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A un año de la pandemia, la Iglesia Católica oaxaqueña sigue enfrentando una precaria situación económica

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

A un año del inicio de la pandemia del coronavirus, la Iglesia Católica oaxaqueña sigue enfrentando una precaria situación económica, a pesar de la reapertura de los templos en el segundo semestre del 2020, porque sus fieles carecen de ingresos para dejar sus ofrendas.


“Estamos sufriendo como todo el pueblo”, afirmó el arzobispo de Antequera-Oaxaca, Pedro Vázquez Villalobos.


Desde el 21 de marzo del año pasado, durante la tercera semana de la Cuaresma, la Iglesia Católica comenzó su viacrucis al dejar de percibir las ofrendas o limosnas de sus creyentes –su principal fuente de ingresos–, ante la suspensión de las misas de bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y bodas con la presencia de fieles en los templos, así como las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa, ante la emergencia sanitaria.


“He tomado esta necesaria y urgente decisión por el bien de la vida y la salud del pueblo”, escribió en un comunicado, publicado en esa fecha.


Incluso, también quedaron canceladas las misas para rendir culto a Nuestra Señora de la Soledad en la Basílica Menor, todos los días 18 de cada mes, que estaban contempladas por el Año Jubilar concedido por el papa Francisco, para agradecer la presencia de la Patrona de Oaxaca durante 400 años.



 


Templo virtual


Aunque si bien, el pastor religioso dispuso que los templos permanecieran abiertos para que los católicos pudieran orar, determinó que los sacerdotes celebraran la eucaristía en privado y pidieran a Dios librar a todos de esta pandemia.


Entonces, los presbíteros tuvieron que reinventarse y así recurrieron a los recursos tecnológicos para llegar a sus fieles a través de las redes sociales, principalmente Facebook.


De esta manera, cientos de usuarios se conectaron a esa red social por medio de su teléfono celular, tableta o computadora, para ver y escuchar al arzobispo Vázquez Villalobos y a los demás sacerdotes, a fin de encontrar el consuelo y la protección divina.


Al inicio del confinamiento, los presbíteros pudieron cubrir los gastos de alimentación, así como el pago de servicios y de salarios de empleados con algunos ahorros, pero con la prolongación del aislamiento empezaron a sufrir como la mayoría de los oaxaqueños.


Después de 23 domingos, la catedral de Nuestra Señora de La Asunción reabrió sus puertas, el 23 de agosto de 2020, para que el arzobispo Vázquez Villalobos, celebrara nuevamente la misa dominical con la presencia de fieles, una vez que el estado transitó al color naranja del semáforo epidemiológico del coronavirus.


Aunque, no fue como antes, porque hasta ahora solamente se ha permitido el uso del 20 por ciento de la capacidad del inmueble, para que los creyentes guarden la sana distancia.


Sin embargo, para ingresar a la catedral, los católicos deben utilizar obligatoriamente el cubrebocas y después transitar por los filtros sanitarios establecidos en las puertas, donde personal del servicio litúrgico registra su temperatura de manera electrónica, desinfecta sus ropas y aplica gel en las manos, para después pasar por un tapete desinfectante.


Además, el servicio litúrgico colocó cintas amarillas y calcomanías de prevención en las bancas, para que únicamente se sienten dos creyentes en cada una de ellas.


A pesar de esto, la Iglesia Católica oaxaqueña aún se encuentra en una precaria situación económica, porque las ofrendas son mínimas debido a la restricción en el uso del inmueble y sobre todo, por la reducción y escasez de ingresos de los fieles.



 


Un momento difícil


El arzobispo Vázquez Villalobos reconoció que la emergencia sanitaria se ha convertido en momento resultado difícil para la Iglesia Católica oaxaqueña, porque no hay ingresos en las parroquias, ni en la Arquidiócesis de Antequera-Oaxaca.


“Estamos sufriendo como todo el pueblo, porque solo hay egresos”, asentó.


Explicó que la Iglesia Católica oaxaqueña realiza su labor evangélica solamente con las ofrendas de los fieles, pues no cuenta con algún presupuesto financiero de la alta jerarquía eclesiástica.


“No tenemos otro ingreso. A algunos sacerdotes apenas pueden cubrir los gastos ordinarios y otros, ni para eso les ajusta”, asentó.


No obstante, resaltó que los fieles no han dejado de solidarizarse fraternalmente con los sacerdotes para cubrir principalmente sus necesidades de alimentación.


“Los mismos fieles no tienen recursos, pero no por eso, han dejado de ser generosos. Nuestro pueblo es pobre, pero rico en generosidad”, asentó.


Ante este momento difícil, dijo que los sacerdotes y los fieles han puesto su confianza en la Providencia Divina y esperan el auxilio para todo el pueblo de Oaxaca.


“La confianza está puesta en el Señor”, aseveró.


Mutua solidaridad


El sacerdote José Rentería Pérez, titular de la Parroquia de San Bartolomé Apóstol, localizada en San Bartolo Coyotepec, que abarca la agencia municipal Vicente Guerrero y colonias aledañas al tiradero municipal de la ciudad de Oaxaca de Juárez, subrayó que el fondo parroquial reservado para gastos extraordinarios se terminó en el primer mes de la emergencia sanitaria,


“Tenía un pequeño fondo que me permitió solventar los principales gastos, pero como se prolongó el confinamiento, los fieles han acudido con despensa, comida y algunas pequeñas aportaciones económicas, porque también están sufriendo mucho”, señaló.


Aunque, destacó que la parroquia también se ha hecho solidaria con sus propios fieles, pues muchos de ellos, perdieron el trabajo o de por sí, se encuentran en situación de marginación.


“Hemos creado una red de solidaridad para atender las necesidades de madres de familia que fueron despedidas por sus patrones en su trabajo de limpieza en casa, a quienes tenían empleos informales y a los pepenadores del tiradero municipal”, finalizó.

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