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Ayotla, la presencia negra en la Cañada

Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

AYOTLA, San Martín Toxpalan, Oaxaca.- El retablo del pequeño templo de la ex hacienda azucarera de San Nicolás de Ayotla, no se asemeja a ninguno de los conocidos del siglo 18. No tiene la magnificencia del barroco o churrigueresco, con sus espacios completamente decorados de flores y ángeles recubiertos con láminas de oro, por una simple y sencilla razón: fue elaborado por el esclavo africano Victorino Antonio Sánchez, quien con el dinero de la obra compró la libertad de su hijo.


UBICACIÓN

La comunidad de Ayotla se ubica aproximadamente a 160 kilómetros de la capital del estado, por la carretera vieja a la Ciudad de México.


Además, los tres nichos de la parte baja están destinados a santos blancos y los cinco nichos de la parte alta a santos negros, del que por cierto ya se robaron al que ocupaba el lugar central. Otras dos imágenes son veneradas en el templo: el Señor de la Tres Caídas, un Cristo de bulto también negro, ataviado con una larga túnica de color morado, y el Señor de Ayotla, pintado sobre un pedazo de pared de adobe, también de piel oscura.


El retablo da testimonio de la presencia de esclavos negros en la región de la Cañada, concretamente en las haciendas de San Nicolás de Ayotla e Ignacio Mejía, donde se trasladó el trapiche tiempo después.


Presencia africana en la Cañada


El señor Wilfrido Guzmán Rojas señala que en Ignacio Mejía y otras comunidades de la región existen todavía familias de aquellos africanos que fueron traídos a la hacienda de San Nicolás de Ayotla para trabajar en la caña.


Comenta que de acuerdo con estudios históricos, los africanos llegaron a la Cañada a finales del siglo 18.



La ex hacienda azucarera de San Nicolás de Ayotla fue centro de la esclavitud en la Cañada. FOTO: Mario Jiménez


FUNDACIÓN

En 1672, los sacerdotes jesuitas reciben la hacienda de manos del capitán Andrés de Carvajal y Tapia, como parte de la dote para la refundación del colegio para novicios y “casa de probation", que de Santa Ana pasó a llamarse de San Andrés de la Ciudad de México.


 


En el pequeño templo, austero y paredes gruesas encaladas, manifiesta que al colocar los padres jesuitas que administraban el trapiche, muchos santos negros en el retablo, seguramente tenían la intención de acercar la religión católica a los africanos. “Si se fijan bien, las figuras, además, tienen rasgos africanizados, no son como los ángeles o santos europeos, ni siquiera las propias flores”.


Dice que de acuerdo con la creencia popular, el carpintero Victorino Antonio Sánchez está enterrado al pie de su retablo, “pero aquí todo hace referencia a la presencia de los esclavos que trajeron de África para trabajar en los trapiches de la región”.


Expertos confirman la historia


Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Arturo Motta Sánchez y Luis Huidobro han logrado confirmar la historia del carpintero Victorino Antonio Sánchez y la elaboración del retablo.


En sus estudios señalan que el esclavo de la hacienda azucarera de San Nicolás Ayotla fue contratado por los párrocos jesuitas del lugar para realizar los retablos de la capilla; hecho que rompía con las ordenanzas reales de la época, que prohibían este tipo de labor a los individuos no libres.



Los santos negros forman parte del altar principal del templo. FOTO: Mario Jime´eénes


LA EXPULSIÓN

El 17 de septiembre de 1767, el coronel Luis Ygnacio Milhau, primer comisionado en Oaxaca para administrar los bienes materiales obtenidos por la Corona al expulsar a los religiosos jesuitas de sus dominios, escribió al jesuita Cayetano Cao para informarle que debía entregar el trapiche de San Nicolás de Ayotla a Phelipe Vasques para su administración.


 


“El retablo es el trabajo de un mulato y es un hecho inédito porque se pensaba que este tipo de personas no podían tener estos trabajos en la Nueva España. Por ordenanzas reales sí existían estas prohibiciones, pero esta es una visión muy externa, porque cuando uno se mete a los documentos de la época, entonces se da cuenta que no era tan así”, asevera Motta Sánchez.


Añade que “por los papeles se sabe que administraba la hacienda el padre Baltasar de Porra, quien le pagó al esclavo Victorino entre 300 y 500 pesos por hacer tres retablos, de los cuales este último distrajo una cantidad para comprar la libertad de su hijo. Se sabe que pagó 100 pesos por ella. Sin embargo, cuando son expulsados los jesuitas de la Nueva España, parece que el mulato Victorino no se quedó con carta de libertad alguna para hacer válida la libertad de su hijo y al poco tiempo el hombre muere”.



La composición del retablo parece estar destinado a cristianizar a los esclavos. FOTO: Mario Jiménez

Señala que todo esto se sabe porque veintitantos años después, el descendiente solicita al virrey su libertad aduciendo que su padre se la había pagado al sacerdote jesuita. “Por lo que hemos podido encontrar, esto sucedió entre 1747 a 1767, que fue cuando expulsaron a la Compañía de Jesús. En ese lapso se generó la construcción de los retablos y la libertad que el hijo solicita, data de 1787”.


Un retablo sui géneris


Por su parte, el maestro Luis Huidobro ha señalado que la obra tiene elementos de talla muy apretados, comparados con los de la misma zona. “Pero el valor de la obra está en que fue hecha por mano de obra esclava”.


Añade que otro aspecto importante es que en el retablo está presente la negritud como elemento étnico: “Posiblemente porque se trata de una población principalmente de origen africana es que hay santos negros en el retablo”.



Los ángeles que adornan el retablo están muy lejos de los estereotipos europeos, tan comunes en las obras religiosas del siglo 18. FOTO: Mario Jiménez

Dice que este trabajo denota una mano poco hábil, poco experta; “sin embargo, el carpintero es bueno. Aunque no se ve una persona capaz de expresar por medio de sus herramientas cuestiones de volumen, de libertad de movimientos, que son tan características del siglo 18”.


Por su parte, el biólogo Pablo Torres Soria logró determinar que el tipo de madera utilizado en el retablo fue el cedro rojo, pero aún no se ha precisado si se trata de la variedad proveniente del Pacífico o la oaxaqueña, siendo esta última la más probable de acuerdo con el área en la que se encuentra el bien.


"Esta variedad de cedro se localiza en la zona conocida como La Cañada -entre los estados de Puebla y Oaxaca-, porque durante mucho tiempo este lugar fue parte de un mar interior; de ahí que posea una gran diversidad ecológica y sea una de las propuestas como reserva de la biósfera. Respecto a la parte del árbol que usaron para la confección del retablo de Ayotla, se observó que echaron mano de la albura, es decir, la más externa del tronco y que al ser rica en nutrientes es la preferida de los insectos. El ataque de esta plaga es una de las principales causas del deterioro que padece".



El Señor de las Tres Caídas también fue representado con el cuerpo moreno. FOTO: Mario Jiménez

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