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Coyuchi y blanco, flores de algodón

Foto(s): Cortesía
Redacción

Los algodones son plantas que conforman el género llamado Gossypium dentro de la familia de la malva. El género comprende cerca de 50 especies que crecen de modo silvestre en las regiones cálidas de América, África, el sur de Asia, Australia y algunas islas del Pacífico.


Están emparentadas con la jamaica que compramos en los mercados para hacer agua fresca y también con los hibiscos que engalanan los jardines de Oaxaca.


Las flores del algodón no son tan grandes como las corolas de colores encendidos de los “tulipanes”, nombre que reciben acá los hibiscos, pero no dejan de ser vistosas. Bien merecen cultivarse a pleno sol como plantas de ornato, con la ventaja de que requieren poca agua.


En el caso del algodón originario de México (Gossypium hirsutum), las flores tienen una peculiaridad: en un principio son de color amarillo, pero enrojecen poco a poco, conforme pasa el tiempo.



Así como varía el color de las corolas, también las fibras que rodean a las semillas pueden ser blancas o pardas, e incluso cafés. La palabra “coyuchi” designa a los distintos tonos pardos, desde un beige claro hasta un color canela.


“Coyuchi” viene del náhuatl coyōichcatl, que quiere decir "algodón de (color de) coyote". Anteriormente se pensaba que el coyuchi representa una especie distinta de algodón (que se nombró Gossypium mexicanum), pero los estudios cuidadosos mostraron que se trata en realidad de la misma especie originaria de nuestro país (Gossypium hirsutum), que crece en forma silvestre en la costa norte de la península de Yucatán y que fue domesticada en esta región del planeta milenios antes de que llegara Hernán Cortés.


Los europeos, por su parte, ya conocían dos especies de algodón (Gossypium arboreum y G. herbaceum) que habían sido domesticadas probablemente en Asia cinco mil años atrás. Su nombre en español, italiano, inglés y francés deriva del árabe القطن (al-qutun), lo cual sugiere que le debemos a la civilización islámica la difusión de esas plantas alrededor del Mediterráneo.



De la misma manera como las palabras nos dan pistas para rastrear la historia en Europa y Asia, los nombres para el algodón en las lenguas de México indican que los pueblos originarios han estado familiarizados con la planta y su cultivo durante largo tiempo.


Xhiaa, xiil y otras formas análogas en las lenguas zapotecas; kachì, kàtyi y katsi en las lenguas mixtecas; píxtun y pixy en mixe, taman en maya peninsular, ichcatl en náhuatl y xurhata en purépecha, en ningún caso vemos que el vocablo haya sido tomado en préstamo de otra lengua.


La arqueología y la genética confirman que el algodón se domesticó en esta región del mundo desde fechas tempranas. La calidad de la fibra que lograron los horticultores mesoamericanos sobrepasa las propiedades de sus contrapartes en Asia y África.



Actualmente, más del 90 % de la producción mundial de algodón se obtiene de plantas híbridas donde la contribución mayor de genes viene de Gossypium hirsutum, con una aportación adicional de G. barbadense, la especie domesticada en América del Sur. Podemos decir por eso, que el algodón mexicano viste al mundo hoy día.


La exposición "Coyuchi" se exhibe en el Museo Textil de Oaxaca.

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