro año será.
Mayra, vendedora de ropa.
