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Promueve su arte cíborg

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- A los 14 o 15 años, Neil Harbisson dibujó su autorretrato con una fina antena de cristal en su cabeza, hoy tiene esa antena y ha hecho de ella su propuesta artística. No sólo puede percibir los colores a los que ha asignado sonidos, sino que puede observar el espacio de la mano de la Estación Espacial Internacional.


Nacido en Londres, el artista de 33 años es el único cíborg reconocido como tal por un gobierno, una vez que le permitieron aparecer en la foto de su pasaporte británico con la antena conectada a su cerebro.


En su niñez y juventud, Neil no estaba seguro si sus ojos azules son como los de su padre británico o su madre española, pero sí supo que le faltaba algo: ver los colores.


Nació con acromatopsia, un desorden de la visión que afecta a una de cada 40 mil personas.


Esa condición no le impidió ser el artista que deseaba ser. Aunque originalmente se inclinó por hacer música, en el segundo grado de la carrera creó un instrumento que tocaba melodías que sólo él podía escuchar pero que, además, ampliaba la percepción de su entorno.


Fue así como se dedicó a perfeccionar el Eyeborg, un dispositivo electrónico que genera frecuencias de audio muy pequeñas que le permiten percibir los colores que existen a su alrededor, no precisamente verlos.


"La antena representa la creación de un órgano nuevo que amplía nuestros sentidos. Es arte cíborg porque no es un producto que se venda o un dispositivo médico", narró a desde Barcelona.


Harbisson ha traducido sus experiencias en al menos tres exposiciones pictóricas: The Human Colour Wheel, con ondas de luz detectadas por el artista entre 2004 y 2009; City Colours (2007), que elaboró con los colores que vio en 50 ciudades que visitó en Europa, y Colour Scores, que hizo con registros de los colores que ve en su día a día.


La antena le permite apreciar desde el ultravioleta (lo usa para decidir si puede o no tomar el Sol) hasta el infrarrojo, pero quiere ampliar esa gamma para apreciar las microondas y los rayos gamma.


También puede recibir información e imágenes directamente en su cabeza al conectarse vía satelital o internet con otras personas.


Para él, vivir con una antena en la cabeza no es sencillo, pues siempre debe salir acompañado a la calle y evitar bares o sitios muy concurridos porque nunca falta quien desea tocar su Eyeborg, jalarlo o intentar ver el sitio donde está inserto.


Dice que después de los grupos de mujeres en fiestas, quienes más lo acosan son los guardias de seguridad que creer que los graba o que está haciendo algo ilegal.


"Cada que paso por aeropuertos me revisan si la antena es explosiva. En 2004 me miraban mucho pues traía cables y solían pensar que era de estos que se inmolan", comenta.


Además de dar conferencias, Harbisson trabaja actualmente en un proyecto artístico con información que le envían cinco personas desde diferentes lugares del mundo, ya sea un atardecer en Australia o un verde prado en América.


"Si cuando vaya a México hay un hacker que descifra la forma de enviarme datos, claro que recibiré información del público, pero ahora no, porque sería mucha información para procesar".

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