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Una verdadera dieta saludable

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

Una dieta saludable, al igual que un patrón de alimentación saludable, se caracteriza por un alto consumo de vegetales y frutas, consumo moderado de leguminosas, pescado, cereales integrales, aceites vegetales y por un bajo consumo de cereales no integrales, carne roja, particularmente embutidos, en los cuales se utiliza sodio para su conservación, azúcar, sal y grasas trans que pueden estar presentes en las margarinas, productos de pastelería industrial, comida rápida, y otros productos principalmente industrializados.

Una dieta saludable y correcta tiene las siguientes características.

Completa: Que contiene todos los nutrimentos. Para esto se recomienda incluir por lo menos un alimento de los tres grupos, que son verduras y frutas, alimentos de origen animal y cereales o sustitutos.

Equilibrada: Que los nutrimentos guarden las proporciones adecuadas entre sí.

Inocua: Que su consumo habitual no implique riesgos para la salud, por lo que debe estar exenta de microorganismos nocivos, toxinas, contaminantes y que no se consuman cantidades excesivas de algún nutrimento.

Suficiente: Que cubra las necesidades de todos los nutrimentos de acuerdo al grupo, edad y las características de cada individuo.

Variada: Que se incluyan diferentes alimentos de los tres grupos en cada tiempo de comida principal.

Adecuada: Que sea acorde con la cultura y los gustos de quien la consume, además de que sea ajustada a los recursos económicos con los que se cuentan.

El consumo de macronutrientes (proteínas, carbohidratos y grasas) en proporciones adecuadas es un componente fundamental de un patrón de alimentación saludable.

Carbohidratos: Son la principal fuente de energía en la dieta y se encuentran en mayor abundancia en cereales, frutas, leguminosas y verduras. Las frutas y verduras frescas aportan fibra dietética que proporciona sensación de saciedad y tiene efectos positivos sobre la función gastrointestinal, los niveles de colesterol y la glucosa en sangre. Se ha demostrado que el mayor consumo de verduras y frutas tiene un efecto en la reducción del riesgo de ECNT, enfermedades cardiovasculares, pulmonares y síndrome metabólico, entre algunas otras.

 

 

Proteínas: Además de ser también una fuente de energía, son componentes estructurales de tejidos, células y músculos, promueven el crecimiento y reparación de los tejidos e intervienen en el metabolismo energético.

Grasas: Son fuente de energía y componentes que dan estructura a las células, por lo que son indispensables para una buena salud.

A continuación, se detallan algunos alimentos propios de la cultura Mexicana que podrían conformar un patrón de alimentación saludable, que en conjunto con un incremento en la actividad física puede tener beneficios en el estado de salud de los mexicanos.

Verduras: chile, tomate, jitomate, calabaza, flor de calabaza, nopal, quelites, chayotes, epazotes y hongos.

Frutas: Guayaba, piña, tuna, papaya, ciruela mexicana, nanche.

Cereales y leguminosas: maíz, frijol, amaranto, camote.

Alimentos de origen animal: guajolote, acocil, charales, trucha, huachinango.

Grasas: Cacao, aguacate, chía y cacahuate.

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