San Bartolo Coyotepec, Oaxaca. La quimioterapia matará sus células enfermas, pero las sanas también. Su pequeño cuerpo de 4 años adelgazará, su cabello negro crespo caerá, pero sus ojos vivaces, que pestañean alegres cuando la saludas van a brillar y tendrá una nueva oportunidad. Será una doble sobreviviente porque en su tierra natal, Juchitán, escapó del sismo de 8.2 y si todo sale bien, también huirá de la sombra de la leucemia.
La pequeña Zuri Saday no sabe qué pasa, sólo le pide a su mamá irse de ahí, fue la primera quimioterapia en el Hospital de la Niñez, parte de un largo tratamiento y debe reponerse. El calvario empieza, le toca a Angélica López López de 31 años, preocuparse por el techo de esta noche, la comida y la compra de medicamentos.
La joven madre, quien debió abandonar su trabajo de camarera, no sabe cómo lo hará, pero tiene fe y el apoyo de su esposo, Pedro Celaya Ramos también de 31 años y ayudante de albañil, quien se quedó en Juchitán a trabajar y al cuidado de la hija mayor de ambos, Noemí de 8 años.
Sentadas las dos en una banca metálica, detrás de la entrada del hospital cerrado por el paro de Salud, se hacen acompañar de la suegra de Angélica, María Luisa Ramos Ramírez, quien también las ayuda en el cuidado de Zuri. De vestimenta humilde, con la mirada cansada, triste y un semblante apesadumbrado, delatan su urgencia de encontrar consuelo.
El fatídico 21 de enero
Angélica habla de los primeros indicios de la enfermedad, el 21 de enero de 2018, cuando la pequeña Zuri debió dejar el segundo año de preescolar, sus cantos y juegos por el dolor de estómago, la calentura y el vómito. La llevaron al hospital, uno privado, porque sus padres carecen de seguridad social. El diagnóstico, una simple infección estomacal.
Pago de la consulta y compra de medicina, no hicieron que Zuri mejorara, Angélica y Pedro la llevaron al Hospital General de Juchitán, donde los acogieron bajo el régimen del Seguro Popular. Ahí les dijeron que se trataba hepatitis, pero ninguno de los medicamentos eran tolerados por el cuerpo de la pequeña.
Al no presentar mejoría, una semana después, fue canalizada al Hospital General de Santo Domingo Tehuantepec, mientras, a la par, los padres de Zuri mostraban los estudios a un médico de la familia, ahí fue cuando por primera vez escucharon el diagnóstico: leucemia.
Fue canalizada a urgencias del Hospital de la Niñez en San Bartolo Coyotepec, donde estuvo internada tres días y por primera vez recibió transfusión de plaquetas o trombocitos, elementos que conforman nuestra sangre e indispensables en el proceso de coagulación.
Angélica tuvo que conseguir dos donantes, pues el Hospital de la Niñez carece de banco de sangre y trabaja a través de ayuda externa . Zuri necesitará al menos una transfusión sanguínea cada vez que se someta al tratamiento de quimioterapia y sus padres no saben cuántas sesiones serán. No tienen amigos ni familiares aquí.
A casi dos semanas de la noticia, la lucha contra la enfermedad comienza a mostrar su lado más oscuro, el vómito, las úlceras en la boca, la diarrea y la siempre latente posibilidad de una infección oportunista debido a la escasez de glóbulos blancos.
La primera medida es que la niña de 4 años coma bien, pero los ahorros de varios años de la familia se esfumaron en el pago de unos estudios, que tampoco fueron costeados por el Seguro Popular, 4 mil 500 pesos.
El llanto se asoma a los ojos de Angélica, no cuando se habla de dinero, sino cuando se toca el tema familiar, pensar en estar lejos de los que ama, de su primera hija Noemí, de su esposo, y que la vida de su hija esté en riesgo la hacen clamar apoyo.
Pobreza total
Cuando esa noche del 7 de septiembre del 2017, las paredes de su casa en avenida Abasolo, esquina con calle Pipi de la Primera Sección de Juchitán, se cuarteron y los muros cayeron con el terremoto, Angélica no pensó que pudiera haber otro evento que cimbrara su vida de forma tal, que no hubiese un mañana, entonces llegó el cáncer amenazando la breve vida de Zuri.
La familia de Angélica no recibió apoyo del gobierno porque la casa que destrozó el derrumbe, no era propia, sino de su madre.
Tuvo que aceptar la ayuda del gobierno chino y la enfermedad sorprendió a Zuri, dentro de unas de esas casas de campaña azules, “un aliciente para la vida”.
Y en medio de una pobreza total, patrimonial, sin empleo, sin techo, sin comida y sin salud dentro de la familia Celaya López sólo hay un deseo: poder costear la cura de la pequeña morenita juchiteca, pero necesitan ayuda, como la que recibió de la Fundación Nicuatole A.C, desde el primer día, grupo que apoya a pacientes con leucemia y que en la actualidad atienden 80 casos.
