Las esquinas de las principales calles del centro de la capital oaxaqueña se llenaron de puestos ambulantes que ofrecen banderas mexicanas de diversos tamaños, cadenas con eslabones de papel crepé, calaveras vestidas de charro fabricadas de cartón, trenzas de estambre, bigotes sintéticos, silbatos, matracas, cinturones y joyería de fantasía.
Las vitrinas de tiendas de materia prima muestran faldas largas con telas floreadas emulando trajes típicos y, para tejer manteles y cortinas, se ofrecen telas con temática mexicana. Afuera de algunas escuelas se han colocado dibujos de símbolos patrios pintados por alumnos y varios restaurantes ya anuncian pozole, chiles en nogada y demás platillos de temporada.
Así es como septiembre anuncia su llegada y, con él, la preparación de muchas familias y extranjeros para los festejos de las fechas patrias.
Aunque es fácil encontrar estos puntos que expresan elevados ánimos de fiesta, la fotografía general de la ciudad dista de ser alentadora; los problemas actuales en los que prolifera el desacuerdo y la división social opacan a la capital, que pretende engalanarse de verde, blanco y rojo, resaltando más la basura y lo pardo de las mantas de todos los refugiados que viven en el zócalo desde hace meses.
Estatuas del padre de la Patria, ignorada y vandalizada. FOTO: Emilio Morales
Maltrecha herencia histórica
El centro histórico de Oaxaca, junto con la ciudad prehispánica de Monte Albán, fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
A pesar del valor histórico y cultural de esos lugares históricos, ambos están en precarias condiciones. Los edificios pasan los años siendo ignorados por los habitantes y dependencias.
El centro de la ciudad de Oaxaca pasó de ser un hermoso atractivo turístico, que dejó como herencia la época colonial, a transformarse en el recinto del resentimiento social en el estado.
Avenida Morelos, dedicada al Siervo de la Nación en la ciudad en donde vivió por espacio de tres meses. FOTO: Emilio Morales
La casa de Morelos
Existe una placa en el Portal de Las Flores, ubicado en contraesquina del Palacio de Gobierno, ahí fue donde José María Morelos y Pavón se alojó, del 26 de noviembre de 1812 al 9 de febrero de 1913.
Presumiblemente, en este aposento, a un costado del templo jesuita de la Compañía de Jesús, fue donde el Siervo de la Nación redactó Los Sentimientos de la Nación. Este documento oficial consta de 23 puntos, desarrollados en 3 páginas, que proclamaron la independencia de América con respecto de España, y estableció el sistema de gobierno y los derechos humanos.
Independencia, olvidada, comercio boyante
El edificio sirve como local de varios comercios, en la esquina donde se muestra la leyenda del suceso histórico hay una tienda de ropa interior de dama y en el segundo piso está un restaurante de renombre.
Alrededor de la plaza principal, y a un costado de la vivienda de Morelos en Oaxaca, pulula la basura y el paso a los peatones se ve mermado por múiltiples puestos que pertenecen a vendedores ambulantes, la vista desde el edificio hasta la explanada se empaña de casas de campaña y lonas que resguardan a gente desplazada de sus viviendas.
Este lugar, como muchos otros edificios y monumentos relativos a la independencia del país, vive en el abandono.
En todo México se acostumbra que cada 15 de septiembre, en punto de las 23 horas, la ciudadanía se reúne en la plaza principal de su localidad para escuchar, aplaudir y vitorear con silbatos el grito de Independencia.
La ruta de Morelos
El insurgente José María Morelos partió de Oaxaca llevando Los Sentimientos de la Nación. Con ellos, y conduciendo a sus hombres, llegó el 10 de febrero a Huitzo, aún en los Valles Centrales de Oaxaca
11 de febrero a Las Sedas, en el actual municipio de Telixtlahuaca
13 a Huauclilla
14 a Nochixtlán, ya en la mixteca
15 a Yanhuitlán, donde permaneció una semana
23 de febrero a Teposcolula
24 a Tlaxiaco
26 pasó por Cuquila y llegó a Chicahuaxtla, una comunidad triqui
28 a Putla, ubicada en la Mixteca alta, pero con clima y cultura costeña
3 de marzo en Amuzgos.
5 a Huaxpaltepec, en la Costa.
7 a Ometepec, en el actual estado de Guerrero
El Día del Grito las banderas se elevan y agitan. Explotan los fuegos artificiales y la música de los mariachis también estalla. En Oaxaca, se queman castillos de juegos pirotécnicos que iluminan el rostro de los asistentes.
La tertulia mexicana se extiende por los bares y restaurantes nocturnos que ofrecen diferentes opciones para seguir celebrando tan significativa fecha. Por una noche, el ingenio oaxaqueño pinta de alegría, entusiasmo y orgullo la capital, sin embargo, parece ser que sólo en esta fecha reina el optimismo.
