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Procesión del Silencio, río de fe desborda Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Frente al templo de la Preciosa Sangre de Cristo comienza a crecer un río fervoroso. Las imágenes de la Pasión y muerte de Jesús salen de los templos. Irradian con el sol que agoniza sobre el Viernes Santo.


El corazón capitalino fincado en la fe católica retumba en medio del silencio solemne, doloroso, abatido en la tristeza por la crucifixión de Jesucristo y el luto de María.




Un río fervoroso sobre García Vigil. FOTO: Mario Jiménez Leyva

La voz del Arzobispo de Antequera, José Luis Chávez Botello, llama a la reflexión. Su mensaje convoca a recapacitar y pedir por quienes han sido apresados por el mal. "Jesucristo murió por todos, también por los que obran mal desde la pasión y muerte de señor hay futuro para el país, hay una luz de vida mejor para todos", expone.


Los feligreses callan. Se suma a una petición desde el corazón. Nada se oye. Acaso el zumbido de una bocina que enmudece. La reflexión termina. El paso del Arzobispo inicia la Procesión del Silencio.


Al frente, la Cruz de Caravaca sobre un nicho de rosas impone la solemnidad del acto religioso. El velo cobrizo del atardecer se desliza sobre la Verde Antequera. Baña el templo de Santo Domingo y al torrente de espectadores agolpados sobre la calle, en los balcones y terrazas a lo largo del andador turístico y la calle de García Vigil.




La proesión va relatando la pasión y muerte de Jesucristo. Imagen de Cristo Crucificado del templo de la Preciosa Sangre de Cristo. FOTO: Mario Jiménez Leyva

Inunda la tristeza a las imágenes sacras que van relatando la pasión y muerte de Jesucristo: Aprehensión, Divino Preso, Señor de la Columna, Jesús de la Humildad, Jesús de Nazaret, Virgen Dolorosa, Señor de las Peñas, Señor de las Maravillas, Señor de las Tres Caídas, Señor del Rayo Señor de Esquipulas, San Juan Apóstol, Cristo Crucificado, Virgen de los Dolores, Santo Entierro y Virgen de la Soledad.


Uno, dos, tres pasos, una pausa que el peso de las andas (los altares en los que cargan las imágenes) obliga a realizar.




El Señor de la Columna del templo de Santo Domingo de Guzmán. FOTO: Mario Jiménez Leyva

El velo de las mujeres que sostienen la imagen de La Aprehensión del Señor, trasluce un perfil sereno, apacible frente a la ofrenda de fe. Sus pies descalzos, ajados por el caminar, muestran firmeza sostenida por la devoción.


Las cruces de los penitentes rasgan el silencio, se quejan, duelen al paso arrastrado sobre la cantera. El cansancio se esconde en el capuchon morado que enfunda su cabeza. El hombre tambalea bajo el peso de más de 100 kilos sobre sus hombros desnudos. Se afianza, continúa avanzando sincrónico al batir del tambor.




El camino de los penitentes queda marcado como ofrenda de fe. FOTO: Mario Jiménez Leyva

La angustia se dibuja en los rostros de los espectadores. Sus ojos se cristalizan. Una mano va directo a su pecho en señal de compasión.


La oscuridad de la noche cede a la luz que irradian los faroles y veladoras que llevan en mano un grupo de mujeres envueltas en vestimenta tradicional.


El silencio prevalece condicionado a las expresiones de asombro y latir del pueblo católico unido en una procesión nacida de la fe hace 31 años.ç




Cada año participa en la Procesión del Silencio la hermandad de los estandartes y relicarios. FOTO: Mario Jiménez Leyva

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