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El lector furtivo: "Algunos espectros orientales"

espectros_orientales
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

Enviado como corresponsal del Harper’s Magazine de Nueva York, Lafcadio Hearn desembarcó en Yokohama, Japón, el 4 de abril de 1890. En aquel país, permaneció hasta el día de su muerte, acaecida 12 años después. Ahí trabajó como profesor de inglés y literatura. Contrajo matrimonio con la hija de un samurai con la que tuvo cuatro hijos, de manera que se convirtió al budismo, se nacionalizó japonés y cambió su nombre por el de Koizumi Yakumo. A este autor, se le deben los primeros retratos de la vida japonesa para Occidente. En Japón escribió 12 títulos, los más importantes de su fecunda obra.

La errante vida de Lafcadio Hearn inició en la isla Léucade (Grecia) donde vino al mundo fruto del amor entre un médico irlandés y una campesina local. La pareja se trasladó a Dublín donde el amor se desvaneció. El padre anuló su matrimonio, la madre dejó al pequeño de 6 años al cuidado de una tía paterna y nunca más se volvieron a ver.

A pesar del abandono familiar, sus cuidadores le procuraron una buena educación. Tuvo el privilegio de estudiar en Inglaterra, Irlanda y Francia. Dominaba el francés y algo de español, lo que le permitió trabajar como traductor. Con 19 años marchó a Nueva York donde después de probar con varios trabajos consiguió el puesto de redactor en Cincinnati, especializándose en crónicas de la vida marginal.

En una época en que las relaciones interraciales eran mal vistas, el romance con una mujer creole escandalizó a la sociedad de su tiempo y provocaron su despido. Emigró a Nueva Orleans donde trabajó en el periódico local especializándose en temas como barrios bajos, cocina y vudú. Su relación con Harper’s Magazine le procuró una estancia de dos años en las Antillas y terminó a los pocos meses de su llegada a Japón.

En "Algunos espectros orientales" Hearn nos transporta al misterioso y fascinante mundo del lejano oriente a través de trece relatos llenos de valores líricos, una profunda fascinación por el Japón rural, la religión sintoísta  y el budismo, al cual consideraba “la puerta de entrada a los misterios del arte japonés”. 

El libro, editado por el Instituto Distrital de las Artes – IDARTES de Bogotá, recoge historias seleccionadas de diferentes obras anteriores del autor, incluyendo "Algunos fantasmas chinos" (1887), "En el Japón espectral" (1899), "Una miscelánea japonesa" (1901), "Kwaidan" (1904) y "El romance de la Vía Láctea" (1905). Estas narraciones nos sumergen en un mundo donde los espectros y sucesos paranormales se entrelazan con reflexiones sobre la mentalidad oriental contrastada con la occidental.

Desde el primer relato, Hearn nos fascina con su prosa lírica y evocadora, transportándonos a un Japón ancestral donde los fantasmas y espíritus se entremezclan con la vida cotidiana, creando un ambiente único y cautivador. Sus minuciosas descripciones de la geografía japonesa y su dominio del lenguaje nos permiten adentrarnos a un universo lleno de atmósferas tenebrosas y melancólicas, con resoluciones realmente novedosas. Una de las fortalezas de Hearn radica en su profundo conocimiento y aprecio por la cultura japonesa. A través de sus relatos, podemos admirar su capacidad para transmitir la esencia del Japón rural y las tradiciones ancestrales que lo definen.

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