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Exponen imágenes con espíritu crítico

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Estamos rodeados de invisibles: a unos, no los vemos porque su imagen ha quedado fuera de nuestros circuitos; otros están tan cerca que no nos percatamos de su existencia. Somos ciegos ante ellos, y ellos son mudos para nosotros.


Concursos como World Press Photo, considerado uno de los certámenes internacionales más prestigiosos en fotoperiodismo, pone en la agenda imágenes y temas que, de otro modo, tendrían muchas posibilidades de desaparecer más rápido que lo que tarda un dedo en pasar por la pantalla del celular.


El conflicto sirio y la consecuente crisis migratoria en Europa tiene, desde luego, el mayor peso entre los premios otorgados a 41 fotógrafos de 21 países. Sin embargo, hay un dato significativo en el certamen de WPP 2016: de los casi 83 mil trabajos que concursaron, el ganador, Esperanza por una nueva vida, era una imagen que no se había difundido y que permaneció inédita hasta que se dieron los resultados.


La instantánea del australiano Warren Richardson (1969) es poderosa por su potencial simbólico, pues congela el momento nocturno en que un bebé sirio es entregado, a través de una cerca de púas, a un refugiado que acaba de cruzar la frontera entre Serbia y Hungría. Para acceder a una escena como ésta, Richardson, que es freelance, tuvo que someterse a los cánones del periodismo vivencial no remunerado: pasó varios meses conviviendo con los migrantes sin recibir salario e, incluso, en ocasiones, sin comer.


La foto tomada una noche de agosto de 2015 después de ser rociado con gas pimienta, no sólo ha logrado que el planeta empatice con un bebé y lo vea como un ser humano antes de considerarlo como uno más del millón de refugiados que arribaron a Europa sólo en 2015. La imagen también evidencia la situación deplorable en que trabajan muchos fotoperiodistas: sin el aval de un medio, sin seguro, sin dinero. Según su autor, este trabajo fue rechazado por dos fotoagencias internacionales.


No es la única imagen ganadora de esta 59 edición del WPP que registra cómo el migrante internacional en tránsito se ha convertido en uno de los sujetos más identificables del proceso de globalización.


La fotografía del ruso Sergey Ponomarev, ganadora de la categoría Noticias generales, plasma el desembarco de un grupo de refugiados en la isla griega de Lesbos en una composición que abreva de la gran pintura romántica del Louvre, desde La balsa de la medusa, de Géricault, a La libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Rostros descompuestos, sedientos, quizá esperanzados ante un futuro incierto. Matic Zorman (Eslovenia, 1986) captura la imagen de un niño que se cubre la cara con un impermeable de plástico transparente mientras espera detrás de unos barrotes para ser registrado y poder entrar en un campo de refugiados en Presevo, Serbia.


De nuevo, el protagonismo de un pequeño hace que esta fotografía ganadora de la categoría Gente despliegue su potencial simbólico hacia la empatía con la fragilidad e indefensión de los niños, como ha sucedido desde la famosa fotografía tomada por Nick Ut en la Guerra de Vietnam.


El conflicto de Siria desde dentro aparece reflejado en un grupo de imágenes del fotógrafo sirio Sameer Al-Doumy (cuyo nombre es un pseudónimo por motivos de seguridad), que refleja los bombardeos urbanos y sus consecuencias mortales: los escombros parecen reinar en todos los rincones. Cuando la guerra estalló en 2011, Al-Doumy era un alumno de secundaria que quería estudiar medicina y que tuvo que cambiar los libros por la cámara de fotos.


En este conflicto televisado en los medios occidentales con imágenes panorámicas procedentes de drones, sus fotos aportan un zoom y afirman una total desesperanza. Por el contrario, la imagen ganadora de la categoría Noticias Generales, del fotógrafo brasileño Mauricio Lima, muestra otra perspectiva: no todo es violencia en la guerra. Un médico kurdo cura a un muchacho de 16 años del autodenominado Estado Islámico. El joven se llama Jacob, ha sufrido quemaduras en todo el cuerpo y es el único sobreviviente de un ataque fallido perpetrado por su grupo a la ciudad donde se encuentra el hospital en el que está siendo tratado, ubicada al norte de Siria. Un gesto de humanidad y de ética médica en mitad del odio.


Más allá de Siria, otros trabajos profundizan en la explotación humana también desde el ángulo de la niñez o la adolescencia, como la imagen del portugués Mário Cruz (1987), primer lugar en la categoría Temas contemporáneos, que muestra a un joven de 15 años encadenado en una escuela coránica de Senegal. Lo mismo sucede en la serie de Mary F. Calvert con la que ganó el primer premio de la categoría Proyectos a largo plazo, que explora las consecuencias de los abusos sexuales a mujeres en la milicia estadounidense a través de una imagen cotidiana donde el hijo de una de las víctimas, un niño, está jugando con una pistola de plástico.


La posibilidad de visibilizar lo que está oculto es probablemente una de las tareas más loables del periodismo. No es empresa fácil, pues no necesariamente mostrar una realidad implica visibilizarla. ¿Cómo distinguir una buena pieza de fotoperiodismo del resto? Cuando logra cuestionar las narrativas oficiales y presentar la realidad de forma veraz, panorámica, sorprendente. El buen periodismo, con una buena difusión, permite entender. Sólo así es posible que la sociedad tome decisiones con libertad y espíritu crítico.


+DE


La exposición WPP 2016 se exhibe en el Museo Franz Mayer hasta el próximo 25 de septiembre, así como en otro centenar de ciudades de todo el mundo. Se estima que 3.5 millones de personas tendrán acceso a las fotografías premiadas.

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