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Se van de Oaxaca a Estados Unidos, pero por necesidad

Foto(s): Cortesía
Redacción

Hace 30 años en San Francisco Yaateé, Villa Alta, decenas de jóvenes dejaban a sus familias en busca del ansiado sueño americano. Zeferino García no dudó en probar suerte y se fue a EU, hoy es un empresario reconocido.


El oaxaqueño, cuya estancia es legal en el país vecino, afirma: "si nos vamos de nuestra tierra, de nuestro país, es porque aquí la vida es muy difícil".


Maestro de profesión, relata que durante su estancia en EU se desempeñó como lavaplatos, mensajero, ayudante  de mesero, cocinero y vendedor ambulante.


Zeferino no se dio por vencido se percató que la comunidad oaxaqueña en EU tenía un sinfín de necesidades: "Añoraban su tierra, su comida, sus tradiciones".


Fue así que volvió a casarse y a la par comenzó con una tienda de productos oaxaqueños e incursionó en el sector restaurantero de comidas típicas de Oaxaca. Hoy, cuenta con seis negocios y da empleo a más de 150 oaxaqueños migrantes.


"La gente quería pan de su tierra y pusimos una panadería, quería carne fresca y pusimos la carnicería, quería hacer sus propias tortillas y le pusimos molinos: el oaxaqueño no le saca al trabajo, es luchón por naturaleza y somos buena gente, eso nos mantiene unidos".
 


Difícil ser migrante


Vivir fuera de su tierra ha sido  difícil, lo que más extraña son sus padres que visita cada vez que puede, sobre todo ahora que es padre de dos niñas, "quiero que conozcan mis raíces".


Explica que en últimos años se percataron que la migración disminuyó  por las amenazas del Gobierno de Trump, además los costos para cruzar se dispararon, aunque el fenómeno no se ha frenado.


Cuando pasó  la frontera a los 21 años, recuerda, fue con un coyote por 300 dólares, ahora pasar implica 8 mil dólares si es caminando por el desierto y 12 mil dólares si es por la línea, algo así como 200 mil pesos.


Es por eso,  que la gente se arriesga por una mejor condición de vida. "Tengo un conocido que cruzó recientemente, lo hizo por el desierto con un teléfono en mano que le dio el coyote a través del cual lo fue guiando, se perdió, pero llegó".


Lo más difícil es que en esta búsqueda del sueño americano también corren riesgos los niños que viajan solos, dice al recordar a sus hijas.


Zeferino evoca a su pequeña de ocho años, a quien notó un talento natural para tocar la guitarra, "uno hace por los seres queridos el esfuerzo y aguanta uno muchas cosas, penurias y carencias. Yo vine a probar suerte y gracias a Dios la obtuve".


A sus paisanos les deja un mensaje: el esfuerzo en cada cosa que hagan vida es lo mejor, si uno le echa ganas se obtiene resultados, no  necesariamente tienen que salir de Oaxaca.

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