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Científicos sin empleo, la realidad en México

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Dar clases en alguna institución es de la opción más común que tiene un investigador científico al concluir su preparación postdoctoral.


Es fuera de México donde la mayoría logra un contrato, lo que implica que el talento se fugue del país.


Esas limitaciones laborales las conoce muy bien Alberto Cordero Dávila, responsable del taller de óptica de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), quien considera que para impulsar la ciencia en México se necesita reducir la corrupción.


Son capaces


“Los mexicanos necesitan hacer más ciencia, somos capaces de hacerla”, dice con la pasión de quien creó el programa Del aula al Universo con el que al menos mil escuelas del país han elaborado su propio telescopio.


“Si los jóvenes participan con sus manos haciendo las cosas, este país va a cambiar”, afirma antes de reconocer el punto medular del problema para que la ciencia no se practique lo suficiente en este país:


“Se debe quitar un poco de corrupción para que no se gaste dinero en otras cosas y se destinen a las que necesita el país, la ciencia no es un asunto tan superfluo”, por lo que desde el Gobierno Federal debe existir un proyecto de país distinto.


“El mismo gobierno y el Estado deben elaborar un proyecto de país diferente en el que la gente participe más, donde haya menos corrupción, donde se revise el dinero que se da a los científicos”, pero sobre todo se piense “más en la gente” y menos “en los jefes”.


Sin demeritar la actividad académica, reconoce que la única opción que tiene un científico que concluye su formación postdoctoral es “dar clases”, lo que no otorga los suficientes recursos para vivir y subsistir.


Terminan ¿y luego?


En México, aclara, hay suficientes universidades con toda la capacidad para formar investigadores cientìficos, el problema viene cuando concluyen esos procesos en las aulas.


“Al final el joven que trabaja cinco años en la licenciatura, cinco en el postgrado y un par de años en un post doctorado busca trabajo y no hay”, relata.


Por eso, es común que los jóvenes científicos terminen integrándose a una plantilla docente, sin que se aproveche de una mejor manera su talento.


La opción más viable para ellos es irse “al extranjero, ahí si los contratan, los contratan muy bien y les va mejor afuera”, lamenta el doctor en óptica por Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) y ganador del Premio al saber que le otorgó la Asociación Mexicana de Ingenieros Mecánicos y Eléctricos (AMIME).

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