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Travesías en barco de papel, una muestra de talento e imaginación por Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

Christopher Domínguez Michael anuncia en la contraportada de "Travesías en barcos de papel", que estamos a punto de encontrarnos con un “inesperado protagonista de las letras mexicanas contemporáneas”; podría referirse a Dorante Valerio, el escocés hijo de migrantes italianos protagonista de la novela, o a Robert, el escritor del libro, nacido en Sheffield, Inglaterra, nieto del ya mencionado.

 

La derruida casa del protagonista guarda una desmesurada colección de libros que desbordan cada rincón de la casa, libros que el viejo, ahora enfermo, atesora sin orden ni concierto. Los hijos, todos en algún  grado desplazados por estos intrusos de papel, asisten a una reunión familiar en la que manifiestan su amor- odio a los invasores. Esta celebración, donde algunos de estos hijos llegan acompañados por sus propios vástagos, es tan festiva como dramática.

 

 

Los abuelos de esta familia son originarios del sur de Italia y llegan a Escocia de manera misteriosa, ya que el destino original de su viaje era Nueva York. El protagonista es médico de profesión, pero de vocación futbolista. Desde pequeño se refugia en los libros al darse cuenta de que la cultura italiana impresiona a sus maestros, mientras su habilidad con el balón le permite hacerse del respeto de sus compañeros. Su carrera como deportista se ve truncada por la imposición de su madre, Almerinda, que “no quiere vagos” en su casa. Antonio, su padre, encuentra en el whisky el elemento integrador a su nueva realidad.

 

 

El pequeño Donranto, llamado ahora David, estudia hasta graduarse como médico. Contrae matrimonio y, haciendo caso al Papa de Roma, evita el uso de métodos anticonceptivos, de manera que su familia crece hasta sumar ocho hijos, los mismos que se reúnen en la desordenada casa paterna para estar cerca de él ahora que convalece en el hospital.

 

 

La avanzada edad del padre y su enfermedad los hace calcular un eventual fin. Los hijos discuten sobre el destino de la casa en ruinas y de los libros, por los cuales sienten un aprecio desigual. Algunos de ellos son verdaderos “tesoros” mientras otros, a decir de algunos de los asistentes, “son basura” que el médico acumuló sin criterio alguno tras la muerte de su esposa.

 

 

En términos generales, esa es la sencilla anécdota de esta novela, misma que hace patente los sobresalientes recursos narrativos de Robert Valerio, presente en la misma historia como uno de los nietos de esta familia.

 

 

Entre los recursos de los que el autor se vale están la unidad espacio temporal en la narración, ya que todo ocurre en una jornada; la omnipresencia del protagonista siempre en voz de sus hijos, ya que desde un primer momento se encuentra ausente de la reunión; así como una absurda competencia de anécdotas librescas para ganarse la oportunidad de pasar la noche en la única pieza confortable de la casa.

 

 

El autor, Robert Valerio, viajó por el mundo y al conocer Oaxaca, se quedó a vivir 14 años en la ciudad, misma que amó y donde formó una familia. Falleció de manera inesperada en 1998 dejándonos pocos títulos, todos incontestables muestras de su talento e imaginación, uno de ellos, estas travesías.

 

 

“Los hijos discuten sobre el destino de la casa en ruinas y de los libros, por los cuales sienten un aprecio desigual”.

 

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