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Esas letras que lees: La falsa verdad de la historia

Timbre postal conmemorativo elaborado para la celebración del centenario de la Declaración de Independencia de México.
Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

Rodrigo Velásquez Torres

15 de septiembre de 2021// En septiembre celebramos un aniversario más de la lucha por la independencia, una guerra que abrió el camino para la formación de la Patria que somos hoy, nos guste o disguste. Desde niños nos educan a respetar el mes patrio en el entendido del lema nacional forjado en la guerra de Independencia: “Mi patria es primero”. Dejando de lado la familia y la vida misma, la patria llama a cada uno de nosotros y en septiembre todos nos sentimos “más mexicanos que nunca”, y al grito de “Viva México” celebramos a los héroes que nos dieron “Patria y Libertad”. Sin embargo, para gracia o desgracia, la realidad del México actual dista mucho de ser algo digno de conmemorar.

En los años previos a 1810, ya habían ocurrido diversos movimientos guerrilleros que agudizaban los ánimos de libertad y los sueños de una nación con la cara al mundo, libre del dominio español. Treinta y cuatro años antes, 13 colonias inglesas habían declarado formalmente su independencia del reino. En el virreinato de la Nueva España los ánimos se encontraban cargados de descontento hacia la invasión de Napoleón Bonaparte y la imposición de su hermano José (Pepe Botella) como manda más en la península ibérica y su territorio. Así, al grito de “Viva Fernando VII, muera el mal gobierno” comenzó la lucha por la independencia nacional: luchando contra Francia, no contra España.

El llamado de insurrección llevado a cabo por don Miguel Hidalgo, cobra sentido dentro del contexto histórico en el que se desenvuelve. Las invasiones napoleónicas dividieron las opiniones sobre el destino que debería llenar la Nueva España: algunos se inclinaban por el inicio de una patria libre, nueva, formada en fundamentos de libertad y justicia; otros opinaban que todo siguiera igual, con mínimos cambios administrativos, pero con continuidad de privilegios para ciertos sectores. Lo cierto es que los preocupados por el futuro nunca consideraron al grande grueso de la población, quienes carecían de voz y representatividad: los oprimidos, apagados, aquellos que carecían de las más mínimas opciones de crecimiento personal y estaban condenados al olvido, tal como viven todavía muchos miles de mexicanos, abandonados por el Estado mexicano.

Las historias patrióticas son vastas en septiembre: la toma del Castillo de Chapultepec por parte del Ejército norteamericano (en sus tantísimas intervenciones a suelo nacional) y la defensa por parte del pequeño grupo de cadetes que habitaban en el Colegio Militar, ha apasionado a los historiadores patrios. Si bien siempre ha estado rodeado de polémicas, la “gesta heroica” que recae sobre seis nobles cadetes es un simbolismo utilizado para fomentar el amor a la patria a través del sacrificio, además de recordarnos a todos aquellos que, sin estar preparados ni mental, ni militarmente, se apresuraron a luchar para la salvaguarda de la patria. Había que preguntarle a Miguel Miramón su opinión al respecto.

Septiembre marca también el triunfo de la patria; con la entrada del equinoccio de otoño, el ejército Trigarante marcha (ya desde entonces se tiene tan sana costumbre) en la capital del país, poniendo fin a la lucha por la independencia y con ello el surgimiento del Primer Imperio Mexicano. A partir de ahí, comienzan otra serie de guerras e invasiones que solo concluirán varias décadas después bajo el lema de “Paz, Orden y Progreso” .

Para saber

Al grito de “Viva Fernando VII, muera el mal gobierno” comenzó la lucha por la independencia nacional: luchando contra Francia, no contra España.

 

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