Martha vivía con sus dos hijos en una pequeña casa de adobe en una de las colonias populares de Pinotepa Nacional, con el terremoto de 7.2 grados de magnitud del 16 de febrero su casa quedó inhabitable. Arrumbó sus pocas pertenenciasen una vieja edificación de lo cual lo único que está habitable es el corredor.
Como a ella, cientos de costeños sufren el olvido de todos, del municipio, del gobierno del estado, de la misma sociedad. En la ciudad no hay centros de acopio, o al menos no son publicitados para enviar ayuda a los damnificados.
Si bien el número de viviendas dañadas no se comparan con los del sismo de 8.2 grados del pasado 7 de septiembre, los damnificados ahí están, “voy a lavar y a arreglar las casas para que podamos ganar para comer”, afirma Martha, quien muestra fortaleza ante la desolación.
Durante los días posteriores al sismo de septiembre, varios centros de recepción de víveres se concentraron en la Ciudad de Oaxaca, muchos voluntarios hicieron lo suyo y recolectaron por su cuenta, situación que no se ha visto en el sismo del 16 de febrero.
Inclusive los medios de comunicación prestaron mucha mayor atención al accidente del helicóptero en donde fallecieron 13 personas, dejando atrás a los damnificados por el terremoto.
“Yo aquí vendía comida, memelas, pero ahora no se puede por la situación de la casa” afirma Martha, quien asegura que estaban afuera con sus hijos cuando ocurrió el movimiento telúrico, “imagínese, si hubiéramos estado adentro todas las tejas nos hubieran caído encima”.
Llegarán tarde
Lo único que hacen las autoridades de los tres niveles es recabar información, mientras tanto, los costeños ponen manos a la obra, “pues no podemos vivir afuera para siempre”, dice Martha.
La voz popular de esta zona, por su experiencia en el sismo de 7.5 grados de magnitud, es la denuncia, denuncian olvido y abandono en estos casos, cuando más los necesitan, no sólo al gobierno, sino a la sociedad civil.
